32.- Adios

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-¿Por qué hiciste eso? Yo no te hice nada, ni siquiera te conozco.

- Tú no, pero tu abuelo si y jure vengarme.

- ¿A qué te refieres?

Después de pensar y pensar ese señor se encargó de que mi abuelo pasara toda su vida en la cárcel por un accidente.

Nunca entendí y sigo sin hacerlo. La señora se cruzó cuándo el semáforo estaba en verde, mi abuelo iba bien. ¿Cómo es que lo acusaron culpable?

- Tú - lo mire con desprecio, tenía un mechón en la cara y él lo puso detrás de mi oreja, la sangre me hervía - pagaste para que el estuviera en la cárcel.

- Bingo.

- El no hizo nada, fue un accidente, no debió estar en la cárcel por un delito que no cometió y tampoco hay razón para vengarse.

- No me interesa, lo que digas, yo ya hice lo que debía.

- Yahir no tiene nada que ver en esto.

- Jure que cobraría mi venganza, deshaciendo la descendencia de su sangre, mientras tanto decidí jugar contigo, la nieta consentida. Te dije que no fallaría contigo.

No sé ni que pensar, se me hizo un nudo en la garganta, no podía sostenerme de pie, no tenía el valor para intentar escaparme de su agarré, tenia mucho miedo, miedo a que me hiciera algo, el tenia una cara de odio que no podía explicar, mis lágrimas caían y caían una tras otra.

- Creo que lo logré, lastimarte - estaba a punto de derrumbarme, mi respiración se cortaba - cada día pensando que todo a lo que te acercabas lo destruías, cada noche pensando en tu papá y a pesar de que tenías al ahora muerto de tu novio y fingías ser feliz, eras inmensamente infeliz, fingías tener una vida perfecta o por lo menos tener una calma en tu interior, pero sin eso no eres nada, no hay ni una sola cosa que calme tu dolor ¿tengo razón? - el solo se respondió, al ver mi silencio y como caían mis lágrimas de tan solo pensar en Yahir y Jace muertos - claro que sí.

- ¿Qué quieres conmigo? - no tengo idea de donde me salió la voz y la fuerza de preguntar algo sin querer saber la respuesta.

Se acercó mucho más a mi acorralándome por completo y empezó a besar mi cuello salvajemente, yo intente luchar no quería que me siguiera tocando, empecé a gritar y el me tapó la boca con su mano, metió su otra mano en mi pantalón tocándome y lastimándome.

Todo lo que yo era se caía en pedazos, la Camille que yo conocía desapareció, aquella persona que luchaba por lo que quería se desmoronaba en pedazos, su mente ya no estaba en su familia, ni en ella, simplemente en blanco.

Solo los recuerdos de como aquél hombre le quitaba la blusa y desabrochaba su sostén, ella no se defendía, se sentía tan sucia, sin ganas de seguir.

Cuando escuché las sirenas de la policía, que siempre pasaban por las noches vigilando, tome la fuerza suficiente para gritar lo más fuerte que mi cuerpo me permitía.

El psicópata, me soltó, me golpeó fuertemente dejándome tirada en el piso sin el poder de mis piernas para ponerme de pie, aún recuerdo esos momentos en que mi vida se volvió gris, pensé que jamás volvería a ser la misma de antes y tenía razón solo que no me percataba de ello.

Me sentía tan sumisa, sin valor alguno. Un hombre se acercó a mí, yo seguía tirada en aquel piso mugriento, miraba los colores azul y rojo de la sirena, el policía me ayudo a ponerme de pie y me tapó mi abdomen descubierto con un abrigo, cada vez hacía más frio.

Admite que te gusto preciosaWhere stories live. Discover now