extra : primera parte

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Habían pasado algunos largos meses en los que Ciel se pareció relajar minimamente ante el mayor. Parecía notablemente más tranquilo y eso hacía que fuera mucho más cercano con el demonio, tanto que en ocasiones se le hacía difícil mantener el control al mayor. Aunque no solía ser un gran problema ese día en especial, estaba siendo difícil. Sebastián notaba su virilidad rogar una vez más por aquel inocente neófito. Rogaba por hacerlo suyo y unir el lazo de la manera más brutal y salvaje posible. El corazón del demonio se aceleraba deseando aprovechar esa tierna e ingenua confianza que Ciel le profesaba haciendo algo así de provocador a sus ojos. Ese día habían decidido salir a nadar un poco en las calmas aguas de los manglares. Aunque seguramente el demonio mayor no se metería al agua, pues estaba en la orilla sentado todavía envuelto en la toalla tratando de disimular su muy notable excitación.
El fino cuerpo de Ciel se deslizaba bajo el agua con agilidad, como una bella y engañosa sirena. Todavía no sabían que clase de demonio era aunque Sebastián tenía una ligera impresión por que no lo sabían. Iba a ser gracioso si al final resultaba ser un incubo o algo por el estilo.
- ¿estas bien? - Ciel le miraba queriendo que se metiera también, pero no era momento de meterse al agua y dejar ver lo excitado que se encontraba. El menor apoyaba la cabeza en el borde escrutando minucioso al mayor. Parecía que todo el lugar le cubría, no había "orilla" propiamente dicha, pero su torpe nado era suficiente. - Métete - lo dijo directo y sin rodeos casi haciéndolo sonar autoritario
- Solo te miraré desde la orilla - pudo ver el gesto de desagrado en el rostro del menor que pronto se alejaba buceando. Sabia perfectamente que quería que se metiera pero no era el momento.
- Jo, para eso me hubiera quedado en la bañera... - Su refunfuñó se escuchó incluso desde la otra punta. No podía irse muy lejos pues no sabia nadar bien, tampoco podía ahogarse pues ya no le era necesario respirar. Sebastián rió un poco viendo como el niño nadaba ofendido, parecía un cachorrito desvalido. No podía más que sonreír imaginando a Ciel con orejitas y cola de perro, con un collar a juego - Búscame -su grito repentino sobresaltó a Sebastián que de que quiso reaccionar Ciel hacia desaparecido bajo el agua.
- ¡Ciel! - La silueta del menor había desaparecido y con la niebla era imposible divisarlo por lo que bastante molesto por ese acto infantil que se dispuso a buscarlo. La verdad es que el agua fría era un choque para lo "acalorado" que se encontraba apenas un segundo antes aunque para su sorpresa ni siquiera eso funcionaba ya. Sonrió un poco imaginando algunas situaciones favorecedoras para su situación y viendo que el menor no volvía se dispuso a buscarlo.

Ciel comenzó a bucear y se alejó todo lo rápido que podía. No estaba cabreado, pero si un poco molesto por el comportamiento del mayor últimamente. Se mostraba mucho más esquivo, como desinteresado.  No podía permitirse perder el interés del mayor, necesitaba su atención.
Escuchaba el agua agitarse varios metros tras de él por lo que efectivamente, le estaba siguiendo. Estaba algo cansado pero aceleró un poco para que el otro no lo alcanzará .
- ¡Ciel! - Escuchó gritar al mayor y miró para atrás a buscarlo, pero el romper del agua contra las escasas lomas de tierra de los manglares aturdia su nuevo y sensible oído. Para su aguda vista tampoco iba mejor porque todo lo que veía eran raíces internadas en el agua. Por suerte el viento venía a favor entregado el dulce olor del mayor, por lo que no andaba muy lejos. Parecía que el agua hasta hace poco calma se estaba agitando pero tampoco era nada alarmante por lo que siguió.
Sentía la fuerza de la corriente crecer y se dejaba llevar por esa sensación liviana de ser arrastrado por el agua como hoja por la brisa. Era agradable y relajante o al menos eso le parecía a el. La siguiente vez que saco la cabeza del agua resultó haber avanzado más de lo que creía y ya no sabía en qué dirección había avanzado y el viento ahora en contra no ayudaba.
- ¿Sebastián? - su voz se perdía entre el sonido de las ramas de los mortecinos árboles chocando entre sí y el agua agitada - ¿Sebastián? - Volvió a preguntar pero su voz era insuficiente para tamaño estruendo, parecía que se avecinaba tormenta. ¿Había dejado de seguirle? Ciel miró a todas partes comenzando a entrar en pánico, no había más que una poca tierra yerma y miles de manglares creciendo directamente del agua, nunca había salido del terreno de la casa. No se había percatado hasta entonces pero las mariposas tampoco estaban, habían desaparecido junto con la calma. Por lo que se encontraba solo, perdido y a casi oscuras en un lugar extraño.
- Bien, lo primero es ponerse a salvo - trataba de mantenerse en calma hablando para sí mismo mientras salía del agua con torpeza, las raíces de los manglares eran escalofriantes bien visto, por suerte tenía una pequeña porción de tierra cerca a la que pudo subirse. - ¡Sebastián! - el viento parecía intensificarse aunque no disipaba la extraña niebla que parecía moverse como si fuera otro líquido, variando la densidad de esta.


Sebastián miraba como rápidamente el día se estropeaba por lo que aceleró sus pasos por el agua. El lugar le cubría casi hasta el pecho por lo que avanzar era lento. El día continuaba estropeandose hasta el punto que mantenerse en pie en el agua era demasiado difícil por lo que intentó nadar a pesar de la dificultad. A este punto dudaba que Ciel pudiera haber continuado nadando y eso le preocupaba mucho pues encontrar tierra era difícil y las largas raíces no eran lugar seguro con el temporal. Se estaba poniendo nervioso, muy nervioso. Comenzaba a sentir ansiedad a través del débil lazo. Jamás había añorado sus alas, era algo que había sacrificado con gusto por el menor pero en este momento las estaba necesitando mucho. Trataba de llamar al niño, pero su voz no era suficiente por más que gritaba. Solo tenía visión a ras del agua por lo que si estaba bajo ella no lo vería. De repente el aire volvió a cambiar llevando el dulce aroma del menor hasta el y respiró muy aliviado nadando con rapidez.

Había comenzado una tormenta eléctrica digna de la peor pesadilla de Ciel. La lluvia golpeaba con fuerza dañando su piel y los rayos hacían retumbar todo incluyendo su pequeño cuerpo. Seguramente hasta no haber pasado la tormenta Sebastián no sería capaz de encontrarlo. Sentia miedo. Mucho miedo y soledad. Su pequeño juego iba a terminar siendo una pesadilla. Ciel se encogió abrazando sus piernas tratando de cobijarse de todo lo que estaba sucediendo. Solo quería recuperar un poco de atención y ahora estaba solo y atrapado. Temblando de puro terror, todo sonaba demasiado cerca y el no tenia donde esconderse. Estaba totalmente solo, como en aquella habitación en la que estuvo encerrado -¡SEBASTIAAAAN! - su voz sonó desgarrada y desesperada pero seguía sin ser suficiente con todo el ruido. Recuerdos de sus vivencias en la sala le nublaban la mente - ¡Sebastiaan! - se iba a quedar ahí hasta que pasara la tormenta. Las ramas chocaban, el agua se agitaba con brusquedad y los truenos sonaban demasiado cerca - Sebastián...- susurraba ya sin fuerzas como un rezo, como el rezo de quien espera un milagro.

...

Como escuchando sus súplicas unos cálidos brazos lo acogieron. La tormenta no paro en ningún momento pero el sintió que incluso el tiempo lo había hecho. Hubiera jurado que todo el mundo se detuvo para que el sintiera los brazos del demonio a su alrededor, la agitada respiración de ambos, el dulce aroma intensificado por la cercanía. Se sentía seguro, a su lado nada podría salir mal.




La vuelta no fue más fácil, pero si mas relajada teniendo a Ciel con el. El menor no paró de temblar hasta llegar a la casa, su piel parecía hielo al tacto a causa del agua, seguramente igual que la del mayor, pero aun así lo asustaba. No dudo un instante en aclararlo y cubrirlo con todo lo que encontró nada mas llegar a la casa hasta dejarlo casi escondido.
- Es un buen momento para contarme porque has decidido internarte en el lugar - inquirió una respuesta pero al fijar la vista en busca de una respuesta solo encontró un suave rubor en las mejillas del niño que se le hacía ridículamente adorable. Tanto que acabo acostado a su lado luchando consigo mismo por no acercarse más.


- Solo quería explorar - había tardado mucho en contestar y lo sabia. Pero no había sido capaz de encontrar una escusa más decente. Por la mirada del otro sabia perfectamente que le había mentido pero aun así no dijo nada, simplemente permaneció ahí tumbado. La potente mirada carmesí del mayor estaba fijada sobre el menor inquietandolo un poco.
Ciel se fue moviendo poco a poco hasta quedar sobre el mayor. Su pecho amplio y firme cruzado por una única amplia cicatriz que lejos de estropear engalanaba ese pálido cuerpo con su extraña belleza. No lo pensó mucho simplemente se recostó sobre el hombro del mayor mientras paseaba su dígito por la cicatriz. Poco a poco fue subiendo sus caricias y de que quiso darse cuenta estaba sentado sobre el con mirada desafiante acariciando sus labios por el mayor. Por su cuello específicamente. Cosa que hacía estremecer al mayor y lo complacía en demasía. Guiado por su instinto acabo mordiendo la suave y fina piel recibiendo un dulce sonido como recompensa.
¿Eso había sido un gemido? Ciel continuó besando al mayor con mayor fervor, bajando poco a poco.
- Ciel, estas jugando con fuego - Su voz sonó casi como un ruego mientras sus manos se aferraban a las cobijas con fuerza. Las caricias eran una muy clara desventaja.



Siento estar tardando tanto en publicar esto, he estado enferma por dos semanas
Voy a dividirlo en dos trozos para que tengan este trozo ya.

Kuroshitsuji : Butterfly Night Where stories live. Discover now