LA LEYENDA DEL TULIPÁN

CAPÍTULO II

Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.

-Esta semana serán de leyendas de amor, la joven rubia les hablaba a los chicos allí reunidos, el nutrido grupo estaba compuesto por pequeños de todas las edades, todo el lugar estaba en penumbra y apenas se podían ver las siluetas de los que estaba sentados esperando que iniciara la función.

-Ahhhhhhhh, fue el grito desanimado de todos los chicos mientras las niñas aplaudían emocionadas, su pequeño se removía para que lo bajaran y al spararse en suelo, se abrió paso hasta estar frente a el ángel de cabellos dorados, que al verlo le sonreía y se agachaba para tomarlo en sus brazos y continuar hablando, el pequeño se recostó en su pecho pasando sus brazos por encima de su cuello.

-Esta historia empieza como muchas de las que siempre contamos, pero esta es muy muy especial para mí, mi madre y mi padre me la contaron muchas veces,  cuando yo era una niña, pero ahora es tiempo de que yo se las cuente a ustedes, después de hacer una pausa alguien se  acercó con una silla alta para que se sentara sobre el escenario, y sin soltar al pequeño rubio lo sentó en su regazo en su regazo comenzo su narración ella nado la pantalla del escenario con imágenes que acompañaban la narración.

-Leyenda del tulipán, cuenta la historia de un príncipe y su princesa, y es el símbolo del amor perfecto en un país muy muy lejano.. después de asegurarse de tener la atención de todos los chicos continuó con su relato.

-Había una vez, un joven príncipe persa, llamado Farad, él estaba profundamente enamorado de Shirin, ella era una bella doncella de la corte del sultán, ellos se encontraban en los jardines del palacio, al verse siempre reían y se acompañaban, eran los mejores amigos en todo el mundo.

-Muchas doncellas y princesas, quería ser las elegidas por el corazón del príncipe, pero su corazón ya tenía daña, el padre de una de las princesas era malvado y muy ambicioso y a toda costa quería casar a su hija con el príncipe Farad, pero él  solo tenía ojos para Siringe, que era dulce y cariñosa, la princesa Shaii era muy hermosa pero su corazón era duro y frío, no le gustaban los niños, solo quería al príncipe porque tenía muchas joyas en su palacio, su padre haría todo lo que fuera necesario para cumplir su capricho de su hija y esta lograra casarse con el príncipe.

-Ohhhhhhh, se escuchó el murmullo de los pequeños.

-Es mala dijo alguien, por lo bajito, lo que hizo reír a Albert, aquel pueblo era bastante pintoresco.

-El príncipe tenía una hermana mayor, que lo amaba profundamente, ella lo quería como una madre quiere a un hijo, porque su madre se fue al cielo cuando él era muy pequeño, ella sintió como el pequeño se removía y algo como un sollozo, por lo que lo abrazó con más fuerza y le dio un beso en la frente antes de continuar.

-Su hermana siempre los ayudaba a escaparse y les guardaba el secreto, pero un día el padre de Shaii los estaba vigilando oculto en los jardines y los descubrió, con sus hombres armó un plan para separarlos, pero nada funciono, ellos siempre lograban superar todos los problemas y eran felices.

-Pasado un tiempo después ellos decidieron casarse, pero el rey malo rapto a Shaii, el príncipe Farad la busco por toda persa, pero no la encontró, a cada pueblo o ciudad que entraba preguntaba por ella, y por eso todos conocieron la hermosa historia de amor de ellos, en cada lugar que él iba dejaba bulbos de Tulipanes, que la gente sembraba y él les decía, que el día que aquellos bulbos florecieran era porque ellos al fin se habían reunido y estaba felices.

-Después de muchos meses de buscar y buscar, un día llegaron del palacio algunos guardia enviado por el padre Shaii, a decir que a sus oídos habían llegado rumores de que su amada había sido asesinada por sus captores, lo que no era más que una mentira, la chica había sido raptada y aún la mantenían cautiva, la joven abría mucho los ojos y con sus gesto complementa lo que decía, los niños se mantenían en silencio muy atentos y expectantes.