Flor de Sangre IV

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Kralos escuchaba las noticias del ataque a la capital con suma tranquilidad. Cuando recibió el informe se levantó de su silla del consejo.Su rostro denotaba el silencio que precedía a la ira. Los allí presentes lo sabían bien. 

-¿Quien ordenó que esos esclavos se pusieran a subasta nada mas llegar?-preguntó el emperador sin alterarse-Se supone que iban a ser mis esclavos

-No lo sabemos, quien se encargaba de ellos fue asesinado junto a sus soldados-dijo la comandante de la guardia imperial

-Esos esclavos habían sido seleccionados cuidadosamente por mi general en Thumbria. ¿Por qué la guardia no estaba preparada para un ataque así de esa zorra rebelde? ¡Se supone que estaban acabados!-gritó

–No esperábamos el ataque, los derroté en otra batalla. Deben haber hecho un ataque a la desesperada–intentó explicarse la comandante

–Quiero que les des caza, los quiero muertos. A los esclavos fugados dales una muerte lenta y llena de sufrimiento, pero al ser extraño ese lo quiero ante mi. El que decían que tenía los ojos como... cerrados

–Lo que usted ordene, alteza–la comandante hizo el saludo imperial y se retiró

–Tenemos suerte, ella no está en un estado como para salir a combatir–dijo su hermano

–Por poco muere a tus manos. Me hubiera gustado estar allí para verla sufrir.

–Valió la pena perder un brazo, pero la próxima vez que la encuentre me aseguraré que no haya nadie que quiera rescatarla–Kralos sonrió

–Si puedes hacerme un favor. Busca a la  Señora de los Autómatas, al oeste del volcán. Dile que preciso de sus servicios de nuevo, y consigue un brazo nuevo–Kralos señaló el brazo de metal de su hermano

–No creo que acepte ayudarnos así como así.

–Markus, por eso vas a ir solo.

El emperador una vez solo se sentó en su silla de nuevo. Olvidó la amenaza rebelde por completo, estaba tan ensimismado en la conquista de los reinos humanos que ni se dio cuenta de que seguían existiendo. Conoce el estado en el que está la líder rebelde, pero también sabe que es  muy hábil y astuta. Aún sin poder ir a la batalla es peligrosa.

Alguien ataviado con una túnica roja y una máscara entró en la sala. Kralos fingió no percatarse de su presencia hasta que se sentó enfrente suyo.

–Vuelves tras todo este tiempo de ausencia–dijo Kralos poniendo sus piernas en la mesa

–Serás todo lo poderoso que quieras, pero tú hermana aún con todo el cuerpo mutilado es capaz de causarte problemas–dijo la voz masculina escondida tras esa máscara–No vas a cazar a los rebeldes, lo sabes. No antes de que el cataclismo  estalle.

–¿Que quieres esta vez?–preguntó Kralos cada vez más molesto con su presencia

-¿Recuerdas nuestro trato? Si no es por mi, Olyvia te habría derrocado ya hace tiempo.  Tu tienes un poder ampliamente superior, pero ella posee una inteligencia y una astucia que tu no. Dependes de tus generales y almirantes.

-¿Que necesita él de mi que no puedas hacer tu?

-Creo haber encontrado la cripta donde tienen el cadáver del Amo

-Ni  hablar. Sabes muy bien que una docena de Espadas Blancas vale por diez de mi ejercito. Si intento asaltar esa cripta tendré a los sacerdotes en mi contra. 



El grupo renacido descansaba en un páramo volcánico. Desde lejos se podía ver el volcán expulsando cenizas.

–¿Sabéis cómo lo llaman?–preguntó Nassir al los nuevos del grupo

–¿Cómo?–preguntó Fenrir

–El Palacio de Magma, cuenta la leyenda que dentro del volcán se haya el dios dragón Cinaed, descansa en su volcán junto a sus vástagos. El volcán es el palacio de Cinaed, desde donde espera a ser liberado para destruir a los Celestes, y sumir Dekram en un paraíso de fuego y sangre. Entra en erupción cada cien años, se dice que cuando el volcán entra en erupcion Cinaed grita con toda su ira. Los que seáis elfos sabréis de que hablo, lo habréis vivido. El cataclismo que libera el volcán.

–La última vez que entró en erupción fue hace casi cien años. Debe faltar un par de años o menos para que la destrucción se libere. Yo era una niña cuando viví mi primer cataclismo–dijo Laivine mirando con temor el volcán–Ningun rincón del mundo se libra de su destrucción. Cada pueblo lo pasa fatal. Los que no se ven afectados por las bolas de fuego, sufren tormentas de cenizas, terremotos u otros desastres naturales. Los animales mueren, los cultivos se arruinan, la fauna se marchita lentamente. Me quedé huérfana a causa de la hambruna que sufrió nuestra familia. No queréis saber cómo sobreviví.

–No se como se estará preparando el emperador para el Cataclismo. Pero se que nosotros estaremos a salvo cuando estalle–dijo Nassir–Si no habéis comido o bebido hacedlo ahora. Nos queda una larga caminata que andar y no podemos estar parados mucho más tiempo. 

–Deben de estar persiguiéndonos unas cuantas legiones. Si nos alcanzan estamos muertos, ¿lo sabéis?



El Alma de los Celestes(cancelada de forma indefinida)Where stories live. Discover now