Arpeggios

d o s

Yeong Eun descansaba su cabeza en el hombro de Taeyang, mantenía los ojos cerrados para poder disfrutar más del sonido que creaba con el piano. Sentía los movimientos que hacía con su mano izquierda, y eso lo hacía sentirse más cerca de la canción.

Tenía al mejor profesor de piano del mundo, y al mejor concertista del mundo en una sola persona; y se encontraba junto a él.

—Pagaría por escucharlo tocar, hyung.

—Ya lo haces, recuerda que tu mamá me paga para que te enseñe, y tú decides usar ese tiempo en escucharme tocar o distraerme con tus labios tentadores.— Taeyang dejo de tocar, para jugar con los dedos de Yeong Eun.

—Creo que es al revés, hyung, intento concentrarme, pero no puedo con la idea de que podría usar este tiempo recreándome con su boca— Yeong Eun miró directamente a sus ojos—Por ejemplo ahora, admito que podría estar practicando esos acordes que me pidió memorizar, pero también podría estar sintiendo como su manzana de Adán se mueve cuando beso su cuello, o como se sienten sus labios en los míos.

Al ver el claro sonrojó en la cara de Taeyang, supo que había dicho lo correcto. Le encantaba estar con él por esa razón, podía decirle lo que le pasaba por la cabeza y no se volvería loco... al menos no de mala manera.

Taeyang se aclaró la garganta antes de hablar.

—Si tocas bien esta partitura, te daré un premio.

Esa era su forma de hacer que Yeong Eun siguiera las lecciones. Normalmente no era un estudiante distraído o que no cumple con su deber, pero es que Taeyang se negaba a verlo fuera del horario de trabajo que le habían puesto, así que sentía que debía aprovecharlo tanto como pudiera, las tres horas se le hacían cortísimas.

—¿Qué premio?

—Sabrás qué es si te lo ganas. — Taeyang le dio una mirada que le hizo sentir que sea lo que sea el premio, lo necesitaba.

La partitura que tenía que leer era bien simple, por un momento pensó que Taeyang la había escogido a propósito. Cuando terminó de tocar, lo miró con una gran sonrisa en la cara, mostraba sus hoyuelos, y sabía que eso le gustaba a su profesor.

—Mi premio por favor.

Taeyang lo tomó de las mejillas y se acercó a su rostro, le dio un beso corto en los labios. Tan corto, que estuvo a punto de quejarse, hasta que sintió esos labios que tanto le gustaban en su cuello. Taeyang se levantó del banco e hizo que Yeong Eun se sentará dándole la espalda al piano, tuvo que doblarse para poder besarlo. Cuando intentó levantarse del banco, las manos del mayor lo empujaron.

—Este es tu premio. —Dijo mientras se arrodillaba delante de Yeong Eun. En ese momento supo lo que venía, y sintió algo revolviéndose en su estómago y cosquillas en la entrepierna.

Taeyang acarició sus muslos y levanto lentamente su falda. Aún no había comenzado y sentía que iba a desfallecer. Su profesor de piano acarició su miembro por encima de la ropa interior y abrió los ojos con sorpresa al sentir que ya estaba duro.

—E-e-es que... solo la idea de...

Taeyang no dejó que se excusara y sacó su erección de la ropa interior. La sensación de la mano del pianista alrededor de su pene era, por mucho, una de las mejores cosas que había sentido. Mordió su puño para evitar que sus gemidos salieran.

Ya tenía los ojos cerrados por el placer cuando la boca de Taeyang lo tomo de sorpresa. No pudo evitar soltar un sonido entre grito y gemido. Se sentía tan bien.
Creyó que dijo algo, talvez le rogó que se detuviera o que lo hiciera más rápido, por que Taeyang comenzó a mover más la lengua de una forma que estaba derritiendo al albino.

—Hyung, me me... vengo...—solo le dio tiempo a decir eso, pues justo después tuvo un gran orgasmo en la boca de Taeyang, y este lo tragó sin dudarlo.

Yeong Eun se apoyó en su profesor muestras recuperaba el aliento.

—Perdón por venirme en su boca.—Dijo limpiando de la comisura de la boca de Taeyang algo de semen. Sentía que toda su cara ardía hasta las orejas.

—No podíamos dejar rastro. — Taeyang, que era el que normalmente se sonrojaba, solo sonrió y dejó un beso salado en sus labios.