I: "Revolucionario"

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Trazó una línea de tinta en el papel. Dibujar con grafito no era algo que le gustase.
Natalie perdía, mínimo, 4 horas al día en dibujar caricaturas.
Y la tinta era algo que le traía paz al cuerpo.

Al equivocarse maldecía al aire, pero eso la volvía mejor en usar tinta.
Cuando dibujaba se perdía en un trance con la tinta, solo pensaba en una cosa, que su dibujo fuera único.

Ella no era una artista reconocida, sólo algunos seguidores en la escuela, pues no mostraba sus obras a todos.

Los dibujos de Natalie eran espléndidos, algunos muy apegados al estilo viejo, clásico, otros a su propio estilo.

Aquella mañana sofocante tocaron la puerta de su casa, Natalie no esperaba a nadie.

Al abrir la puerta se topó con un hombre que tenía una gran sonrisa en su rostro.

–Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

–Natalie Drawing, ¿Cierto? Es un placer conocerla.

Natalie estaba sorprendida, a ese hombre lo había visto en algún lado.

–Si, soy yo.

–Disculpe la molestia, señorita Drawing, pero venía a hablarle de un proyecto.

Natalie dejó entrar al hombre a la casa amablemente, algo le intrigaba. 

–¿Un proyecto? No quiero sonar grosera ni maleducada, pero ¿cómo podría interesarme un proyecto suyo?– habló Nat, mientras tomaban asiento en la sala de estar, cada uno en un sofá diferente.

–Es fascinante que pregunte, pues le diré. He observado algunos dibujos suyos; tiene el estilo que necesito, Drawing, sería de gran ayuda.

–No entiendo…

–Mi estudio necesita más personal, verá, yo también creo caricaturas. Incluso estoy en un gran proyecto, si, y me encantaría que estuviese involucrada.

–Vaya, ¿cómo conoce mi trabajo?

–Venga, que no es difícil que un artista como usted se me escape. ¿Dónde tomó clases? Dibuja mi estilo. Por favor señorita Drawing, únase a mi en este proyecto revolucionario. Podría ser reconocida.

Natalie aún no comprendía, sin embargo la idea la atrapaba.

–¿Me daría más detalles?– pidió ella.

–Luego, necesito una respuesta suya, por favor, no se niegue esta grandísima oportunidad, esto revolucionará lo que conocemos como “caricaturas”.

–Aún no tengo claras las ideas…

–Lo que tiene que saber, es que su trabajo, señorita Natalie, es sólo dibujar, llevar a cabo su pasión, ¿acaso no quiere ser reconocida por ello?

Y eso fue todo lo que se necesitó para atraparla.

–Si, claro que si… acepto el proyecto, ¿que tan malo puede ser?

–Buena decisión, y creame, usted no invierte nada más que tiempo en hacer lo que le apasiona.

Ambos se levantaron de sus sofás, el hombre miró de frente a Nat.

–Le llamaré pronto, señorita, por cierto, me llamo Joey, Joey Drew.

El Demonio Danzante || Bendy y la máquina de tinta ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora