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Son las 11 de la mañana en punto y sus ojos apenas se abren.
Lucha un poco con las mortales ganas de quedarse ahí un poco más, termina rindiéndose.

Repasa cuidadosamente la habitación para notar que las cortinas están cerradas, tal como las dejó la noche anterior, sin la sorpresa del sol irrumpiendo dentro, Luca B no le ha fastidiado la mañana abriéndolas de par en par por primera vez desde que llegó.

Le toma un par de segundos extras caer en cuenta del por qué.

Mierda.

Se levanta de un salto y corre escaleras abajo, casi saltando, sus pies descalzos resbalan sobre el piso frío hasta que llega a la puerta principal y la abre esperando encontrarse con el chico.

Pero no hay nadie allí afuera.

No, no, no.

Su mirada busca frenéticamente de un lado a otro una cabellera oscura, está seguro de que su pinta actual lo hace ver como un maniático. Busca algún movimiento en la tierra, solo… algo. No hay nada a la vista y utiliza el último recurso que le queda.

—¡Luca! ¡Luca!—hace un bocina con sus manos y grita lo más fuerte que sus pulmones le permiten—¡Maldita sea, Luca!

Lo único que recibe como respuesta es el cántico de las aves mandándolo a callar.

—No puede ser, ¿Donde estás?

Culpa al alcohol, como no, y a sus estúpidos impulsos, es mucho mejor que culparse a si mismo.
Se deja caer en los escalones de entrada y piensa en las posibilidades.
Si quiere ser positivo, lo más probable es que haya pasado la noche durmiendo en una banca en algún parque y eso con un poco de suerte.
Tal vez en este momento este destartalado en el basurero más cercano.

Sacude la cabeza para alejar esa imagen.

Trata de mantenerlo frío, pensar en que se supone que va a hacer, pero su mente no deja de transmitir la imagen de los ojos de cachorro de Luca B antes de cerrarle la puerta en la cara, se intenta convencer de que lo que está latiendo dolorosamente dentro suyo es debido a la culpa y no a otra cosa.

Pero no es sólo su pecho el que duele, su cuerpo en general lo resiente también, su mente está hecha un lío y quiere golpear su propia cabeza contra una roca.

Mira intensamente una roca de unos buenos dos kilos a unos metros, no ahora.

Se detesta tanto en esos momentos, no solo rompió la confianza que Luca B le tenía trayendo a alguien más a  esa casa, si no que también lo echó de esta como si se tratara de un sucio perro y ¡mierda! No lo va a aceptar, no va a aceptar lo que acaba de causar, no va a separarse de él tan pronto y mucho menos lo dejará irse. Sonará egoísta y lo es, pero va a encontrarlo y lo traerá de vuelta.

Entra a la casa de nuevo, esta vez solo por las llaves del transporte que le llevará por lo cielos porque a pesar de que es un poco más pesado cree que será más efectivo buscar desde las alturas.

Tiene que encontrarlo.

Es lo único en lo que puede y quiere pensar, encontrar a Luca B, pedirle perdón y con suerte las cosas van a volver a ser normales. Luca B ha demostrado una enorme capacidad de perdonar en ese poco tiempo y Chris piensa que puede usarlo a su favor. No tiene que ser tan malo como se escucha, no estaba siendo él mismo esa noche.

En sus cinco sentidos en no haría algo tan bajo y ruin.

Es válido tener pensamientos ruines, pero muy diferente es lastimar al chico que va detrás de él sonriendo como un dibujo animado.

Luca B Where stories live. Discover now