Un gato solitario.

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¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nací en la tierra? ¿Años? ¿Décadas? ¿Siglos?, no lo sé, he olvidado todo sobre mí; mi verdadero nombre, la primera persona que me cuidó e incluso he olvidado el rostro de las pocas personas que fueron importantes, he visto morir a demasiada gente sin sentir arrepentimiento alguno, sin sentir alguna tristeza o incluso lástima.

He sido cuidado por personas gentiles, mi última dueña fue una mujer de tercera edad, ella estaba sola en el mundo, sin ninguna compañía y me acogió en una noche de lluvia, iba a visitarla seguido, no me molestaba verla, estar con ella era relajante.

Todos los días llegaba a la puerta de su casa y me recibía gustosa, era una mujer muy amable, demasiado amable para mi gusto, hasta que falleció, recuerdo perfectamente lo sorprendido que estaba al ver a las personas que lloraron hipócritamente por ella, nunca vi a una de ellas pararse frente a su puerta para visitarla. Siempre estaba sola, con un único deseo que nunca se hizo realidad: conocer a sus nietos.

En cambio, para llenar ese hueco de soledad, cada tarde  escuchaba baladas de jazz al tiempo que regaba una que otra planta, claro, siempre con mi compañía.

En estos últimos años, he descubierto dos cosas de los humanos, la primera y la más importante es que no soportan estar solos, son tan dependientes de alguien que les cuesta estar tanto tiempo en la soledad, siempre buscando a alguien para vivir su vida, es desesperante.

La segunda cosa que aprendí de ellos es que son muy hipócritas, no importa quién sea o cómo sean, siempre serán así. Por lo general prefiero estar solo, los niños son muy descuidados como para estar conmigo, no los soporto; los adultos son demasiados serios como para cuidar de alguien, apenas pueden cuidarse a ellos mismos, y los ancianos son muy lentos para estar con otra persona, aunque son tranquilos y algunas veces siento simpatía por uno que otro.

¿Qué hago en la tierra? ¿Cuál es mi propósito? ¿Por qué nunca he muerto? No lo sé, aún tengo que descubrir mi razón de vida.

"Cuando un gato solitario se interesa en un humano."

Los días pasan sin cesar, personas apuradas suben a trenes, autobuses e inclusive bicicletas, siempre llevando un ritmo de vida tan agitado, claro que lo hacen, necesitan un motivo por el cual vivir, si no hicieran nada estarían perdidos: estudian, trabajan y mueren, ese es su aburrido ciclo de vida.

Claro, forman una familia que los ayuda a sostenerse, pero me ha sorprendido las veces que los he visto fracasar. Nunca equilibran las cosas y casi siempre, fallan en una.

Diario, pasan apresurados para el trabajo, madres van con sus hijos de la mano, personas y enamorados pasan por las calles con una sonrisa, siempre tan monótono, siempre tan inútil, en una ciudad tan grande siempre hay algo que ver.

Los parques de la ciudad son agradables, puedo acostarme en el césped entre semana sin ser molestado, los niños siempre van a la escuela a esa hora y curiosamente es mi hora favorita.

La tarde es agradable y decido ir a dormir un poco, claro que ese es mi propósito, sin embargo, a lo lejos puedo ver una silueta de un niño llorando, está en cunclillas sollozando, aunque mis instintos dicen que me vaya, por alguna razón decido acercarme, no me gustan los niños, pero aquel, me intriga por algún motivo, así que decido aferrarme a mi segundo instinto.

Con ningún miedo me acerco a él tratando de llamar su atención, primero maullo para que me note; no funciona, después alzo mi pata y golpeo levemente su pierna, solo en ese momento me mira sorprendido y asombrado por el acercamiento.

Como todos los niños con los que he tratado, espero a que me tome en sus brazos y me abrace tan fuerte que me desesperan, espero esa reacción por parte de aquel niño, sin embargo aquel cariño nunca llega.

El gato de ojos color celestes. (One-shot)Where stories live. Discover now