Encuentro

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—¿Te imaginas un dia poder ir mas allá de las estrellas, que es lo que significaría estar en el espacio? ¿Qué misterios crees que oculte el universo mi amado Fabián?

—No lo sé— el verde perico chiflo como es costumbre de su especie, el cual posaba en una "T" irregular hecha con resistentes ramas.

Serena se acostó en su cama, viendo a su emplumado y hermoso amigo, con una radiante sonrisa de oreja a oreja

—¿Tienes hambre? —Pregunto la chica de cabellos rizos

La tierna ave movió su cuerpecito en señal de afirmación, entonces Serena abrió el cajón junto a su cama, donde tenía unas semillas de girasol, y las sirvió en un botecito junto a donde descansaba el animal y Fabián las empezó a comer con tranquilidad.

Serena fue hacia su ventana, la cual abrió para colocarse en su balcón, le gustaba contemplar su pequeño poblado desde ese lugar. Por lo general en Apatzon todo era muy tranquilo, siempre había pocos carros circulando en las calles, y por lo general a la gente prefería caminar.

—"Han pasado muchos años" — pensó Serena, extendiendo su vista hacia el horizonte tratando de recordar.

Hace 5 años Serena iba caminando junto a sus padres hacia una capilla, justo donde comenzaba el espeso bosque; la capilla era realmente muy pequeña, apenas y cambian unas 50 personas. Los padres de Serena al ser parte de los mayordomos de dicha capilla; iban una vez al mes a limpiarla.

Serena mientras barría el atrio del templo, al alzar la mirada, observo a una chica, aproximadamente de su edad y tez clara que le sonreía. Aquella chica era alta y esbelta, con una larga melena negra y de piel blanca; Serena no podía olvidar lo elegante y formal que era, siempre la vio vestida de camisa blanca, saco negro, falda y tacones. La chica desprendía algo que Serena no podía comprender.

Por lo tanto, Serena se acercó a la pequeña barda, y aquella extraña joven hizo lo mismo, fue cuando pudo ver que los ojos de la extraña tenían un azul muy claro y brillante, del mismo tono del cielo, y de pronto se sintió desnuda ante aquella mirada, se podía ver reflejada completamente, y tal como era en estos ojos que eran como espejos; y por tal motivo podía sentir los latidos de su corazón a paso veloz.

—Hola— saludo Serena—No te he visto por aquí ¿Te puedo ayudar?

—Hola—la voz de la extraña era muy dulce, se podría decir que celestial—. Si, no soy de aquí.

—¿De dónde vienes?

La extraña volteo hacia el bosque, como si estuviese mirando un lugar en lo profundo de este.

—De un pueblo, algo lejos caminando por el bosque, es hermoso ¿Sabes?

—Seguramente y ¿cómo te llamas?

—Mirella— la extraña chica respondió con una sonrisa llena de picardía.

A partir de ese momento no había marcha atrás, algo hechizante comenzó a surgir entre ellas, y Serena no supo comprender lo que pasaba, a pesar de que sus padres no estuvieran de acuerdo con aquella relación, ella solo sabía que mientras se encontrara a su lado, se sentía totalmente tranquila, y casi todos sus problemas eran tan pesados como la pluma de una paloma. Serena recordaba con orgullo y nostalgia su excursión por el bosque, en las que también jugaban y bailaban hasta que anocheciera, y entonces, en un claro, se ponían a admirar el mar de estrellas; espectáculo que el infinito cielo regalaba.

Fue una de esas bellas noches, bajo la luz de la luna, y al calor de una ardiente fogata, la noche más espectacular de todas, cuando Mirella tocaba una armoniosa melodía con la guitarra, que llenaba de paz y alegría el corazón de Serena, quien se mostraba hechizada, viendo fijamente aquellos ojos marrones que no dejaban de coqueteárle. Cuando Mirella acabo de tocar la canción, las dos viéndose fijamente, como si no existiera otra cosa en el mundo, poco a poco se fueron acercando, dejando fluir sus instintos y entonces se fundieron en el más cálido y profundo de sus besos, pecado o no, a ellas no les importaba, ellas sentían que se amaban mientras que sus corazones rítmica y aceleradamente latían a la par.

Pasion del fruto.Where stories live. Discover now