Segunda Oportunidad

68 1 0
                                    



«No siempre la misma historia, tiene que tener el mismo final

Y por eso, ellos tendrán una segunda oportunidad...»


Las lágrimas seguían derramándose por su rostro sin ningún tipo de control, recorriendo sus mejillas hasta adentrarse a su cuello y seguir su camino por su torso desnudo y frío. Él sabía que aquellas gotas de agua salada no alcanzaban alguna otra superficie distinta a su cuerpo y eso era porque él se hallaba flotando en la Nada.

Aquel lugar que era a la vez ningún lugar; oscuro y solitario. Se sentía asfixiado e impotente, y con unas insistentes ganas de gritar que lo estaban desgarrando por dentro; pero su cuerpo no reaccionaba, era como si estuviera siendo contenido por alguna clase de atadura imperceptible, lo único que podía controlar a su voluntad eran sus ojos, para llorar. Era insoportable el sentirse prisionero en sí mismo, pero era consciente de que no podía cambiar esa situación, después de todo el había cometido graves y aberrantes pecados, pero el que lo había conducido a aquel lugar, había sido el suicidio.

Si, se había quitado la vida para reunirse en el mas allá con su destino, cuando se percató de que la felicidad ya le sería imposible; pero se arrepentía tanto de haberlo hecho, porque ahora en esa inacabable oscuridad, se encontraba totalmente lejano del lugar donde Ella ahora sería un hermoso ángel disfrutando de la alegría que no pudo en vida...Ni junto a él.

¡Oh cruel destino!

Gritó él en su fuero interno con un sonido lastimero, al recordar la cálida sonrisa de quien lo cautivó en vida.

Él la había amado con tal deseo de monopolizarla que rayaba en la obsesión, pero a pesar de eso, había sido un amor puro, profundo y doloroso, muy doloroso. Un amor que no tuvo tiempo de florecer porque nació marchito.

Ahí flotando desnudo en la nada, con un estremecedor frío recorriéndole la columna vertebral, frente a él se presentaban uno a uno los recuerdos que tenía de Ella. Cada mirada, cada sonrisa, cada toque, cada palabra que su tierna boca pronunció. Todo. Aquello era una dulce tortura, que tendría que seguir soportando eternamente, porque por mucho que quisiera que dejaran de fluir esos bellos recuerdos, sabía que ellos eran la constancia de que había vivido, amado, asesinado, enloquecido...

Y si se le presentara la oportunidad daría lo que fuera, hasta su alma, si tuviera, a cambio de estar con ella nuevamente siquiera por un instante.

— ¿Estás seguro de eso? Susurró una voz queda y lejana, que interrumpió sus pensamientos y lo sorprendió, pues todo ese tiempo había tenido la certeza de que estaba solo. —Y lo sigues estando...— ¿Le podía leer la mente?, aquello sí que no se lo esperaba. Ojala pudiera hablar para poder interrogar al dueño de aquella voz. —Bueno, como soy tan dadivosa y hermosa, te lo permitiré...

Y como si esas palabras hubiesen sido una señal, inmediatamente pudo sentir como si su garganta se hubiera liberado de alguna rara atadura.

—Perdona mi descortesía, pero, ¿Quién eres?Preguntó casi sin aliento.

Oh Robert, tu siempre tan educado —Dijo jocosamente la voz, que ahora identificó como femenina— Pues veras, no soy un quien, sino un qué, pero a lo largo del tiempo he sido conocida como Ishtar, Venus, Astarte, Inanna, pero puedes llamarme Afrodita...; y estoy aquí para concederte una segunda oportunidad.

Ante eso Robert se quedó callado y la otra rió con diversión

Vaya, vaya, al parecer te dejé en shock —musitó la voz para luego ir tomando forma frente a él poco a poco, hasta dejar vislumbrar una cabellera rubia larga y ondulada a juego con un par de ojos dorados, y al verla no pudo evitar que la vergüenza lo recorriera al encontrarse desnudo—. Anímate, tu yo nos divertiremos y en el camino el amor triunfará

El Toque de AfroditaWhere stories live. Discover now