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Pensar en mi destino cada día siempre ha sido uno de los acertijos casi que difícil de resolver, avatares, aventuras, frustraciones, sueños e ideales que probablemente no logre concretar, puede ser posible, pero ¡no!, he deseado por fin saber quién soy y por lo menos conocerme que soy, o quién soy desde mi interior.

Sé que ahora yo no soy más que un paquete compactado de todas esas vivencias que me mostrarán todos mis deseos. Quisiera saber cuál de todos en realidad soy. Empecé cómo niño ingenuo y perdido en el maremágnum de la realidad. Seguí convirtiéndome en un joven que sentía desagrado por la vida, sin saber por qué estaba aquí, o cual era mi propósito y ahora la gravedad y soledad de mis días me convirtieron en un hombre viejo, decrépito y sin sentido. ¿Cuál de ellos seré cuando culminen mis días en este infierno terrenal?

Hoy con mi viejo bastón salgo a recorrer las aceras de mi ciudad, aquellas que un día se postraron ante mí y fueron indicándome lo que sería el camino a mi longevidad. ¿A dónde me llevarán ahora? ¿Seguirán ahí cuando fallezca? Tal vez todo se pierda, tal vez todo se borre, los recuerdos y tiempos vividos, y se puedan escribir en un nuevo olvido. Sólo quiero ser uno y no miles dentro de uno.

Ha llegado la hora de saber quién debe ausentarse, quién debe expirar; si el niño ingenuo, si el joven inconforme o yo, el viejo infortunado y solitario. No es justo que mueran todos a la vez. Hay que hacerles saber lo que un día se propusieron resolver.

El niño, el pequeñuelo Toño, dejará de ser ingenuo y tendrá que seguir siendo niño, será un solo ser con una única identidad, no podrá convertirse en joven porque entonces sería otro a la vez. El pequeño Toño encontrará el mundo que buscaba y rechazará el que lo llenaría de sorpresas, será él el dueño de su mundo. Jugará por siempre como niño deshabilitado por la ingenuidad y nadará seguro por el gran pozo de la realidad. Toñito alcanzará los sueños que de joven no pudo alcanzar. Hoy quiero que Toño no muera, que continúe buscando sus anhelos, quiero que siga siendo el niño que soñaba ser artista y no el joven inseguro, desacertado y pusilánime que fue. ¿Por qué sueñan los niños si sus sueños nunca se cumplen? ¿Nunca serán realidad? No es justo dejar morir al niño que habita dentro de nosotros. Hay que dejarlo ser niño.

El joven Antonio se desatará y se sublevará ante su destino y podrá darse cuenta que ser un pelafustán fue su mayor error, un camino en donde sus deseos no quisieron tomar una forma que se conformara en parte de su existencia en su manual de vida o en el arquetipo o estereotipo social al cual a todos nos han acostumbrado. Antonio sabrá que la realidad es un discurrir en el que no tenemos la oportunidad de participar. Lograr que ese joven sea un joven, será una oportunidad para que mi vida longeva pueda ser otra. Antonio será feliz al saber para qué vive y no tendrá que seguir las líneas establecidas de un futuro indeseado e incierto que muchas veces nos quieren imponer los mayores o también las estructuras sociales que crea leyes, decretos, códigos y normas, sin consultarnos que al final no sirven para nada. Si se deja de ser joven para siempre a Antonio, él nunca terminaría como un parricida, como lo fui yo, un anciano homicida que asesinó a sus padres sin piedad y sin lágrimas en los ojos con el arma que hoy tiene entre sus manos la cual también conocemos como la ingratitud y el olvido. Aquel joven los mató, pues estaba seguro que sus padres lo despreciaban, lo aborrecían y lo maldecían.

Tal vez si se dejara vivir por siempre a este viejo, se cumpla con lo indicado, con lo que hasta hoy no he querido ser. Pero no sé quién morirá, si todos o uno solo.

Agarro mi bastón, el cual me ha acompañado en mis largos años de vida, y cuidándome de no caer, recorro los caminos asfaltados de las calles desoladas y con muchas historias que contar, también miro los árboles como testigos de mil rostros compadeciendo ante kilómetros insospechados de vías. Entre mis caídos pantalones llevo el arma con las que asesiné sin pudor a mis padres, siendo yo mismo, recuerdo que cuando nací ''mis demonios no nacieron conmigo'', comenzaron a invadirme cuando yo no estaba dejándome llevar por el frío solsticio, por las habladurías de la gente, por sus chismes y su envidia. Sé que debería estar muerto tanto por miedo, como por vejez. Pero al observar a las personas que a mi alrededor deambulan, aprendí que la vida sigue, que el que muere no soy yo sino mis víctimas.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Sep 12, 2022 ⏰

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¿Y quién me puede exorcizar si no soy yo?Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora