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Esa noche me di cuenta de algo: si ni mi mujer me creía, nadie lo haría. Si se seguía insistiendo en que realidad todo eso había pasado me darían más medicamentos, me tomarían por loca y todo sería peor. Así que decidí hacerle caso a Amelia y olvidarlo.

Cada noche tomaba el somnífero y me iba a la cama. Seguí yendo al psiquiatra hasta que decidió darme el alta con la condición de que asistiera semanalmente al psicólogo. Las pesadillas se fueron y el temor también, y todo en mi vida tomaba su lugar.

Quizás todos habían tenido razón, quizás todo solo fue una pesadilla. Quizás ese hombre no aprovechó que me quedé dormida en su casa para acostarse sobre mi. Quizás nada de eso paso. Quizás

PesadillaWhere stories live. Discover now