CAPÍTULO 2

1.4K 150 40
                                    


Chicago, marzo de 1933

—¿A qué debo el honor de tu visita? —pregunta mi papá mientras yo me acerco hasta su escritorio—. No es que no me guste que vengas al estudio, pero ¿qué haces aquí, Rosie? Ya deberías estar dormida.

—Son las nueve de la noche papá... Yo ya no soy una pequeña... Puedo dormir más tarde, ¿sabes? Ya tengo trece años.

Él frunce su ceño de forma graciosa y luego se burla de mí:

—Tener trece años no indica que puedas dormir tan tarde, así que, deja de inventar, querida... ¿Acaso no estás cansada? Acabas de llegar de Lakewood.

Yo muevo la cabeza de un lado a otro, negando. Mi papá se ríe como si le causara mucha gracia y después sigue con su interrogatorio:

—¿Tu mamá sabe que estás aquí y no en tu cama?

—Por supuesto, fue ella quién me ha dicho que mejor hable contigo... —Lo miro con nerviosismo y enseguida comento—. Tengo una duda y mamá dice que tú eres el indicado para resolverla.

Los ojos azules de papá se tornan muy serios y después de un momento de reflexión, me hace una seña para que me siente frente a él.

—¿Cuál es tu duda, Rosie? —cuestiona dejando a un lado una enorme montaña de papeles.

—¿Prometes no enojarte?

—Rosalie, yo nunca podría enojarme contigo y lo sabes —Él me sonríe, pero me advierte—. Será mejor que hables ahora, porque si no lo haces, te haré callar para siempre —expresa con aquel tono confiable que le caracteriza.

A pesar de esa confianza que me brinda, las palabras no pueden salir de mi boca. Me limito a mostrarle la imagen que le robé a la tía Candy. La extiendo sobre su escritorio sin decir absolutamente nada... Mi papá abre mucho sus ojos, pero, al final, tampoco dice nada.

—¿Quién es él? —le pregunto sin más rodeos, papá observa la imagen y después sonrie.

—¿De dónde sacaste esto Rosie? —pregunta borrando su sonrisa, para mirarme de forma seria.

Yo no puedo mentirle... No cuando sus ojos azules me miran de esa forma.

—La robé —le digo sin poder contenerme. Él hace un movimiento de negación, está molesto, pero ya no puedo hacer nada al respecto—. La tía Candy... Bueno, ella se puso tan triste al verlo... Y yo... Pues... Yo quiero saber más sobre él.

—Es una historia muy larga, Rosie...

—No me importa, quiero saberla. Deseo conocer la historia de mi tía con él... —señalo al muchacho e insisto con mi mirada.

Mi papá respira hondo y a continuación deja libre el aire contenido. Su mirada azul, se muestra preocupada. Puedo darme cuenta de que él tampoco quiere hablar sobre ese chico.

—Vayamos a pasear —propone levantándose de su sillón para invitarme a ir con él—. Me será más fácil conversar mientras caminamos por el jardín.

De inmediato acepto su oferta y entonces tomo su brazo, para salir del estudio, junto a él.

¿Qué le hizo ese chico a mi tía? Comienzo a preocuparme... ¿Es él la razón por la que ella no se ha casado? ¿Él es el culpable de que ella no tenga ni siquiera un novio?

—Rosalie Andley —dice mi papá mientras caminamos por el corredor y salimos hacia el jardín—. No has abandonado las viejas prácticas eh... —agrega apretando mi mano—. Sigues siendo una niña curiosa y entrometida.

—No es mi culpa. No lo hago a propósito, es solo que no puedo evitarlo... —le digo sin pensar y él ríe—. Papá ya dime, ¿quién es ese chico?

—Su nombre es Terrence Grandchester... Y fue novio de tu tía Candy.

Aún No Es TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora