CAPITULO 5

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Mi casa se encontraba sumergida en total paz, armonía y vidrios rotos… espera, ¿qué? ¿Qué rayos? …

—¡Harry! ¡Has vuelto a casa! —Grito mi madre, eufórica desde la cocina, sosteniendo entre sus manos una botella de vino tinto, mientras caminaba lenta y curiosa hacía mi, tropezándose a cada paso. La sostuve antes de que cayera—. ¿Dónde has estado, hijo?

—¿Estas borracha? —Le pregunte, incrédulo mientras olfateaba un poco. Sin duda que lo estaba—.

—No. ¿Por qué crees eso…? —Volvió a tropezar, esta vez cayendo milagrosamente sobre el desgastado sillón al fondo de la sala. Estampe una mano contra mi frente. ¿Acaso necesito responder? —.

—La pregunta es ¿por qué? —Le dije aventando mi bulto al suelo e ignorando el cuerpo inerte de mi madre en el colchón. Mi vida no podría ser más patética—. ¿Y papá?

—¿Quién? ¿El cretino? —Me detuve en seco y me gire para enfrentarla. Mamá nunca hablaría así de él. A menos que…

—¿Qué ha hecho mi padre, como para que te hayas emborrachado así?

—No lo sé. Pregúntale a su secretaria —Dijo y después lanzo una carcajada al aire, sin algún atisbo de alegría. Apreté mis dos manos en puños y mi cara se sintió caliente—.

—¿De qué rayos estás hablando?

—Oh. Perdón, ¿no lo sabías? —Me dijo mientras se incorporaba y tomaba un gran sorbo de la botella. Sorbió la nariz—. Ese infeliz me ha estado engañando desde hace prácticamente años. ¡Y yo sin enterarme! ¡Qué ingenua! ¿No crees?

Esto no era cierto. Esto no puede ser verdad.

—Tu… tu estas mintiendo —Le dije entre susurros mientras me alejaba lentamente, dando pasos cortados hacía atrás. Ella sonrió sarcásticamente—. ¡No digas eso!

—Querida hijo, yo no tengo por qué mentir… Yo no soy una perra asquerosa como con la que se acostó tu padre —Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, ya rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando desde hace algún tiempo. Aún así no podía creerlo. No mi papá—.

—¡No mientas! —Le grite, corriendo hacía ella, asqueado y enojado. La sostuve por los hombros y la sacudí—. ¡Estas borracha, no sabes lo que dices!

—¡Suéltame! —Grito ella, empujándome lejos. Caí en el suelo con brusquedad, lastimándome el tobillo derecho. Gemí fuertemente al impactar. Mis ojos se llenaron de lágrimas y la miré desde el suelo—.

—Ahora comprendo porque te engaño. ¡Quién querría vivir con una loca como tú! —Le solté, llorando aún más fuerte. Ella me miro enojada y se abalanzo sobre mí. Me abofeteo fuertemente. Lleve una mano hacía mi mejilla dañada y la mire sorprendido. Mamá, en su vida me había puesto una mano encima. Hasta hoy. Después de que comprendió lo que había hecho, me lanzo una mirada de soslayo y después comenzó a hiperventilar—.

—Yo… Lo siento, lo siento mucho. No fue mi intención —Se arrodillo frente a mí. Yo mire hacia otro lado, aún conmocionado—. Perdón hijo, por favor…

—Ya. Ya lo tengo —Le dije, secamente. Me incorpore rápidamente, sin tocarla mientras me levantaba del suelo—. Aléjate de mí. Estas… ¡estás loca! —Le grite mientras las lagrimas profundizaban más y corrían sin freno por mis mejillas hinchadas y sonrojadas. Ella me lanzo una mirada de culpa mientras me dirigía a la puerta, tomaba mi mochila y salía corriendo por la entrada, hasta sabe dónde.

Corrí sin rumbo fijo durante un par de minutos, que se hicieron una eternidad, o incluso más. Cuando perdí la cuenta de cuánto había recorrido, y mis pies se encontraban finalmente destrozados, me detuve, sentándome al pie de un gran árbol verde. No me di cuenta de que me había quedado dormido, menos supe el momento en el que empezó a llover, hasta que las frías gotas me despertaron. Estaba empapado de los pies a la cabeza, había perdido el móvil y ahora me encontraba sin hogar por tiempo indefinido. Y pensar que hace un par de horas era el hombre más feliz del mundo.

—Mi suerte es horrible —Me dije a mi mismo mientras lanzaba pequeñas piedras hacía el pavimento. Flexione mis rodillas y después las envolví con mis brazos húmedos—.

Bien, sabía que estaba sufriendo de más, también sabía que podía pasar la noche en casa de Niall o la abuela—por más horrible que esto sonara—, pero, ¿y qué? Necesitaba sufrir y ver el lado gris de la vida. Después pensé en que tal vez exageraba y me levante, sacudiendo el lodo de mi trasero.

No podía ir con Niall o con la abuela. Si llegaba a alguna de sus casas en este estado, se preguntarían el porqué de mi apariencia, y yo no tenía humor para interrogaciones.

Solo había una opción.

Si, es esa, que ustedes ya saben.

Soy débil, lo siento.
A pesar de que me encontraba en un estado físico que daba pena, tome los últimos centavos que guardaba en uno de los bolsillos traseros de mis vaqueros, y con eso pague por un asiento en el asiento trasero de un taxi. Le di la dirección de la casa de Louis al menudo señor con pinta de asiático, no sin antes recibir una mirada de curiosidad y asco por su parte. Preferí ignorarlo y clave la vista más allá del vidrio sucio de la ventana.

Me sentía cansado y sin ánimos de nada—bueno, tal vez si tenía ganas de algo—. Quería tomar uno de esos largos baños calientes en la tina que solían despejarme de las dudas y liberarme de toda tensión. También me hacía una buena taza humeante de café. Y probablemente también un móvil nuevo, que no estuviera tan estropeado como el de estos momentos. Suspire y apoye mi fría frente contra el asiento delantero.

Una decena de minutos más tarde, me encontraba frente a la mansión de los Tomlinson. La fuente seguía emitiendo luces, al igual que los faroles; más sin embargo, la casa estaba completamente a oscuras. Sabía que era una falta de respeto entrar a su hogar, así como así, sin avisar, ni nada, pero es que la casa parecía completamente sola. Al parecer, ni Louis ni Johana habían arribado el lugar.

Tome una bocanada de aire y frote las palmas de las manos contra los vaqueros, y después cruce los brazos por encima del pecho, protegiéndome del frío. La lluvia no había cesado, solo aminorado la fuerza, por lo que aún estaba empapado y propenso a una enfermedad viral. Mordí mi labio inferior y decidí que no quería pasar toda la noche de pie en este lugar, por lo que accedí a ingresar en la casa, aunque probablemente era un delito.

Camine con cuidado hacía un extremo de la casa. En el trayecto hacía aquí, había comprobado que las llaves habían quedado tiradas por ahí. Así que no tenía ninguna forma de entrar, y tampoco quería formar parte de un tutelar para menores, así que lo mejor sería si solo me quedaba dormido en el patío trasero hasta el amanecer, para después levantarme antes de que alguien me viera, era muy sencillo. Me cole entre las húmedas enredaderas y escale sin mucha dificultad el muro de piedra, hasta aterrizar dentro del patío con perfección. Para mi fortuna, el tobillo que me había lastimado no era una cosa tan grave, por lo que no me importaba. Eche varías miradas y me percate de que nadie anduviera por ahí, entonces, salí de mi escondite y corrí hacía una pequeña banca, tirando sin cuidado mi mochila y aventándome sobre ella. Cruce los brazos por encima de mi cabeza y con ellos forme un tipo de soporte para esta. Cerré los ojos y exhale fuertemente. Por lo menos podría pasar toda la noche en tranquilidad. O al menos eso creía yo.

Me levante con brusquedad cuando sentí que alguien se recostó a mi lado.

Louis se encontraba pensante a mi lado, con una expresión de serenidad que no conocía en él. No estaba tan empapado como yo, pero aún así, el agua había logrado que sus delgadas ropas se adhirieran a su piel como una segunda capa. El hacía lograr que cualquier cosa se viera perfecta, pensé. Me imagine que solo yo, con mis ropas húmedas y colgantes, lograría que cualquier persona quedara con el efecto contrario del que Louis lograba crear. Él era el Sol y yo… bueno, no podría decir que una Luna. Más bien como un meteorito. Si, un meteorito gris y lleno de huecos que no servía más que para destrozar y uh, también hacer daño.

¿Qué pasaría si un meteorito impactara contra el Sol? Probablemente se derretiría. Justo como yo me estoy derritiendo en estos momentos.

—Que sorpresa encontrarte justo aquí —Dijo él, sin despegar su mirada del cielo—.

—Yo… Eh, pe-perdón. Pensé que-que…

—¿Qué aún no había nadie en casa? —Pregunto él, irónico. Por alguna extraña razón, yo asentí—. ¿Qué haces aquí?

—No tengo donde pasar la noche —Le dije sincero después de un par de segundos, bajando la cabeza un poco y mordiéndome la lengua—. Espero que no te hayas molestado, me iré si quieres.

—No. Está bien. Puedes quedarte si quieres —Dijo él, girando su cabeza hacía mí. Le miré—. Harry… ¿Podrías acercarte?

—¿Uh? Oh… Está bien —Me acerque hacía él y me senté a su lado. El se acerco, su cuerpo girando en mi dirección, y sus manos a mis costados. Deje de respirar por un segundo—.

—Quiero conocerte —Susurro el lentamente mientras pasaba las palmas de sus manos con muchísimo cuidado por las facciones de mi rostro. Cerré los ojos mientras pasaba sus largos dedos tibios por mis cejas, nariz y mejillas. Después continuo por mi barbilla y al final trazo mis labios con la punta. Sentí mi cuerpo sacudirse en calor, electricidad y sobre todo deseo. Abrí mis ojos cuando su tacto se alejo de mi rostro y contemple con fascinación. Sus ojos claros permanecían clavados en mis labios, revelando ansiedad en su mirar. Abrí los ojos como platos cuando él se acerco a mí, ocupando tres cuartas partes de mi espalda con sus manos sobre esta—.

—Eres tan hermoso como te recuerdo, Harry. Es una lástima que no te pueda ver más —Y después de haber susurrado aquello, presiono sus labios contra los míos y me fundí en su abrazo, mientras miles de fuegos artificiales bailaban a nuestro alrededor y mi corazón se incendiaba en un lago de felicidad.
Sentí mi respiración cortar y a mis manos temblar, por lo que me separe lentamente de sus cálidos labios que tanto deseaba. Me apoye en mis manos, ya que sentía que en cualquier momento podría desmayarme y solté un largo suspiro. Mire a Louis con una expresión de persona enamorada y le sonreí. El también lo hacía; una extraña especie de sonrisa mientras mordía su labio inferior y acariciaba una vez más mi mejilla.

—Eres perfecto —Le dije con un solo aliento. El ensancho más su sonrisa y suspiro—.

—Creo que me gustas, y mucho.

—¿Enserio? —Le pregunte sonriendo aún más estúpidamente mientras cerraba los ojos y le agradecía al cielo por estos momentos—.

—Por supuesto. Creo que eres grandioso. Quiero besar…

Louis se inclino hacía mi mientras hablaba, y después cayó en mi regazo. Solté un pequeño gritito mientras lo sostenía con firmeza entre mis brazos.

—¿Louis? ¿Estás bien? —El no contestaba—. ¿Hola?

Me aparte de él, frunciendo el ceño. Lo recosté en la banca y presione las palmas sobre su corazón. Realmente no sabía absolutamente nada sobre primeros auxilios, pero creí que tal vez, podría diferenciar si aún respiraba o si no… Estaba aterrado.

Para mi alivio, el soltó una risotada mientras lo seguía sosteniendo.

—Necesito otra cerveza —Se aparto de mi y camino hacia el interior de la casa, tropezando con objetos invisibles. Parpadee un par de veces antes de darme cuenta de algo; Habíamos estado en una fiesta, y aunque no lo vi tomando ninguna bebida, no justificaba el hecho de que, después de mi partida el hubiera bebido un poco. O tal vez mucho.

No, no podía ser. Conocía de ese tipo de casos en el cual la persona ebria podía actuar perfectamente normal por un corto lapso de tiempo. Pero Louis había sido demasiado, demasiado convincente. Incluso había admitido que yo le gustaba. E incluso yo seguía confiando en el, mientras chocaba con esas paredes invisibles que se colocaban en su camino. Porque él había dicho que yo le gustaba. Y aunque realmente hubiera estado tomando cerveza, siempre dicen que los niños y los borrachos decían la verdad. Y él era un niño y un borracho.

Sacudí mi cabeza y después me dirigí hacía el, a manera de ayuda. Se negó rotundamente, escupiendo en el piso. Me aparte repugnado y le eche una mirada.

—Ven, acompáñame a mi cuarto. ¿Podrías? —Pregunto él con la lengua trabada. Asentí, aunque él no pudiera notarlo y tome con cuidado su codo derecho, guiándolo escaleras arriba—.

Aún me parecía imposible que él hubiera dicho y hecho esas cosas segundos atrás. Sin embargo no me sentía arrepentido. Porque yo le gustaba. Yo le gustaba, yo le gustaba, yo le gustaba.

Ya en su cuarto, lo ayude a recostarse en su cama. Quedo boca abajo, en silencio por unos segundos, solo para después comenzar a reír como enfermo mental. Tal vez me había equivocado un poco y el hubiera ingerido otras cosas aparte de cerveza. La idea me repugno y mejor opte por hablarle.

—¿Quieres que te haga un café, o algo? —Le pregunte acostándome a su lado y acariciando su cabello con dulzura. Odiaba que él fuera tan increíblemente irresistible, incluso en esos estados—.

—No. Quiero que me hagas otras cosas —Dijo él, hundiendo su voz en la almohada y lanzando una carcajada. Yo rodé los ojos—.

—Eres imposible.

—Quiero que me ayudes. A quitarme la ropa —Levanto su cabeza y me miro, literalmente, levantando una de sus cejas y mordiendo sus labios con exageración. No creí que lo dijera de broma, así que me levante de golpe de su lado y le quite con rapidez los zapatos, junto con las calcetas y los avente en un rincón de su cuarto. El río más—. No me refería a los zapatos. Me refería a esto —Dijo señalando la bragueta de sus vaqueros. Me sonroje como nunca y le avente una almohada en la cara— ¡Oye! Eso es jugar rudo. Dame otro beso, ¿por favor?

—Estás ebrio. Hablamos mañana, ¿vale? Te quiero Louis—Me acerque a él y le ofrecí una mano. El la tomo, solo para después jalarme y acomodarme en su regazo—.

—Olvídalo. Mejor hablemos ya. Te quiero muchísimo, ¿sabías? Pero tengo que fingir diariamente que me caes mal y eso es tan horrible. No lo soporto. Te amo Harry, te he amado desde siempre, desde aquella vez que nos conocimos y nos juramos amor eterno. ¿Lo recuerdas? Porque a mi ya se me está olvidando —Lanzo una carcajada al aire y me soltó de su agarre. Me incorpore y camine confundido hacía la puerta—.

Bien, adiós mundo cruel. Este tipo estaba completamente delirando.

Lo mire una vez más. Había recostado su espalda contra la pared y cerrado sus ojos. Empezó a roncar. Sacudí la cabeza con desesperación y salí silenciosamente de su cuarto, olvidando todas las esperanzas que tenía con él.
*******************
No pude pegar el ojo en toda la noche. Al día siguiente, en cuanto vi salir el sol, me levante con pereza y me dirigí hacía el baño. Sentía el cuello engarrotado y los músculos de la espalda dolían. Había pasado toda la noche en vela, en el salón de entretenimientos mirando películas subtituladas y revisando la colección musical, que extrañamente, me agradaba.

Mire mi pálido reflejo en el espejo y casi se me sale el corazón. Esperaba sinceramente que el día de ayer, Louis no me hubiera besado con esta pinta de zombi que traía. Aunque sabía que, desde ayer me encontraba en este estado, incluso peor. Y de nuevo, volví a recordar que él no podía ver mi apariencia, así que no tenía nada por qué preocuparme.

Y me sentí mal por pensar eso, una vez más. Mordí mi labio inferior y pensé como podría parecer una persona normal en estos momentos.

Nunca había tenido unas ojeras tan más grandes. Mi cara estaba tan pálida que me costaba creer que actualmente vivía en California y no en un lugar donde nunca pegaba el sol. Mi cabello estaba tan duro y enredado que daba vergüenza. Pero lo peor, era mi ropa, completamente enlodada y rasguñada. Parecía haber salido de un libro para cazadores.

—Necesito una ducha, ya mismo —Me dije a mi mismo, encerrándome en el baño y despojándome de mis ropas, dejándolas en un rincón. Gire la perilla de la regadera y el agua comenzó a brotar del grifo. Disfrute cada segundo, hasta que alguien me tomo por la cintura y solté un grito de muerte.

El tipo me sujeto con fuerza mientras pataleaba y rasguñaba. Tenía un poco de suerte, ya me habían envuelto con todo y cortina de baño, por lo que me cubría de mi desnudez. Me llevaron arrastrando hacía el corredor y después me aventaron con dureza en el piso. Solloce.

—¡Dime tu nombre inmediatamente, ladrón! —Limpie mis ojos y mire a la persona. Que en realidad era Louis. Cubrí con las manos mi pecho y flexione las piernas para que el no pudiera ver nada. Pero no es como si sirviera de algo, ya que de todas maneras no podría. Me incorpore, aliviado y lo abrace.

—¡Me diste un susto de muerte! Soy solo yo, Harry. —Le sonreí mientras miraba su cara de confusión, tornándose roja como tomate—. ¿No recuerdas que pase la noche aquí? Claro, como ibas a recordarlo si estabas totalmente ebrio…

—¿Estas desnudo? —Pregunto él. Recordé que me estaba bañando hace un par de segundos y que después Louis me había sacado a patadas de la ducha. Así que, si, técnicamente estaba desnudo. Me separe de él después de unos momentos y luego fui yo quien tenía la cara roja—.

—No —Mentí—. Me estaba, uh, duchando antes de meterme a la alberca. Traigo ropa.

—Pues no la sentí —Dijo él cretinamente, sonriéndome. Rodé los ojos—.

—Con lo que me importa. Como sea, ¿podrías prestarme una camiseta o lo que sea?

—¿Para qué? —Pregunto él, extrañado—.

—Bueno, ¿para qué crees que ocupo ropa? Obviamente no para limpiar el baño, ¿eh?

—¿Qué le paso a tu ropa?

—Se mojo con la tormenta de ayer. ¿No lo recuerdas? —Le pregunte, esperanzado. Si recordaba la tormenta, probablemente habría una mínima posibilidad de que también recordara el beso y lo que me había dicho—.

—No realmente. Creo que bebí de más ayer, cuando te fuiste. Tal vez sea por eso que me duele la cabeza, ¿verdad? Sería lo más probable…

—¿No recuerdas absolutamente nada de lo que hiciste o dijiste ayer? ¿Estás seguro? —Le pregunte seriamente mientras temblaba y cerraba las manos en puños—. ¿Enserio?

— Calmado, ¿vale? No recuerdo nada. ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hice?

Suspire—. Nada, nada. Olvídalo. Iré a preparar el desayuno. ¿Quieres algo?

—Cualquier cosa estará bien. Gracias.

—Vale.

Cretino.

Estúpido.

Si no me gustaras tanto, podría golpearte en estos momentos.

Tarado.

Antes de dirigirme a la cocina, entre al cuarto de Louis sin mirarlo realmente. Tome la primera camiseta grande que vi y me vestí con ella. Baje las escaleras a paso flojo. Sentía el suelo moverse a mi alrededor y la vista se me comenzó a nublar un poco. Quería llorar por todas las cosas tan horribles que me estaban pasando últimamente; Primero Trevor, luego mis padres y ahora Louis.

Necesitaba unas vacaciones.
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Ya en la cocina, amarre mi cabello húmedo con una liga que más bien era como una diadema y solo quitaba mis rizos que tapaban mi cara, no se porque la traía en la mano; comencé a tomar comida del refrigerador. Revolví de esto y aquello en una licuadora y comencé a morder una pera que se encontraba sobre la barra. Me senté en una silla de madera y pegue la frente contra mis piernas. Necesitaba pensar.

Le gustaba a Louis, de eso no me quedaba duda. Pero, ¿cómo? No había sido precisamente la persona más amigable con él, solo hacía mi trabajo; además el no me conocía. Me refiero físicamente. Ya me habían dicho que él era un mujeriego, así que mi concepto de él era que nunca se fijaría en alguien a quién no puede ver. Ósea yo. Todo esto era tan extraño, me dolía la cabeza de solo pensarlo.

Alguien me saco de mis pensamientos.

—¿Louis? Querido, ¿estás en casa? Louis que estas… ¡Harry!

Di un grito y salte de la silla, pegándome con la pata en el dedo pequeño. Mire a Johana, que a su vez me observaba con una mirada de horror. Me pregunte el porqué… hasta que finalmente me di cuenta.

—¿Por qué estas vistiendo solo una camiseta? Y es de mi hijo. ¿Acaso tu y él…

—¡No! No, no. Es una equivocación, yo nunca —Mi mente quedó en blanco. ¿Realmente creía que Louis y yo habíamos tenido sexo? ¿Enserio? Tape mi entrepierna lo más que pude —. Nunca haría nada con su hijo, ¿está bien? El solamente es mi amigo. O algo parecido, ust-usted me paga para que hable con él, así que no hay ningún otro tipo de relación entre él y yo. Solo laboral, se lo aseguro, por favor, yo…

—¿Es enserio, Harry? ¿Solo lo hacías por eso? —«!ESTÚPIDO!. Louis había escuchado aquello. Que estúpido, que estúpido, que estúpido». Louis se acerco a mí, frunciendo la nariz y volviendo sus palmas en puños—. ¿Es cierto?

—Uh… No realmente, solo que…

—¿Sabes qué? Mejor olvídalo. Y también se me quito el hambre. Adiós mamá.

—¿A dónde vas? —Pregunto Johana, culpable—.

—Con Zayn, me espera fuera. Ojalá no te importe. Ahora sí, adiós.

Salió de la casa dando un portazo. Me estremecí.

—Oh Harry, siento mucho si te cause problemas con él, no era mi intención…

—Está bien —Le dije, sin sentirlo. La mire—.

—Puedes tomarte el día libre si quieres, al cabo, no creo que veamos a Louis en todo el día.

—Eso sería perfecto. Pero, algo más. ¿Podría darme un aventón a mi casa?
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Aquí vamos de nuevo, a lidiar con más problemas.
Karen me llevo enseguida a casa. En el trayecto, mantuvimos una pequeña conversación sobre Louis y su accidente. También me conto sobre sus hermanos y las aspiraciones de estos. Me dijo lo mucho que quería a Louis, y lo mucho que quería que el saliera adelante. Que intentaría hablar con él sobre lo que me escucho decir, y prometía que nada saldría mal. Y yo le creía.

Me dio un poco de vergüenza al llegar a casa y encontrar mi casa en tan mal aspecto. Había un par de ventanas rotas, el césped crecido y varías latas de cerveza tiradas alrededor. Johana se estaciono frente a la casa frunciendo el ceño y apago el carro. Después, me miro.

—Hay algo que Louis me prohibió decirte, sin embargo, creo que tienes derecho a saberlo. —Tomo un breve respiro. Yo la mire con atención—. La próxima semana viajaremos hacía Maine, a una pequeña cabaña a la cual siempre solíamos ir en verano. Me gustaría que nos acompañaras, si eso sería posible, ya que realmente creo que le haces un bien a mi hijo. ¿Considerarías la idea? —Pregunto esperanzada. Yo me quede en blanco—.

—No lo sé. Viendo como están las cosas entre su hijo y yo…

—Te dije que no te preocuparas, yo me encargaré de eso —Dijo Johana con una seguridad, que hasta logre creer que hablaba enserio—. Haré todo lo que esté en mis manos para que mi pequeño sea como lo era antes. Y si eso implica el ayudarte para que vuelvan a ser amigos, no dudes que lo haré.

Vale, ya veo porque tanto empeño.

—Muchísimas gracias Johana. Ojalá que todo pudiera volver a ser como antes.

Me despedí de ella y me baje del coche, viendo como avanzaba por la calle. Pase mis manos por la cabeza y después decidí echarle un vistazo a mi coche, que probablemente estaba guardado en la cochera, porque no lo veía estacionado. Abrí la puerta de la casa con las llaves que siempre guardo debajo de una maceta y me metí, intentando hacer el menor ruido posible. Eche miradas furtivas a todos lados y me encamine hacía el patío trasero, que estaba comunicado con la cochera. Me sorprendí al ver que también había un desastre, pero no hice nada para arreglarlo. Me metí en la cochera y suspire aliviado. Mi destartalado coche estaba en perfectas condiciones. Maravilloso.

Iba subirme en el, cuando fui interrumpida por alguien detrás de mí. Mi madre.

—¿Harry? ¿Qué haces aquí? —Pregunto, más ebria que la última vez. Rodé los ojos y me aleje de ella cuando intento abrazarme. Vestía su pijama verde y una bata de baño rosa, el cabello amarrado en desigual a la altura de la nuca y grandes ojeras bajo sus ojos. Mi madre realmente daba pena—.

—Bueno, resulta ser que esta es mi casa, y puedo venir cuando me venga en gana —Le respondí fríamente, sacándole la vuelta y entrando de nuevo a la casa. Ella me siguió—. ¿Podrías dejar de seguirme?

—No. Lo siento pero… —Se tropezó detrás de mí, cayendo al suelo y después lanzando una carcajada. Y después comenzó a llorar, mientras se levantaba y empezaba a reír de nuevo—. Hay, me tropecé.

Realmente no podía creer que esta era mi madre amorosa de hace tres días.

—Iré a mi cuarto, y por favor, no me sigas —Le dije con los ojos escociendo y me volví a alejar de ella, subiendo escaleras con dirección a mi cuarto. Cuando finalmente llegue a él, cerré la puerta con seguro y me deje caer sobre el piso. Me dolía tanto la cabeza. Por todo; por el engaño de mi padre, las borracheras de mi madre, todavía por el beso de Trevor, el enojo de Zayn, y sobre todo, por lo que Louis me escucho decir. Deseaba con todo mi corazón que las cosas fueran como antes; Desearía que Niall no hubiera marcado ese número en el teléfono. Que Louis nunca me hubiera besado. Que papá no hubiera engañado a mamá.

¿Por qué las cosas tenían que ser tan difíciles?

Me incorpore y camine hacía mi cama, tirándome en ella. Ni siquiera me había dado cuenta que me faltaban los zapatos y la ropa interior. Y comencé a reír. Estaba tan preocupado en otras cosas, que me importo un limón que la señora Johana y mi madre me hubieran visto semidesnudo. Reí más fuerte cuando pensé en todos los momentos divertidos que había vivido al lado de Trevor, cuando estaba perdidamente enamorado de él y deseaba a cada momento que me diera un beso, en la piscina y a la luz de la luna. Reí más por la estupidez de haber salido corriendo de casa la otra noche, cuando pude haber tomado mi coche y simplemente haber conducido. Y reí, aún más cuando recordé la primera vez que conocí a Louis y vislumbre a Zayn desnudo, cuando fuimos a la feria y el comenzó a burlase de mí porque tenía miedo en la casa de espantos, cuando miramos hacia el cielo juntos. Cuando lo bese por primera vez, volviéndome la persona más feliz del universo, y finalmente cuando me dijo que me quería, porque aunque hubiera estado borracho en esos momentos, yo le creía. Le creía porque confiaba ciegamente en el. ¿Y porque confiaba ciegamente en él? Porque lo amaba, y porque siempre estaría a su lado. Y no me importaría que me tratara como a un niñero, o incluso un criado. Lo que sentía por él era tan… tan natural. Tan correcto. Al estar con él me embargaba una sensación de familiaridad, me sentía protegido, a pesar de ser yo el que lo protegía a él. Y al final, me sentí triste. Porque tenía tantas cosas, que desaproveche y luego se marcharon. Y algunas nunca volverían. Y yo quería, no, perdón. Yo necesitaba que volvieran a ser igual, excluyendo la parte de Louis, tal vez. Como Johana, haría todo lo que estaba en mis manos para modificar los cambios de mi vida. Y empezaría desde ya.

CORAZÓN CIEGO (Larry Stylinson) TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora