Capítulo 2

8.9K 486 4
                                    

—¿Una cabaña? —Pregunté extrañada.

No solo era una cabaña. Si no una que parecía tener muchos años o siglos de antigüedad. Daba miedo por fuera y esperaba que por dentro no fuera igual. 

—Entremos.—Dijo Remi sonriendo.

Bajamos del auto y fuimos directo a la puerta. 

Al entrar, cambié de opinión. Era horrible por fuera pero hermosa por dentro. Los colores crema y marrón pardo dominaban en la casa. Las paredes eran de los colores mencionados recientemente, los muebles padecían un marrón oscuro y eran de algarrobo. Los pisos, de madera y había iluminación por todas partes.

Miré sorprendida a Jess. De verdad no me esperaba esto.

—Jess... Es hermosa.—Fue lo único que pude decir.—No puedo creer que todavía lo recuerdes.

No podía creer que todavía recordara lo que habíamos hablado hace meses. Pensé que estaba jugando cuando dijo que algún día construiría la casa de mis sueños. 

—Nunca me olvidé. Después de que me hayas contado sobre esa casa de ensueños que tanto querías fui a hablar con mi padre para remodelar la vieja cabaña de mi abuela, en la cual estamos ahora. No pude terminarla todavía ya que falta la parte de afuera, pero cuando dijiste que hoy debías irte a Londres quería mostrarte todo lo que estuve haciendo en meses.—Dijo él tomando mi mano.

Iba a llorar pero no lo hice porque no me gustaba que me vieran hacerlo. Simplemente no soportaba la idea de que traten de consolarme. 

—Estuve ahorrando y mi padre me ayudó bastante en cuanto a renovar esta casa. Quería que fuese de nosotros. Quería vivir aquí contigo. Definitivamente eres la chica con la que quiero compartir mi vida.—Dijo él tomándome por la cintura para luego besarme.

No fue un beso como cualquier otro que nos hayamos dado. Este fue un beso con ternura y pasión. Un beso de... ¿Despedida? 

—No quiero irme. Al fin encontré al chico más lindo del mundo y debo dejarlo ir solo por cometer la estupidez más grande del planeta. —Dije y como no podía aguantar más, comencé a llorar.

Los tres me abrazaron y comenzaron a decirme que mi padre no iba a dejar que me vaya, que solo estaba asustándome, pero yo sabía que no eran creíbles sus consuelos. Mi padre es muy estricto y si dice que iré a Londres, entonces voy a tener que ir. Aunque yo me resista, llore y pataleé, a él no le va a importar lo que yo piense. Es triste pero es la realidad y sé que no va a cambiar de opinión.

Cuando al fin paré de llorar, ellos dejaron de abrazarme para luego decir que vayamos a disfrutar del hermoso día que había. Estaba soleado y ninguna nube se hallaba en el cielo así que acepté su propuesta y fuimos al jardín en el cual se encontraba una pequeña pileta. Yo no traía traje de baño por lo que me metí en ropa interior. Llevaba puesto un conjunto color negro con detalles rojos. Mi parte de abajo era demasiado pequeña y eso me incomodaba un poco pero luego pensé que era mi último día aquí y debía revelarme, no debía tener miedo a nada. 

Jess me miro un poco sorprendido al vestir con tan poca ropa. 

—Luces hermosa, como siempre.—Dijo y lo único que hice fue sonrojarme.

Entramos todos y comenzamos a beber. Bebí como nunca lo había hecho en mi vida.

Se hicieron las 9:00 PM y ya comenzaba a anochecer. El agua estaba helada, por lo que decidimos salir de la piscina y entrar de nuevo a la casa. 

Gabe había salido una hora antes para cocinarnos. No era muy bueno en la cocina pero algo sabía. 

Nos secamos y rápidamente nos sentamos en la mesa al escuchar "La cena está servida".

Lo que Gabe había hecho era algo simple pero se veía y olía delicioso. Spaghetti. Mi plato favorito. 

Comenzamos a comer y cuando terminamos, Remi y Gabe fueron a sentarse al sillón para luego abrazarse y hablar entre ellos. 

Iba a levantar la mesa pero Jess no dejó que lo haga. 

—Ven conmigo.—Podía notar que todavía estaba ebrio. Muy. 

—Toma un poco de agua primero. No quiero que termines en una mala borrachera.—Le respondí.

—Vamos arriba.—Jaló de mi brazo fuertemente. Sentí miedo. Nunca lo había visto tan violento.

—Suéltame.—Dije. Y acto seguido, tiró de mi brazo de nuevo para llevarme hacia el dormitorio. 

Tenía miedo. No sabía lo que iba a hacer. Estaba ebrio y seguramente haría algo que yo no querría. Por supuesto, no lo iba a lograr. O eso esperaba.

—¡Ya Jess. Dije que me sueltes!—Dije algo cabreada. Este chico es un completo imbécil cuando toma de más.

Y sin decir nada, comenzó a desnudarse. Iba a pegarle una cachetada pero él es muy rápido y agarró de mis muñecas fuertemente. 

—¡Voy a matarte por lo que estás haciendo!—Grité. El seguía como si nada.

No iba a tener mi primera vez así. No con él en estas condiciones. Claro. A él no le importaba porque ya lo había hecho antes, pero yo no, por lo tanto no iba a dejar que esto pase.

Él seguía besandome. Cada vez que lo hacía, sentía repulsión. 

Su mano se acercaba lentamente hacia mis piernas. Comenzó a subir su mano hasta llegar a mi abdómen para luego besarlo. Siguió subiendo y desabrochó violentamente mi corpiño. No sentía placer ni nada de eso. Todos sus movimientos daban asco. Tenía muchas ganas de pegarle, solo que no podía porque él seguía sosteniendo mis muñecas con tan solo una mano. 

—Jess.—Dije débilmente. Mis muñecas comenzaban a doler.—Suéltame, te lo suplico.

—Quiero que seas mía Lina. Quiero que me sientas dentro de tí.—Decía en un tono muy asqueroso. 

No sabía que más hacer. Iba a conseguir quitarme mi virginidad. No con él, no así, es lo único que suplicaba. 

Supongo que Dios escuchó mis plegarias. Para ese entonces, Gabe y Remi habían escuchado mis gritos y creyeron que no eran de placer, si no de desesperación. 

—¿QUÉ MIERDA HACES HERMANO?—Gritó él.

Jess me soltó. 

—No deben meterse. Estábamos por hacerlo y tú te entrometiste, como siempre.—Dijo Jess tambaleándose, tratando de agarrarse de Gabe.

—No Jess. No lo iban a hacer. Mira a Lina hermano. Se nota en su cara que no quiere.

—¡Cállate! Tú no sabes nada, no la conóces como la conozco yo. Ella me quiere y tú te metiste. ¡Déjame en paz! Ahora volveremos a lo nuestro hermosa. —Dijo refiriéndose a mí.

Hermosa. Ugh. No puedo seguir escuchándolo. 

Remi me abrazaba mientras yo lloraba. De no ser por ellos no sé que hubiese pasado.

—Quedate tranquila, ¿Si? —Decía ella.—Ahora tápate y volvamos abajo. 

—No. Quiero irme a casa. 

—Lina, si vuelves a casa, en unas horas viajarás a Londres.

Londres. Mi padre. Internado. ¡MIERDA! Lo había olvidado por completo.

Mientras los chicos seguían discutiendo, tomé mi celular y las llamadas perdidas invadían este artefacto.

37 llamadas perdidas: 36 de papá. 1 de Lauren.

Genial. Esa perra por lo menos se preocupaba por mí... solo un poco.

Marqué el número del estúpido de mi padre. Quería saber que era lo que iba a decirme...

Internado para rebeldesWhere stories live. Discover now