"Prácticamente arrebató el cigarrillo de entre mis dedos y le dio un par de caladas. En medio de la algarabía no pasó nada sobresaliente, pero nuestros labios ya se habían tocado y nos convertimos automáticamente en el vicio del otro."
-La Musa del Absenta, Gallo.
Ya me había malacostumbrado
a robarle una calada del cigarro,
creyendo que le robaba así
un pedacito del corazón
a aquel poeta
que se había marchado con el humo
que se me escabullía entre los dedos.
Yo perdí la cordura.
Él perdió la paciencia.
Después de aquella noche
solo lo veo en sueños,
pero para desgracia mía
me dejo insomnio
de regalo de despedida.
Cuando paré de contar las horas sin dormir
empecé a lavarme los dientes
con el espejo empañado
para no tener que pasar por la pena de mirarme a los ojos
y calcularlas en mis ojeras
Así transcurrió el tiempo
Hasta que una noche de julio
mis oídos
se volvieron a encontrar
con sus versos retumbantes
en las calles de Barrio Amón.
Él dejo de compartir sus cigarros
pero yo no deje de fumar
