Epílogo

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Espasmos recorrieron el cuerpo de ALice, Sebastian cayó de rodillas, Thomas quedó paralizado y Alexa abrió la puerta del hospital. Y entonces,Alice gritó.

-¡NO!- decía una y otra vez. Un doctor se acercaba a ellos, cabizbajo. Pero Alice lo ignoró, empujándolo a un lado y corriendo dentro de la sala.

La castaña se quedó junto a Riley, mirándola. Ella era su hermana, esa persona especial que todo el mundo debía tener. No podía irse, no ahora.  Debían estar juntas para siempre, eso era lo que pensaba Alice, una y otra vez. Tomó su mano, aún cálida y no se movió. Se quedó ahí, esperando algo, susurrando pequeñas cosas, intentando que la escuchara y mientras más lo hacía, se sentía cada vez más estúpida.

Lo que ella no sabía, es que en realidad sí la escuchaba. Como un pequeño murmullo, igual de suave que el sonido de una voz bajo el agua, pero la escuchaba.

-No te vayas- logró ditinguír.

-No quiero hacerlo- intentó contestar, pero ni siquiera podía abrir los ojos. Podía escuchar esa voz, la que cantó nanas para ella cuando tenía pesadillas, o la alentaba a hacer siempre algo mejor. Podía escuchar a Alice en medio de la oscuridad.

Alexa parecía la menos paralizada, con un único pensamiento: No puedo perder a alguien, no de nuevo. Corrió hasta alguno de los doctores, una mujer, y la tomó del brazo.

-¿Revisaron sus pupílas?- sus manos temblaban, pero señaló a Riley.

-¿Qué?

-Si no hay muerte cerebral, aún hay esperanza, pero si no la ayuda, la sangre no llegará a su cerebro.- dijo, recordando las palabras de Stephan.

La doctora no respondió, se acercó a la camilla de Riley y abrió su ojo derecho, iluminándolo con  una lamparita de bolsillo. Algo sorprendente pasó, así que revisó la izquierda, ocurrió lo mismo.

-Sus pupílas reaccionan.- dijo sorprendida, Alice la miró, no entendía que significaba eso.

La doctora tomó  aquellas paletas del reanimador y le dió una mirada a Alice que decía por todos lados "Aléjate". Un sonido como el de aveja inundó la sala y luego los descargó en el pecho de Riley. Y entonces, ocurrió: El sonido que más odiaban, se convirtió en una dulce sonata para los oídos de todos...El sonido constante de los latidos de un corazón.

Sebastian lo escuchó, y aún pensando que era el monitor de alguna otra persona, subió la mirada. A pesar de la humedad en sus ojos, lo vió. El corzón que juró para si mismo proteger, estaba latiendo de nuevo. Alice estaba pasmada,observando los picos del monitor. Sonrió, aliviada, con lágrimas en sus ojos.  Riley, la loca chica de una extraña fraternidad, jamás dejaría de intentarlo, es demasiado terca como para no hacerlo. Ninguno de ellos dos sabrá nunca que pensaron lo mismo en ese momento:

Ésa es mi Riley.

*

Los cuatro chicos estaban sentados en la sala de espera, una imagen tierna a la vista.Alice  con su cabeza sobre las piernas de Alexa,  y sus piernas sobre las de Thomas y Seb, diciendose lo único que necesitaban: absolutamente nada.   Thomas y Sebastian jugaban con cartas de Uno, utilizando las piernas de Alice como mesa.

Riley llevaba varias horas en cirugía, habían dicho que intentarían hacerlo todo en una sola operación: Cirugía  a nivel craneal, hemorragia interna, pulmón colapsado y múltiples fracturas. Así que las cosas ni siquiera estaban por terminar, pues sólo lograron estabilizarla.

Los señores Smith estaban por llegar,tomaron un vuelo desde Minnesota hasta Spotlight, Alexa los había llamado. Mientras que Alice llamaba a los Hemanos de Alexa. Habían llegado a ese "acuerdo"  porque Alice se sentía demasiado avergonzada como para hablarle a sus padres.

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora