VI

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Salieri se sobresaltó un poco al abrirse la puerta de sus aposentos. Se giró, a tiempo de ver a su escudero.

-Madame Cavalieri ha venido para la selección-le informó éste.

-Está bien, dígale que ahora mismo la recibiré.

El escudero asintió y cerró la puerta. Antonio aprovechó para vestirse adecuadamente y arreglarse un poco; de todos modos, deseaba tener una buena imagen ante una mujer tan bella como Cavalieri.

-¡Maestro!-lo saludó la dama, al verlo.

Salieri tuvo que reprimir un par de carcajadas. Cavalieri llevaba un sombrero muy grande, quizás un pelín llamativo, adornado con plumas. Su vestido era voluptuoso y con colores bastante vívidos. A pesar de todo, se veía muy bonita.

-Bueno, ¿qué os parece? Es turco-añadió-. Mi peluquero dice que este año todo va a ser turco.

Salieri rió.

-¿Ah, sí?-dijo. Se acercó a ella, tendiéndole su mano, y la acompañó hasta el fortepiano para después sentarse en el taburete- Vamos, contadme esos chismorreos.

-Dicen que habéis conocido a Herr Mozart.

-Veo que las noticias vuelan en Viena-repuso Salieri.

Cavalieri sonrió, divertida.

-Y que va a escribir una ópera por encargo vuestro-añadió-. ¿Es cierto?

-Sí-contestó Salieri.

-¿Hará un papel para mí?-preguntó la dama, ilusionada.

-No.

-¿Cómo lo sabéis?-insistió, algo indignada por la cortante respuesta del maestro.

Salieri trató de explicarse.

-¿Os han dicho dónde está ambientada la ópera?

Cavalieri negó.

-En un burdel.

La expresión de Cavalieri fue de sorpresa e incredulidad al mismo tiempo. Antonio decidió acabar con aquello, por lo que se incorporó al fortepiano.

-¿Empezamos?-propuso.

Cavalieri se quedó quieta, mirándolo detenidamente. Salieri se puso algo nervioso.

-¿Qué aspecto tiene?-preguntó.

-¿Mozart?-dijo el italiano, sonriendo- Os decepcionaría.

-¿Por qué?

-Físico y talento no siempre van juntos, Caterina-explicó el italiano, señalándola a ella.

Cavalieri rió.

-El físico no me importa, maestro. Sólo el talento interesa a una mujer de gusto.

Salieri pasó los dedos por el teclado del fortepiano, nervioso. Miró a la mujer, sin saber qué respuesta dar. Bajó la vista y fingió una sonrisa.

-¿Continuamos?-propuso.

Así terminó aquella extraña conversación, antes de comenzar el ensayo. Salieri quedó sobrecogido ante la elegante voz de la cantante. Al terminar, se levantó y acompañó a la dama hasta la puerta.

-Bueno, Caterina, espero verla más a menudo-dijo.

-Yo también espero verlo más a menudo, Maestro.

Cavalieri lo miró detenidamente, y Salieri se preguntó hasta cuándo duraría aquella penetrante mirada en sus ojos. Se sorprendió cuando la dama se acercó y posó un suave beso en su mejilla, para después desplazarse lentamente hacia sus labios y rozarlos. Se acercó aún más y lo besó lenta pero profundamente, mientras él se quedaba inmóvil y con los ojos abiertos, sin saber qué hacer en aquel momento. Finalmente reaccionó. Posó una mano en su pecho, apartándola de sí delicadamente. Cavalieri lo miró, sin comprender.

-¿Qué pasa, no os ha gustado?

Salieri tragó saliva, respirando agitadamente.

-No... no creo que este sea el momento, madame.

Cavalieri pareció molestarse. Se acercó al italiano y le susurró al oído:

-Está bien, Antonio, pero que os quede claro de que os arrepentiréis de vuestra decisión.

Sin mediar más palabra, salió del lugar y cerró la puerta, dejando solo a Salieri, quien no comprendía nada. ¿Por qué la había rechazado? Él quería besarla, en parte, pero algo dentro de sí se lo había impedido, diciéndole que no lo hiciera... Como si no le gustara aquel contacto...

No, claramente, no le había gustado.

AMADEUS (Mozart & Salieri)- [PAUSADA]Where stories live. Discover now