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Llevo dos años aquí. Siempre es lo mismo. Por la mañana toca cuchillo y látigo, por el medio día puñetazos me ahogan por tres o cuatro minutos, por la tarde me hacen dormir, para y luego me despiertan por la noche para tener una "reunión con el jefe", y luego a dormir y vuelve a empezar.

Nunca me voy a acostumbrar, pero ahora no grito, no me muevo, no me retuerzo, y no lloro. Puede que no parezca muerta, pero lo estoy por dentro.

Cada día pensó en que algún día saldré de aquí y me vengare de ellos, los que mataron a mi hermana y me torturaron... Si es que salgo algún día.

Acaban de entrar, ahora toca el turno de mañana. Y aquí viene el chico con el cuchillo y el látigo. Aunque este no es el de siempre, cosa que me extraña.

— ¿Y tú quién eres?— le digo con odio.— No quiero a novatos, nunca hacen el mismo daño.

Entonces levanta la mirada de la hoja de su cuchillo y veo esos preciosos ojos marrones tan cálidos.

Despierta Lía, él es tu enemigo, no te puedes despistar en niñerías como esas.

Dejo los sentimientos de lado, y sigo mirando cómo avanza hacia mi cama. Al llegar a ella corta las cuerdas del color de la sangre que me tienen atada al cabecero y mis manos caen a la cama, ya que desde que me raptaron, nunca he podido mover mis extremidades.

El chico me mira a los ojos con pena, pero aún así, coge en sus manos mi cuerpo desnudo y me da la vuelta. Entonces me empieza a azotar con su látigo en mi espalda, el único sitio donde nunca había sufrido ninguna herida. Pero esta vez es diferente que las demás, cuando acaba de agrederme, en vez de irse, se queda un rato mirándome con pena.

— Ayúdame.— es lo único que soy capaz de decir.

— ¿En serio? ¿Crees que te voy a ayudar?— dice él.

— No, ya lo sabía...— digo decepcionada.

— Mejor... No hables... Espérame luego— me susurra al oído mientras me clava el cuchillo en un costado de mi barriga.—. Es para disimular... hay cámaras...

Entonces empiezo a notar cómo puedo mover mis manos.

Entonces intento escapar, pero de repente dejo de sentir mis piernas y el resto de mi cuerpo. De repente caigo al suelo, entonces me doy cuenta de que lo que decía era verdad, habían estado observando, porque ¿cómo sino sabrían que había intentado escapar en ese momento? Entonces allí, con una extraña posición vuelvo a entrar en ese limbo, estro el mundo real y el de los sueños mientras noto como me dan patadas, puñetazos, me hacen cortes en el cuello, me escupen en la cara, me vuelven a cortar mi pelo hasta un poco más abajo de los hombros, me hacen cortes en las muñecas, y me violan. Mientras tanto, noto por fin como toda la energia se escapa de mi cuerpo y vuelvo a quedar inconsciente como siempre.

Después de unas horas vuelvo a despertar y veo que hay ocho chicos en mi habitación. Todos ellos están desnudos como yo, llevan cuchillos, látigos y unos botes de pastillas. Me abren la boca y me meten cada uno ocho pastillas en ella, sin querer, como si alguien controlara mi cuerpo me las trago y me empiezo a sentir mareada. Entonces vuelven a violarme mientras yo, sin controlar mi cuerpo suelto algunas carcajadas, beso a los chicos y me corto a mí misma. Después de cuatro horas me vuelvo a dormir mientras ellos me clavan cuchillos. Vuelvo a despertar, esta vez ha venido a visitarme el jefe y otros dos, sigo bajo el efecto de las drogas así que sigo mareada y pareciendo boba.

— Vente conmigo, aún no me he acostado contigo.— sigo riéndome como una estupida.

Entonces hace un movimiento con la mano y vuelvo a poder moverme. Él me pone un cuchillo en la mano.

— Apuñalate, cuando estés muerta, te reviviré, y entonces si que me acostaré contigo.

Entonces sin pensarlo dos veces, me río bobamente.

— Por ti haría cualquier cosa bombón.— digo.

Acto seguido me apuñalo en el pecho y noto como la vida se escapa de mi cuerpo.

Mierda, ¿qué he hecho?

Pero en un instante empiezo a notarme más y más poderosa, y después despierto y veo a todos los chicos que me habían hecho daño.

Ya no hay drogas, solo hay rencor y ganas de venganza. Pero no puedo hacer nada, porque soy débil, nunca podré hacer nada. Así que me vuelvo a estirar en la cama y hago como si nunca hubiese cambiado nada, como si no acabase de resucitar. Y dejo que se aproximen y me vuelvan a hacer daño. Pero entonces, algo me sorprende, todos sacan el cuchillo a la vez, todos se quitan la ropa a la vez, como si fuesen robots; pero hay uno que es diferente, se aproxima a mi corriendo con el cuchillo en la mano.

Seguro que me quiere matar, que lo haga, total, no valgo nada.

Al llegar, en vez de clavarme el cuchillo, corta las cuerdas con él. Después me coge en sus brazos y salimos los dos corriendo hacia la salida.

Y por fin, salimos. Al ver la luz del día tengo que cerrar rápidamente los ojos y extrañamente no puedo acostumbrarme a esa luz que tanto había deseado ver.

El chico no para de correr hasta que llegamos a una furgoneta negra. En la parte de atrás hay un colchón con sábanas y cubre camas azules. Al principio, me pareció una broma, pero luego entendí que como aún no podía moverme, me hubiese desnucado en un asiento. El chico me tumba delicadamente en la cama, intentó darle las gracias, pero al abrir la boca me doy cuenta de que me han vuelto a arrebatar la voz. Eso me pone en alerta, porque si me han vuelto a dejar sin voz, significa que el jefe ya sabe que he escapado, y eso significa, que enviará a otros a buscarme. Intento olvidarme de eso y pensar que aquí estoy bien. Así que empiezo a analizar lo que hay aquí.

Puedo ver a una chica morena vestida de azul sentada delante del volante, a su lado hay otro chico rubio vestido de blanco y detrás suyo, está el chico que me ha rescatado.

Espera... ¿Ese es el novato del otro día? Sí, lo es.

Entonces me relajo y me pongo a mirar el paisaje de la ventana.

— ¿Es ella?— dice la chica sin apartar la mirada de la carretera.

— Diría que sí, le daban mucha importancia— dice el chico que me ha rescatado.

Entonces, el chico sentado en el asiento del copiloto se gira y me mira.

— ¿Cómo te llamas?— me pregunta con suavidad.

Yo quiero responderle, pero no puedo.

— Se llama Lía.— responde el que me ha rescatado.

Entonces la chica para el coche y de un momento a otro todos están mirándome.

— ¿Es la hermana?— pregunta la chica.

— Sí.— responde mi rescatador.

— Lía, tenemos que decirte algo...— dice la chica.

Pero antes de que la chica acabara vuelvo a quedar inconsciente mientras noto como mi rescatador intenta reanimarme.

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1192 palabras.

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⏰ Last updated: Sep 10, 2017 ⏰

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Venganza poderosaWhere stories live. Discover now