Capítulo 3

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Clarke no sabía lo que era el amor, una suerte quizás. Ella tenía la inocencia, el carisma, la sinceridad, eso que pocos poseen, ella lo tenía. Y Lexa buscaba eso, confianza, respeto y alguien que la hiciera soñar. Parecían complementarse cuando Clarke hacía cualquier mínimo detalle por hacerla sonreír. Regalarle una flor mientras caminaban juntas rozando sus dedos, sin llegar a tomarse de la mano. Clarke no sabía aquello, no sabía cómo demostrarle amor. Pero, sabía cómo aprender, de donde ella venía el conocimiento lo era todo y aprender era su único fin.

Así que, cada día que salían, Isla observaba a las parejas que paseaban tomadas de las manos o se demostraban cariño con pequeñas caricias y miradas intensas.

O besos. El día que Clarke vio, por primera vez, a dos personas besándose no pudo evitar mirar los labios de Lexa.

– ¿Por qué te has puesto roja de repente? – Preguntó Lexa divertida.

– Eh... Por nada – titubeó nerviosa.

– ¿Quieres ir a casa? – Lexa la miró fijamente.

Clarke parecía derretirse cada vez que Lexa la miraba, era algo completamente nuevo, le gustaba cuando Lexa la miraba de esa forma, se sentía a gusto, cómoda y feliz.

Así que solo pudo asentir. Lexa le dedicó una sonrisa y en un ataque de valentía, Clarke tomó su mano. Sintió la presión que ejerció la otra chica, no quería soltarla, ninguna quería.


Lexa empujó la pesada puerta de la entrada con su hombro sin recordar el golpe que aún tenía. Soltó un gemido de dolor mientras su hombro empezaba a latir.

– ¿Estás bien? – preguntó Clarke notablemente preocupada.

– Sí, solo no recordaba... – pero fue interrumpida por las manos de Clarke que descubrían la zona.

– Duele – se quejó Lexa.

– Lo siento, subamos – dijo Clarke volviendo a tomar su mano para gusto de Lexa.

Al llegar al piso 6 y cruzar la puerta Clarke haló a Lexa muy cerca de su cuerpo, le arregló un mechón de cabello y suspiró. Esta vez Lexa parecía derretirse, sus piernas perdían fuerza e intentaba con todo su ser mantenerse en pie.

– No quiero que te pase nada malo – le dijo en un susurro.

– ¿Por qué? – Preguntó Lexa en el mismo tono de voz.

Clarke la miró, buscando la razón en su mirada, pero no había nada que buscar, estaba justo allí.

– Me importas – dijo.

Ninguna podía dejar de mirarse, Clarke miró sus labios y mordió los suyos. Mientras que Lexa, con aquel gesto, sentía su corazón dar brincos en su pecho. Empezaron a acercarse, Clarke la iba a besar.

Un estruendo en la cocina las hizo sobresaltarse y separarse al instante. Mientras Lucky salía tranquilamente del lugar de donde provenía el estruendo, meneando su nariz.

Lexa rascó su frente con el ceño fruncido mientras sonreía, nerviosa por lo que estaba a punto de pasar. Sonreía porque sabía que debían terminar aquello.

Clarke tomó a Lucky, mientras Lexa entraba a la cocina a ordenar las cosas.

– Espera – dijo Clarke – tu hombro – agregó señalando – déjame arreglar esto, puedes ir a descansar – dijo mientras le tendía al pequeño conejo.

– ¿Segura? – preguntó, empezando a sentir el dolor latente otra vez.

– Sí, luego haremos algo con tu hombro – y sonrió.

Lluvia de estrellas [Clexa AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora