Nostalgia

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En Grecia, una mujer aseguró ante los hombres al nacer una de sus hijas que: era ésta más hermosa que la diosa Afrodita; tal rumor llegó a ser escuchado por la sublime diosa quien les acusó de hibris ante Zeus. A causa de esto, la muchacha a quien los hombres llamaban Vida, fue llevada a juicio ante el consejo de los dioses en el Palacio del Olimpo, pero antes de ser condenada Vida escapó; perdida y desorientada consiguió esconderse en el salón del comedor hasta saber qué hacer, allí se mantuvo anónima entre las musas sin embargo la condena de los dioses llegó antes que la luz pues Talía la descubrió escondida y anunció su presencia a los olímpicos.

El primero en llegar fue Eros quien rondaba por el comedor y reprochó a las musas por no informar antes de su presencia. Calíope la que inspiraba a los poetas habló en su nombre y defensa de las otras ocho musas cosa que Eros consideró un irrespeto y cegado de ira por la réplica además de presionado por su madre, Afrodita, lanzó una flecha hacia ambas condenándolas a enamorarse ridículamente la una de la otra como castigo por lo sucedido.

El efecto fue inmediato, con el encuentro de una mirada Vida y Calíope se perdieron en los caprichos de Eros y Afrodita, pero la deuda aún no se había saldado.

Llevaron a Vida a comparecer ante Zeus, donde contaron lo sucedido y el dios para complacer a Afrodita la fulminó con un rayo, ignorando la condena del consejo. Hermes ordenó que el espíritu de Vida fuese a parar al Tártaro donde sin un óbolo para pagar su entrada fue rechazada por Caronte quien le dijo que debía escoger entre quedarse para siempre temblando a orillas de la laguna Estigia o volver a Grecia y entrar por una puerta lateral, en Ténaro, donde el acceso era libre.

El espíritu comenzó a vagar camino a Ténaro. Calíope, afectada por lo sucedido acudió a las Moiras para averiguar sobre el destino de la mortal y todo lo que comentaron fue que este no era cumplir con la condena del consejo. Poco después la musa se enteró que Zeus la había asesinado; desolada le recriminó a las Moiras por no haberle dicho que cortarían el hilo de su Vida.

Las Moiras para compensarla le informaron acerca de la tragedia de Vida, entonces sintió clamar fervientemente a su existencia ayudar a la mortal y de inmediato pidió ver a Hera, la diosa madre a quien contó acerca del amor naciente y latente que había despertado aquella mortal y todo lo sucedido después de la audiencia del consejo. Hera sorprendida y empática le ofreció ayuda a Calíope con la condición de que los demás olímpicos no se enterasen de su colaboración, entonces hizo llamar a Iris para encomendarle la tarea de cruzar su arco con Helios y preguntar cuál era el paradero y la situación de Vida, la mortal. Poco tiempo después de la petición de Hera, Iris hizo llegar su mensaje a Helios; éste no respondió sino hasta un par de viajes después desde Colquide a Elíseo, cuando pudo vislumbrar a Vida y enviar las novedades a Hera.

El mensaje de Helios decía que Vida se encontraba vagando camino a Ténaro porque no llevaba un óbolo consigo para pagar a Caronte por el viaje hasta el otro lado.

Hera contó esto a Calíope e hizo llegar un óbolo con Iris para que pudiese entrar al Tártaro además de un mensaje de Calíope que decía "no estás sola Mi Vida, estoy contigo". Cuando por fin Caronte le permitió el paso fue dirigida a Minos, Radamantis y Eaco, los tres jueces de los muertos quienes la consideraron un espíritu corriente y fue enviada a los Campos Gamonales donde erró luz y oscuridad recitando poemas a un amor al que le faltaba Vida y le sobraba musa.


Pasado algún tiempo, cuando Perséfone subió al Olimpo para visitar a su madre Deméter, Hera la hizo llamar y al llegar, Calíope e Iris se encontraban junto a ella, un poco desconcertada Perséfone se atrevió a preguntar que solicitaba la diosa madre de ella. Hay un espíritu dijo Hera, que fue castigado en un arrebato de Zeus y ahora erra en el Tártaro; ese espíritu corresponde a Vida, una mortal que por obra de Eros es el amor de Calíope. Yo pido que me la entregues para así permitirme compensarlas con lo que merecen. Perséfone dudó unos instantes, pero conocía por experiencia lo impetuoso que podía resultar Zeus lo cual despertó su empatía. Son mis deseos entregártela dijo Perséfone con sincero compromiso sin embargo no hay manera en la que haga esto sin que Hades se entere y me castigue como a uno de sus súbditos aunque tienes mi palabra de que haré lo posible por ayudarles a Vida y a Calíope.

Vida, la mortalWhere stories live. Discover now