"Ayúdame a ver"

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Esta historia gira en torno a Carlos, un joven de 13 años que se incorporaba por primera vez a una escuela nacional de su distrito. La principal causa de su traslado fue la separación de sus padres. Ahora, los ingresos que recibía su madre eran muy escasos como para mantenerse al nivel de una escuela privada y su padre, al parecer, había olvidado sobre su existencia. 

El primer día fue duro, Carlos no tenía ningún amigo en el salón y siempre pasaba solo los recreos. Se sentía el chico raro de la escuela.

La primera semana no tubo ninguna novedad para Carlos, hasta que en hora de descanso, un joven de tez morena con una enorme cicatriz en la sien se le acerca y trata de entablar una conversación con él.

-¡Hola! Me llamo Beto, ¿Cuál es tu nombre?
-¿Yo? Emm, Soy Carlos.
-Un gusto conocerte, Carlos.
-De igual manera.
-Oye, ¿Por qué no te integras con los demás?
-No soy muy bueno haciendo amigos...
-No te preocupes por eso, yo seré tu amigo. Conversamos luego, me toca Química en el 2G.
-¿En el 2G? Esa también es mi clase.
-Pues genial, vamos.

De esta forma, Carlos ya tenía con quien charlar. Beto parecía un chico bueno, aunque a primera impresión le causó un poco de desconfianza, en especial por aquella gran cicatriz que tenía.

Aún así, no se quedó con la duda.

-Beto, ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro, dime.
-¿Cómo te hiciste esa cicatriz?

-Lo sabrás si vienes a mi fiesta mañana.

-¿Vas a hacer una fiesta? Pero mañana tenemos que venir a estudiar.
-Yo no vendré, es mi cumpleaños, así que invité a familiares y un par de amigos. Nos reuniremos a las 10 am porque saldré en la tarde. Será en mi casa: Calle Las Brisas #799. Si quieres anda, te esperaré.

Carlos estaba indeciso, esto era muy anticipado para él. Además, su madre lo había advertido con quitarle la TV si reprobaba algún curso, pero por otro lado, Beto era su primer amigo y no lo podía defraudar. A fin de cuentas, optó por acompañarlo.

Al día siguiente, Carlos alistó su mochila, cogió un puñado de monedas entre sus ahorros, se despidió de su madre y sin que esta sospechara, fue al paradero más cercano rumbo a la casa de su amigo.

Al bajar del carro, pudo identificar la casa con facilidad, era la más antigua de toda la cuadra y además, parecía que no le daban mantenimiento en años.
La puerta se encontraba abierta, Carlos se dirige a ella y le pregunta a un hombre con traje negro parado a escasos metros de él si allí era la fiesta de Beto, este no respondió. Carlos ingresó.

Adentro, todo era muy extraño. Habían pocas personas y la casa era muy tenebrosa, tenía una infinidad de cuadros por todos lados, adornos muy antiguos y probablemente de gran valor, sin mencionar un inmenso candelabro en medio de la sala.

Mientras Carlos observaba detenidamente el aspecto de la vivienda, escucha un susurro proveniente de un pasadizo a la mano derecha. Carlos voltea y observa a un hombre con máscara negra y ropa similar al señor de la puerta, no demoró en reconocerlo, era Beto.

-Feliz cumple... Beto lo interrumpe.
-Vamos al cuarto de iniciación.
-¿De qué estás hablando? ¿Por qué tienes una máscara?
-Tú solo sígueme.

Los chicos entran a una antigua habitación donde se encontraba una señora sentada en medio del cuarto. Carlos tuvo un mal presentimiento.

 Carlos tuvo un mal presentimiento

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-Te traje otro mamá.
-Muy bien, que comience el rito.

La señora, con un cuchillo en mano, da la vuelta y Carlos nota un terrible detalle: no tenía ojos. 

En aquel instante, Beto lo coge fuertemente por la espalda mientras que Carlos intenta huir inútilmente. La señora acaricia el rostro inocente del niño con una perversa sonrisa de oreja a oreja susurrando una frase: "Ellos son mis ojos, ayúdame a ver" 

En ello, Carlos le propicia un codazo a Beto y sale corriendo de la habitación. Sin embargo, los demás invitados lo interceptan en el camino y entre todos, lo amarran a una silla. Dentro de tanto forcejeo, Carlos se da cuenta de que todos tienen la misma cicatriz de Beto, eran parte de una enferma secta.

La señora levanta el arma blanca con su brazo derecho y lentamente, se lo clava a Carlos en medio de gritos hasta haber perforado su cráneo. La sangre caía por montones y el joven parecía desfallecer poco a poco. De pronto, ella saca una especie de frasco que contenía un bicho muy peculiar con una sórdida apariencia y hace que este se adentre en la cabeza de su víctima. 

Carlos se hallaba muy confundido. Él estaba dando un esfuerzo sobrehumano para tratar de mantener la cordura, pero ya era demasiado tarde. El insecto penetró en su cerebro acoplándose a él y dominando por completo cada recuerdo y experiencia vivida. 

Carlos se había convertido en un miembro de esta familia.

Fin

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⏰ Last updated: Feb 17, 2018 ⏰

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La Esencia de lo MórbidoWhere stories live. Discover now