Reflexiones de los 20.

Tiempos de caos

Vaya lugar para dejar la bicicleta. El césped estaba tan alto, que con muchísima suerte se asomaba el manubrio de entre las flores del lugar. Se decidió a descansar, rodeó sus rodillas con sus brazos y las llevo hasta su mentón, se dejó llevar por su alrededor. ¡que día! necesitaba un respiro.

El sol le pegaba directo en la cara y lo único que oía a lo lejos, era el dulce cantar de algunos distraídos pájaros que jugueteaban entre ramas. Que extraña  tranquilidad entre tanto caos, y es que ya estaba cansada, tirada, harta. Había tomado una decisión tan simple como sentarse al sol vivo y ardiendo de una tarde de naciente primavera.

Y es que eran incontables los días que había disuelto y destruido con las cadenas de pensamientos que consumían su interior, que le agotaban, hasta que un día su papá llegó con un bolsón.

— ¿Qué te traes ahí?  — le preguntó con impaciencia mientras intentaba abrirlo.

— Una sorpresa  —dijo mientras desenvolvía con calma el paquete.

Al abrir el bolsón dejó entrever un montón de álbumes viejos, repletos de polvo. En ellos algunas fotos de tiempos pasados, que según confesaba la nostálgica sonrisa de su padre  -parecieron ser asombrosos-. La mirada paternal se iluminó mientras su índice apuntaba animadamente rostros y explicaba el contexto de cada recuerdo registrado. Cuando cerró el último de los libros de fotos, le lanzó una mirada a la muchacha y le dijo -alzando las cejas- "el tiempo pasa muy rápido". Ella lo sabía, pero nunca le había hecho tanto sentido.