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Llegué a casa casi a escondidas. Mi madre se encontraba atendiendo la frutería, mientras mi padre veía un partido de béisbol en la televisión y mi hermano, se preparaba para ir a uno de sus partidos. Fue fácil entrar a mi habitación sin llamar mucho la atención.

Me fui derecho a mi habitación y me tumbé sobre la cama. Escondí la cara en una almohada y grité todo lo que pude. Evité lo más que pude llorar. Me puse de pie y caminé hacia mi ropero. Saqué ropa limpia y una toalla y me fui al baño para tomar una ducha.

Estando bajo ducha, deje salir todas las lágrimas que había retenido. Lloré hasta casi deshidratarme, tratando de no hacer ruido para que mi familia no se preocupara. Me gustaba llorar en el baño cuando estaba mal, mis lagrimas se confundían con las gotas que caían de la regadera y era difícil saber si de verdad lloraba. Era una tonta, pero eficaz manera de engañarme a mí misma.

Restregué el jabón contra mi cuerpo con furia, me sentía sucia. Sentía que había hecho algo malo, a pesar de saber que no era así. Me sentía como una cualquiera, como una zorra. No tenía motivos para sentirme de esa manera, no había hecho nada malo. Yo solo quería regresar a mi casa. Yo solo quería volver, no quería lastimar a nadie. ¿Por qué los demás se empeñaban en lastimarme a mí?

Terminé con mi baño y Salí hacia mi habitación. Mi madre se acercó silenciosamente hacia mí.

─ ¿Te pasa algo? ─me preguntó. Voltee hacia ella con un poco de miedo «¡rayos! Me descubrió» moví la cabeza negando que algo malo me ocurriera. Mi madre se muerde el labio y se inclina levantando un poco el short que tenía puesto, dejando a la vista un negro moretón que se había formado en mi rodilla derecha ─. ¿Entonces, esto qué es? ─me preguntó.

─ Me caí ─. Respondí rápidamente. Ella me observa con escepticismo ─. Me persiguieron unos perros y traté de escapar, pero ya sabes lo torpe que soy, tropecé y no me di cuenta de que me había pasado esto ─, me impresionó, lo rápido que pude inventar algo como eso. Aunque, al ver el rostro de mi madre, bajé la mirada. No era digna de verla a la cara, después de mentirle tan descaramente.

─ ¿Qué paso con tu material? ─me dijo. «¡DIABLOS! Olvidé la maldita bolsa»

─ Creo, creo que la olvidé con las prisas ─ dije, avergonzada ─. Lo siento, mamá ─ella me sonrió y me dio un beso en la frente.

─ En ese caso, descansa ─. Se despidió. Me había quedado sola en mi cuarto. Me senté a la orilla de la cama, con la vista sobre el suelo. Cuándo de pronto sentí una vibración entre las sabanas. Era mi celular, con un mensaje de él. Sonreí con lastima.

─ ¿Así que eres tú? Bonita forma la tuya de decepcionarme ─. Le dije al teléfono. No contesté, lancé el teléfono hacia el sofá y me dejé caer por completo sobre la cama observando el techo. No tenía con quien hablar en ese instante. Me encontraba sola.

«espera, aún tengo a Ness» «no, el me dejo... pero ¡ES LO UNICO QUE TENGO!» «llámalo» «¿y si lo llamo y no quiere escucharme?» «lo hará» «¿Cómo le dijo lo que vi? no quiero lastimarlo» «díselo, ya encontraras la manera de ayudarlo»

Me puse de pie y cogí el teléfono que estaba sobre el buró de mi cuarto. Tomé el audicular y lo puse en mi oreja, suspiré y marqué el número que, me sabía de memoria. El teléfono comenzó a timbrar. Una parte de mí en verdad deseaba que contestará, pero, otra rogaba que no lo hiciera. Tenía miedo, miedo de que, para él, nuestra amistada terminará ahí, miedo de que no me creyera o que lo que tenía que decirle nos llevará a otra discusión. Pero, como dije, no tenía a nadie más. Sentía que me estaba asfixiando, necesitaba hablar con alguien, necesitaba a alguien que soportará todas las idioteces que me pasaban y no me juzgará por ellas. Lo necesitaba a él, a nadie más.

Cupido S.A de C.V (Sacrificios Auténticos de Corazones Valientes)Where stories live. Discover now