Capítulo Siete: La fábula de la mariposa que no se creía suficiente.

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–¡Dave!–Grito al ver al susodicho entrar en el vestuario.

Verle de nuevo me hizo recordar a lo que pasó por la mañana, aún me encontraba con mal cuerpo luego de la disputa que hubo entre él, Oliver y Nathan.

–Perdón, solo vine a buscar mi bolsa, pensaba que no habría nadie.–Dijo cubriéndose los ojos.

–¿Se te quedó en el vestuario de chicas?–Pregunto poniéndome la camiseta con rapidez.

–En realidad este es el de chicos.–Me corrige.

Genial, no hay ningún tipo de cartel, entonces entré al más cercano a la puerta por comodidad.

–¿Por qué te cambias tú sola?–Pregunta mientras saca la botella que tenía en la bolsa de deportes, para luego beber de ella.

–No me gusta que me miren.–Respondo poniendo mis calcetines.

–¿Por qué?–Vuelve a preguntar.

–Mi cuerpo no es bonito como el de las otras chicas.–Respondo sin más.

Siempre he pensado eso, me da pena que me vean porque no tengo nada especial ni bonito.

–No existen los cuerpos bonitos, si existieran sería algo subjetivo.

–Pues mi realidad es que mi cuerpo no es bonito, ni siquiera puedo mirarme al espejo, da igual si es subjetivo u objetivo.

Intento no hacerlo, esquivar reflejos de cualquier tipo, hasta en el agua. No solo con mi cuerpo desnudo, también ver solo mi rostro me causa rechazo.

–Si no te sientes valiosa, tarde o temprano vas a terminar comportándote de esa misma forma.–Dice sentándose a mi lado.

–No entiendo.–Confieso confusa.

–Si te tratas así, vas a acabar asumiendo que eres así y eso no es cierto.

–Sí lo es.

–Las mariposas no pueden ver el color de sus alas, nosotros vemos lo bonitas que son sus combinaciones de colores, pero ellas nunca lo sabrán. Solo ven pigmentos ultravioletas a los que no le dan importancia.–Me explica.

–¿Eso que tiene que ver conmigo? Yo no soy una mariposa, las mariposas son hermosas.

–Si en vez de a mí, frente a ti, tuvieras a una persona igual a ti, una réplica exacta, ¿podrías decirle lo mismo que te dices? ¿Decirle que no debe cambiarse en el mismo vestuario con las otras chicas porque su cuerpo no es suficiente? ¿Qué es una tontería pensar que es una mariposa porque ellas sí son bonitas? ¿Qué ni siquiera merece mirarse al espejo porque da pena?

Supongo que me estaba poniendo varios ejemplos para que entendiese a que se estaba refiriendo. Cerré los ojos imaginándome la situación que me plantea.

Alguien frente a mí, igual que yo. Otra Sam delante de mí, sonriente, esperando a que le diga todas esas cosas malas. Intentaba decir algo, pero mis palabras no salían, no podía decirle nada malo. No podía hacer que esa sonrisa se rompiese.

–No, no podría.–Abro los ojos.

–¿Entonces por qué lo haces contigo misma?–Me pregunta mirándome fijo.

Mire hacia el suelo, no sabía la respuesta, solo me sentía así. Intento mirar el lado positivo como me dice Alex, pero no funciona.

–Intento mirar el lado positivo de las cosas, pero no funciona.–Le confieso lo que acababa de pensar.

–No sé quién te dijo eso, supongo que lo hizo con buena intención, pero eso solo sirve para hacerte sufrir, para nada más.

–¿Por qué?

–Los humanos estamos diseñados para valorar más lo negativo que lo positivo, nos obsesionamos con lo malo y olvidamos lo bueno con rapidez. Nuestra mente, si se puede decir así, desea ser infeliz.

–Pero a veces funciona.

–Puede ser, pero si te dicen cinco cosas buenas sobre tu camiseta y una mala, le vas a dar importancia a la mala, posiblemente no vuelvas a llevar esa camiseta porque tu cerebro te dirá que, si una persona lo piensa, más lo harán, y hasta llegues a pensar que esas cinco personas estaban mintiendo para no hacerte daño y realmente pensaban lo mismo que la otra persona.

¿Cómo puede ser posible que sepa todo eso? Parece que esté en mi mente, que haya analizado mis recuerdos y que hasta me conozca mejor de lo que yo lo hago. Será muy bueno en el grupo de ayuda.

–Los miedos son algo racional, es normal tener miedo a algo nuevo porque no sabes que puede ocurrir. Pero no deberías tener miedo a mostrarte tal como eres, ni a la opinión de los demás sobre ti, no debes cambiar algo que te gusta solo porque a otra persona no le guste.

–¿Cómo puedo dejar de ser así?–Pregunto disimulando la desesperación.

–Lo sé, será un proceso largo, pero depende de ti cuando quieres empezarlo, comenzar a tener la felicidad que mereces.

–¡Dave! ¡Media hora llevo fuera esperando!–Exclama Oliver entrando por la puerta.–Oh, Sam, no sabía que estabas aquí.

–Sí, me estaba cambiando por equivocación aquí.–Le digo poniéndome de una vez mis zapatos.

–Suele pasar.–Se saca una mano del bolsillo para acariciar su pelo mientras sonríe.

Le devuelvo la sonrisa al ver que llevaba la pulsera que le había dado esta mañana, tenía claro que no le había gustado y ya descansaba en la basura.

–Ya te dejo en paz, Samantha. Perdona si te incomodó algo.–Dijo Dave cogiendo su bolsa y saliendo por la puerta.

–Nos vemos por ahí.–Se despidió agitando la mano siéndole.

Antes de acompañarlos, me lavo la cara con un poco de agua fría y me miro al espejo.

–¿Eres una mariposa?–Me pregunto en voz alta para luego negar con la cabeza.

Al salir por fin del vestuario veo de lejos, en la otra esquina del pabellón, al nuevo profesor de educación física con Melissa, les iba a saludar hasta que veo como se empiezan a besar. El profesor la coge y la tumba en la pila de colchonetas que tenían al lado, poniéndose sobre ella. Eso no está bien. Melissa es menor de edad y claramente el profesor no, tengo que decírselo a la directora y que tome las medidas que crea necesarias. Espero que a Melissa no le pase nada.

Salgo corriendo, pero con cautela, para que no se percaten de mi presencia. Llego exhausta al despacho de la directora, pero hago un último esfuerzo entrando sin llamar. Espero no ser castigada por esto.

–¡Directora! Perdone por interrumpirla, pero es algo urgente.–Digo nada más entrar.

–No pasa nada.–Dice tranquila ordenando unos papeles en su mesa.

–Acabo de ver al profesor de educación besarse con una alumna.–Suelto.

–¿¡Cómo!? ¿Es una broma?–Exclama levantándose de la silla.

–No, le juro que no. Creo que si se da prisa puede verlos aún, están en el gimnasio.–Le explico mientras veo como se aleja a una velocidad envidiable.

No quise saber más, esperaba que la directora no dijese nada de que yo había sido la que se lo había dicho, espero que si lo ha hecho Melissa no se enfade conmigo. Lo hice por su bien, no está bien que esté con un hombre más mayor que ella, menos siendo el profesor de educación física. 

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2020 ⏰

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