Cuenta la leyenda, que cuando Narnia aún era un país joven y próspero, Aslan tuvo una hermosa hija, de cabellera roja como el fuego, piel blanca como la nieve y ojos verdes como el mismo bosque. Esta niña, se le fue otorgada un pequeña porción de la...
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CAPÍTULO OCHO:
El ultimo beso.
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La coronación de Caspian fue unos días después de la batalla, donde todos lo narnianos fueron invitados al desfile que se celebraría en su honor. Todos se habían puesto sus mejores galas, y Visia, quien había llevado durante toda su estancia en Narnia, simples vestidos sin ningún detalle, se asombró ante los vestidos elegantes y finos que había en el castillo.
Su cabello pelirrojo se lo recogió en una trenza, la cual decoraron con adornos de oro. Se puso un hermoso vestido verde que resaltó aún más sus ojos, y combinó muy bien con su pelo. Este tenía detalles dorados, que trazaban elegantemente el vestido.
El desfile había sido mágico, con gritos de alegría por parte de todos, alegrando a los reyes al ver como los narnianos convivían con los telmarinos y viceversa. Visia había cabalgado junto con los hermanos Pevensie, mientras que Caspian iba a la delantera con una hermosa corona de oro sobre su cabeza.
Esa misma noche se había celebrado un gran banquete, en honor a la victoria y a los narnianos caídos en la batalla. La pelirroja había comido y bailado como nunca, junto con las hermanas Pevensie y de vez en cuando con Edmund y Peter, quien si bien tenían grandes dotes en los bailes reales, habían bailado con ella bobamente para hacerla reír. Sin duda amaba a eso chicos, como si fuera sus hermanos.
Cuando los fuegos artificiales comenzaron a salir, todos salieron del salón, para apreciarlos mejor, mientras que la pelirroja se había dirigido al balcón y así aprovechar unos segundos de soledad. Se sentía feliz, más feliz que nunca, y a pesar de que aún sentía la culpa de las muertes de aquellos narnianos sobre sus hombres, se había dispuesto a celebrar esta fiesta por todo lo alto.
Una mano se posó sobre su hombro, captando su atención. Caspian la miraba con una enorme sonrisa y un hermoso brillo en los ojos. Nunca lo había visto tan feliz y atractivo a la vez. Visia le devolvió la sonrisa, sin decir nada, ya que no sentía la necesidad de hacerlo.
─ Hola ─ saludo el chico una sonrisa.─ Estás muy guapa.
─ Gracias, debo decir que tú también lo estás, majestad.
