Capítulo 26

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Erik despertó con una extrema ola de náuseas, y abrió los ojos sólo para que estos fueran perforados por una luz muy blanca.

Por un momento estaba seguro de estar de vuelta en su maldita prisión acolchada, aquel agujero insoportable sin metales en el que había estado encerrado durante diez años.

Pero entonces se dio cuenta de que no era así -que esto era peor. Lo comprendió -aquel lugar era Quimera y su personal ni siquiera intentaba parecer civil.

Erik se tambaleó débilmente al sentarse, luchando contra la fuerte ansiedad de vomitar, y expiró con avidez mientras intentaba recobrar el control.

Podía sentir que su rostro estaba cubierto de sudor frío y que sus miembros estaban rígidos y pesados.

Erik tuvo que contener la respiración y tragar varias veces cuando la náusea vino en olas.

Abrió los ojos, que fueron bañados por las luces brillantes.

Charles.

Ese fue el primer pensamiento coherente y urgente de Erik, y abrió los ojos a pesar de cuánto lo molestaba, miró alrededor con el temor creciente recostado contra una pared en un cuarto blanco, común, con dos ventanas en dos paredes. Pudo ver de inmediato que una de ellas era una ventana de espejo falso, de esas usadas en salas de interrogatorio -para que las personas del otro lado pudieran ver dentro de la sala, pero la persona en su interior no pudiera verlas.

El cuarto estaba quirúrgicamente limpio, era simple y pequeño. Olía a detergente y eso lo hizo sentirse aún más mareado. Gruñó y tuvo que respirar por la boca para mantenerse centrado. Podía sentir el post-efecto de la droga que había sido inyectada en su torrente sanguíneo, haciéndolo sentirse abusado y enojado. Erik intentó encontrar sus poderes en alguna parte y percibió, con aburrida ansiedad, que habían desaparecido.

Por supuesto que no estaban.

Quimera no era estúpida. Lejos de eso -eran perturbadoramente inteligentes.

Erik se sintió cada vez más aterrorizado por el hecho de no estar muerto. No estaba muerto y tampoco lo habían controlado con uno de los cascos lava cerebros. Quimera los capturó vivos, claramente los quería para algo, y eso hizo que el estómago se le retorciera de miedo. Sin duda no perdonaron su vida por misericordia. Estas personas eran crueles más allá de la razón. Erik había sido llamado muchas cosas en su vida -un monstruo, asesino, sádico, psicópata- pero estaba seguro de que no podía rivalizar con esa organización en brutalidad.

Si Erik mataba a personas, lo hacía rápidamente. Por lo general, no perdía tiempo con dramatismos. Era rápido y eficiente. Los sacaba del camino. Incluso la muerte de Shaw había sido rápida, no importó cuántas veces Erik había imaginado hacerlo sufrir y gritar como un cerdo.

¿Pero esto?

Quimera los cazó durante meses, capturó a su Hermandad, casi mataron a Charles ¿sólo para drogarlos a través de la ventilación de aire y, después, atraparlos en su escondite? Esto provocó escalofríos en Erik. Quimera claramente quería algo, y no sabía qué o por qué. Estar muerto o pasar por un lavado de cerebro habría sido el camino más fácil -pero no. Ellos tenían a Erik y tenían a Charles.

Charles.

Erik respiró con dificultad cuando volvió a recordar a Charles de nuevo, frenéticamente miró a las dos ventanas e intentó alcanzar el enlace en el fondo de su mente drogada. La otra ventana que no daba al pasillo era sorprendentemente transparente, y, por su apariencia, estaba colocada contra otra celda similar.

El corazón de Erik saltó con esperanza salvaje -tal vez habían puesto a Charles allí. Se levantó, sólo para volver a caer. Pero ignoró todos sus dolores y náuseas, y empezó a arrastrarse hacia la ventana. Ésta era tan baja que podía ver a través de ella sentado en el suelo, por lo que también estaba agradecido porque no había manera de que pudiera levantarse ahora.

Dark FlowersWhere stories live. Discover now