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un cinéfilo y un chico aburrido

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La soledad era algo a lo que Jaeden no estaba acostumbrado. Al abandonar su vida en la ciudad para mudarse junto con su familia a un pueblo en las afueras de Seattle, dejó atrás su vida social, amigos, conocidos y una novia a la que ni siquiera quería.

Quizás sus amigos no eran reales, y su novia no le resultaba atractiva, pero al menos se divertía. Salía todo el tiempo, iba a fiestas, y tomaba.

En las semanas que llevaba en el pueblo, no había hablado con nadie, y al ser verano no había tenido la oportunidad de socializar en la escuela.
La gente que había visto en el pueblo era aburrida, el pueblo también lo era, pequeño, monótono, rústico, natural, clásico, antiguo, como quieran decirle.

El único entretenimiento que Jaeden había tenido era un pequeño cine casi escondido de las calles principales, que había descubierto por casualidad.

El pequeño cine que contaba con sólo dos salas, era ,además de económico, antiguo. Sus películas también lo eran, solían pasar clásicos de los 60's, a veces hasta de los 30's y con suerte alguna de los 90's.
Las salas solían estar vacías, a ecepción de algunos ancianos que iban de vez en cuando.
Jaeden pasaba gran parte del tiempo ahí, o al menos cuatro veces por semana.

Ese sábado en especial, había más gente de lo que Jaeden acostumbraba, quizás porque ese día proyectaban Pulp Fiction, película que había causado gran impacto en el mundo del cine, y tanto en los jóvenes como en los adultos que seguían a Tarantino.

Jaeden compró la entrada, las palomitas, una bebida y se adentro a la sala B.

"Quizás hubiese sido mejor ir a ver El Exorcista, la sala A no parecía estar tan llena". Se dijo a si mismo, para luego recordar lo miedoso que era y resignarse a sentarse entre el público.

Buscó alguna fila en la que no haya tanta gente y encontró una casi en medio. Estaba prácticamente vacía, sólo había un chico aparentemente de su edad. No le tomo importancia y se sentó a dos butacas de distancia del chico.

La película comenzó y Jaeden olvido todo lo que pensaba para centrarse completamente en el film, no era la primera vez que lo veía, pero la historia siempre lograba atraparlo.

Unos momentos después escuchó una voz cerca de el.

-"Mira, tú has sido el que ha traído una zorra moribunda a mi casa, así que tú le pones la inyección. El día que yo lleve una zorra moribunda a tu casa, se la pondré yo.."*

Miro a su lado para averiguar de que se trataba y vio al chico que estaba a su lado que repetía los diálogos de la película como si los hubiese estudiado. Jaeden no había podido quitarle los ojos de encima, aunque no sabía porqué.

-No me mires así, es mi película favorita, es justo que me sepa todos los diálogos.- Dijo el chico de rizos en un susurro que sólo Jaeden pudiera escuchar.

-Esta bien, de hecho también es la mía.- Ni siquiera sabía porque le habían seguido la conversacion, pero las palabras salían por si solas.

-Genial.- El chico se levantó de su butaca para luego sentarse en la que estaba al lado de Jaeden.- Wyatt Oleff, cinéfilo y futuro director de cine, para servirle.- dijo con una sonrisa acercando su mano para estrecharla con la del ojiverde.

-Jaeden Lieberher, solo miro peliculas por diversión y sin planes en un futuro.- Jae le estrecho la mano al extraño y extrovertido chico para luego soltar una pequeña risa casi inaudible.

Ambos continuaron viendo la película y soltando comentarios sobre esta de a momentos. Claro, ambos con algo más en la mente que solo la película.

Al terminar la función ambos chicos salieron del cine con una sonrisa enorme en sus rostros.

-Señor Lieberher ¿Le gustaría ir por un helado conmigo?

-Claro que si señor Oleff, quizás en un futuro cuando seas un director de cine reconocido pueda decir que fui por un helado contigo cuando tenía 15 años.- Los dos chicos rieron y se encaminaron a una heladería que se encontraba a algunas cuadras.

¿Quien lo diría? fueron al cine en busca de entretenimiento y encontraron algo más, algo que quizás con el tiempo se desarrollaría y formaría una hermosa relación.

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Escribí esto en 30 minutos, perdón si salió re caca.

*frase célebre de la pelicula Pulp Fiction.