Paso #6

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Pídele una cita.

"La tercera oportunidad es la vencida. Las opciones se te presentaran en bandeja de oro, no te preocupes al equivocarte, siempre en el tercer intento recibirás tu recompensa".

Puras y grandes mentiras. Este era ya el décimo intento y la maldita puerta aún no abría.

Arthur volvió a dar cinco vueltas a la derecha y seis a la izquierda, pero la llave no parecía reaccionar a ninguno de sus ruegos internos. Y si no fuera lo peor, la vergüenza por tener a Japón a su costado también crecía.

—Déjeme intentarlo, usted parece estar algo... nervioso.

El rubio giró el rostro para ver al oriental. Francamente no sabía a qué se refería; sin embargo, su duda fue contestada cuando Japón le señaló la forma extraña en como sostenía la llave, consiguiendo que esta no entrara bien en el ojo de la cerradura.

Resignado, Arthur le entregó la llave de la habitación a Kiku, rozando su mano contra la ajena. Un suave choque eléctrico cayó en la columna vertebral de ambas naciones, adquiriendo un sonrojo notable en sus mejillas. Los dos decidieron pasar por inadvertido aquella sensación. Japón en su camino por olvidar sus sentimientos hacia Inglaterra y este último para que sus piernas no cedan en cualquier momento.

Entonces Kiku, en un toque ligero entre la llave una la cerradura, logró abrir la puerta dejando a sus espaldas a un boqui-abierto anglo. 

Cuando los dos ingresaron, el chico de occidente permaneció observando como Kiku se mostraba embelesado con su entorno. Listo o no, estaba determinado a no dejar pasar la oportunidad. Japón no saldría de esa habitación sin haber escuchado su declaración de amor.

Por su lado el oriental estaba luchando internamente para no morir ahí mismo de un sangrado nasal. ¡Estaba dentro de la casa su amor platónico! ¿No era esto igual a sus sueños fangirl que siempre tenía? Entonces se dio el lujo de observar cada objeto de aquel departamento. De rincón a rincón. Cada pintura, cada esquina, cada adorno; embriagarse con el olor tan Inglaterra.

—Todo es tan hermoso. —confesó Kiku.

Arthur sonrió y pasó por delante del moreno para estar más cerca.

—No me gusta los lugares ostentosos, así que le pedí a mi reina que me dejara tener permanentemente este lugar y acomodarlo a mi gusto. Traté de adecuar las cosas para que le dieran un toque elegante.

Kiku, al estar tan absorto en su entorno, tardó en darse cuenta en como su acompañante estaba peligrosamente cerca. El corazón de Japón palpitó con brusquedad, obteniendo un color de un cerezo en sus mejillas, no tan diferente al rostro de Arthur. Entonces el pelinegro se alejó para que su nerviosismo no fuera no notado.

—¡E-ese cuadro...! —Japón señaló una de las pinturas de la pared colindante a ellos— E-Esa pintura es hermosa...

Inglaterra se fijó en donde su invitado le señalaba. 

"Romeo and Juliet" —susurró Kirkland.

El británico se acercó a la pintura siendo seguido del pelinegro quien, deslumbrado, no pudo evitar tocar con la palma de su mano el marco del lienzo.

—¿Sabes?, esta pintura es una representación de la obra dramática de un escritor de mi casa. Narra la historia de dos jóvenes enamorados que, a pesar de la oposición y rivalidad de sus familias, deciden casarse de forma clandestina y vivir juntos; sin embargo, la presión de esa rivalidad y una serie de fatalidades conducen al suicidio de los dos amantes. La muerte de ambos, supone la reconciliación de las dos familias.

Diez pasos para conquistar a un japonésWhere stories live. Discover now