Maldito Linaje

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Corría bajo la lluvia, huyendo del castillo al que siempre había pertenecido, necesita sentir la libertad en su piel, en su alma, en todo su ser.

La capucha se ceñía sobre su cabeza, corría con rumbo al sol, con los suyos, con los que amaban la libertad y ansiaban la igualdad con los seres humanos. Sabía que no debía mirar atrás, puesto que aquello sería un error fatal. 

''Salvaje'' le habían llamado sus propios súbditos. Aguantó el grito que le estaba ahogando, corrió aún más rápido y al tropezar con sus propios pies, cayó en un barrizal. Pero aún estando lleno de barro, se recompuso poniéndose en pie y siguió su camino contra viento y marea. 

Llegó al fin a su paraíso, al lugar donde podía bajar su capucha y revelar su verdadera identidad. El sol se había puesto, alegrando al chico medio galra como nunca antes.

Nadie conocía ese paradero salvo los que eran diferentes. Los que no eran aceptados por el linaje de sus familias, por sus reinos, por la sociedad que era capaz de aceptar que sus reyes montaran dragones, pero no que estos tuvieran sangre de dioses, de lobos, de vampiros o incluso que fueran Cambiantes, seres inmortales capaces de metamorfosearse en el cuerpo de el animal de su familia. 

Para la desgracia (o quizá suerte, ¿quién sabe?) de Keith, el era medio galra, una de las razas más temidas de todos los reinos. Por suerte, había descubierto aquel lugar en una de sus escapadas nocturnas. Aquel claro, tan tranquilo, lleno de vida y actividad le daba la paz que necesitaba para regir el reino de su difunto padre. Quizá era la único que necesitaba para sentirse aceptado.

Caminó con decisión hacia el gran lago que se extendía en todo su esplendor junto al claro, escondido entre el follaje para los ojos indebidos. Pero se chocó con alguien que interrumpió su marcha para ver a quien más quería en el mundo, aunque no quisiera admitirlo. 

Se detuvo para ver con quien había chocado, su intención no era en absoluto castigarle, puesto que allí se consideraba a sí mismo uno más. Encontró la mirada de unos ojos amarillos, propios de los lobos, pero sus orejas decían lo contrario, el chico era medio zorro. 

-Lo siento, no estaba mirando por donde iba.-le ayudó a levantarse- ¿Estás bien?

-Sí, estoy perfecto.-el chico pelirrojo se atusó la cola roja la cual terminaba en una punta blanca- La verdad, yo tampoco miraba por donde iba, así que no te preocupes...-le miró durante unos segundos, como si intentara adivinar su identidad- ¿Eres Keith, el rey que gobierna el reino del fuego?

-Bueno, no entero, solo una parte de él, mi tío no me permite gobernar más de una ciudad y sus alrededores por ser galra. 

-Creo que los galra gobernarían mejor que los humanos, sinceramente.-rió el pelirrojo, después le tendió la mano para estrechársela- Soy Foxy. 

A el rey le gustó el hecho de que al Cambiante no le importase su título de monarca, cosa que le hizo reír mientras le estrechaba la mano. El otro chico hizo una leve inclinación de cabeza, mostrando el respeto de los zorros a los otros seres. Keith movió sus orejas galra de buen humor, al fin había alguien que lo comprendía.

-Tengo que irme- añadió el más alto, que en este caso era Foxy, aún siendo menor que el de piel pupúrea.- Tengo que reunirme con el resto de Cambiantes. Ha sido un gusto conocerte, señor rey majestad Keith.-sonrió divertido mientras hacía una reverencia.

Se despidieron con un gesto, cada uno marchó por su camino, mientras que el Cambiante se dirigía hacia una de las cabañas, el monarca siguió su camino hasta llegar al lago, donde se descalzó y metió sus agotados pies. Suspiró al sentir el agua fría y cristalina en su piel en ese momento morada. 

Escuchó como el agua se movía junto a sus pies y sonrió mucho más que antes, al fin podría verle. 

-Sabes que eso ya no funciona conmigo, Lance.-cerró los ojos.

Un chico emergió del agua, su piel era morena, sus ojos azules de un hermoso tono claro a la par que oscuro. No llevaba camisa, pero tampoco llevaba ropa en la parte inferior de su cuerpo, puesto que no la necesitaba, Lance era un tritón. 

-Creía que esta vez funcionaría.-hizo un puchero el latino.

-¿Te parece bien si te digo que me alegra verte?

-Me parecería mejor que me dejaras abrazarte.-sonrió de forma radiante el de ojos claros. 

El mayor se dejó caer al agua, con ganas de abrazar al otro muchacho. Lance abrazó al de orejas gatunas lanzándose hacia él y sonriendo como tan solo lo hacía cuando estaba con él. Era una liberación poder contarle todas y cada una de sus preocupaciones, ya fueran como soberano o como amigo. 

O, quizá... No tanto como un amigo. 

Se estrecharon el uno contra el otro, no eran muy dados a los actos de cariño, ya que aunque sintieran algo el uno por el otro, ambos eran orgullosos como para admitir sus sentimientos. Aunque ambos se consideraban como algo más que el amigo del otro.

-¿Me echaste de menos?-sonrió burlón el de cabello negro.

-¿Por que iba a hacerlo?-repitió su burla el otro chico.

Ambos rieron divertidos, sabiendo que habían echado muchísimo de menos a quien tenían frente a sí.

-¿Sabes? He oído hablar a los Cambiantes, Aulladores, algún Semidiós y a los Vampiros sobre que quieren empezar una revolución.

-¿Una revolución?

-Sí, por la igualdad. Queremos ser como los humanos.

-¿Cómo lo harán?

-Quizá deberías ir, asegúrate de que no hagan ninguna locura.

-Deberías venir también, McClain.

-Está bien, pero solo porque tú me lo pides, Kogane.

El galra ayudó al tritón a volver a su forma humana con un corto beso en los labios tiernos. Aunque el menor parecía un humano completamente, conservaba el poder de controlar el agua, junto a un collar con forma de cocha azul, símbolo de su estirpe.

Ambos chicos caminaron de forma veloz hacia el consejo que habían formado los que se denominaba "Los Nocturn", por ser los que tan solo se reunían a altas horas de la noche.

Una vez que estuvieron junto a sus compañeros, Foxy, el chico que Keith había conocido minutos atrás, les hizo un sitio a su lado.

En aquel momento, todos habían estado votando hasta aquel momento, en ese instante todos les miraban con atención.

-Llegáis justo a tiempo.-les informó un chico de ojos verde mar y cabello azabache, Percy Jackson, semidiós.

-¿Para que?

-Vuestros votos serán los decisivos para iniciar la revolución.-terminó otro chico, de piel clara, cabello negro y ojos de un tono castaño oscuro, Nico di Angelo, licántropo.

Keith y Lance se miraron fijamente, compartiendo una misma decisión.

-Sí, queremos revolución.-sus voces sonaron como una sola.

Lo que no sabían era que esa decisión cambiaría sus vidas por completo.

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2017 ⏰

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