Pequeños~

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Con tan solo seis años dos pequeños niños paseaban por el parque que se encontraba cerca de sus casas, el que iba adelante con un paso algo rápido para sus pequeñas piernas se le permitía, era Shoyo. Cabello naranjado y alborotado, su pelo era un caos; pero un esponjoso caos. Conforme avanzaba, sus grandes ojos castaños se detenían a ver cada rincón del parque, lleno de juegos: sube y baja, columpios, etcétera. Todo pasaba ante su vista, sin embargo, tales atracciones infantiles no eran su objetivo. Un poco más atrás le acompañaba un chico de su edad, era unos pocos centímetros que lo diferenciaba con el pequeño de cabello naranja en estatura. A diferencia de la apariencia llamativa de su pequeño acompañante su cabello era oscuro como la noche, ojos azul marino que con solo una mirada uno se quedaba encantado de su profundidad y bella de ellos, tranquilo, callado seguía los pasos Tobio.

Casi al termino del camino, había árboles que rodeaban el parque que brindaban sombra en las cálidas tardes de verano, personas se ubicaban debajo de ellos mientras comían algún que otro helado para refrescar la tarde, pero en pleno otoño no había tanta gente en el parque ni de bajo de los árboles, era perfecto para el pequeño de hebras anaranjadas.

—¡Oh! —exclamo con alegría cuando encontró su objetivo, un alto árbol que se encontraba casi al medio del césped que rodeaba el parque— ¡Lo encontramos! —dio un brinco y echo a correr al gran árbol que poco a poco con las brisas de la época despojaba de sus desteñidas hojas que adornaban sus ramas en lo alto— ¡Si, si si! ¡Lo encontramos! —daba brincos alrededor del árbol mientras su callado compañero se acercaba y miraba con desconfianza el plan del pequeño Shoyo—.

—¿Por este árbol salimos de casa? —miro de arriba a bajo el alto árbol y algo en el su interior le decía que era mala idea—.

—¡Claro! —freno sus saltos justo al frente del azabache con una enorme sonrisa y brillitos en los ojos, extendió sus brazos para los lados y con entusiasmo los extendía para arriba— ¡Este árbol es perfecto! ¡Y no hay personas debajo de los arboles! —era tanto el entusiasmo que agitaba sus brazos de lado a lado para luego bajarlos y cerrar sus manos en forma de puños y mirar con esa alegría y energía que le caracteriza al pequeño de ojos castaños— ¡Vamos a subir a lo alto! ¡Y ver nuestras casas desde ahí! –le dio la vuelta y señalo una rama que se veía firme pero muy alta para un niño de solo seis años, algo torpe y acelerado—.

—No creo que se... —no alcanzo a terminar de hablar o decir que prefería estar en casa y jugar en su patio con su pelota o tal vez quedarse en el parque jugando en mismos juegos que el pequeño de cabellos naranja simplemente paso de ellos—.

-¡Vamos Tobio! ¡Subamos el árbol! —realmente no escucho a su compañero, solo pensaba en lo genial que sería estar en la cima del árbol y observar todo a su alrededor, ver desde lo alto, sentir la brisa desde la cima junto a su compañero que poco a poco se ha convertido en su compañero de aventuras y juegos cuando su madre se iba a trabajar.

No dijo nada más, sabía que el pequeño aunque le gritara no le haría caso, además era tan rápido cuando se lo proponía que ya se encontraba encaramado en el tronco del árbol. La verdad no era primera vez escalando a un árbol o encaramándose a objetos a una altura considerable pero se encontraba tan decidido a subir a la cima del árbol o más bien a esa rama que le garantizaría la vista al techo de su casa, se aferraba con fuerza, sus piernas temblaban por el resbaladizo tronco al cual se subía, la fuerza de sus piernas le ayudaban a mantenerse arriba y a subir poco a poco, no estaba ni un poco asustado su seguridad de llegar arriba junto con el azabache lo animaba a subir a aquella rama a pesar de estar a la mitad del su travesia.

—Pup pup pup —cada sonidito era un "escalón que subía" con una de sus manos o piernas la sonrisa de sus labios difícilmente se borraría a pesar del temblar de sus piernas. Tobio por su parte miraba detenidamente cada uno de sus movimientos, su vista no se apartaba ni un segundo, le molestaba que Shoyo no lo escuchara cuando le trataba de decir algo y este simplemente seguía con sus jugarretas y sus travesías hasta que lo lograba o simplemente dejaba un caos después de ellas, de igual forma las tonterías que hacia su pequeño amigo (aunque casi la gran parte del tiempo lo termina siguiendo en sus travesuras) no le afectaban a él, si no se subía al árbol como lo hacía él no se metería en problemas o no del todo, solo por no avisar con anticipación la travesura del su amigo.

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⏰ Last updated: Oct 20, 2017 ⏰

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El pequeño de cabellos naranja, un árbol, un entrelazo de manos.Where stories live. Discover now