Regalo por adelantado

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Como Miguel lo había presentido. Soco se levantó bastante tarde, suerte para ella que la abuela Elena se había ido temprano al mercado para hacer unos mandados y así no tuvo que escuchar los gritos que ella solía dar cuanto a alguien se le pegaban las sabanas.

De hecho, Soco hubiera seguido ahí acostada de no ser porque empezó a llegar hasta su cuarto el delicioso olor del pozole que preparaban su madre y su tía. Se levantó de la cama y saco de su pequeño armario su falda de jarabe tapatío verde bandera con una blusa blanca sin mangas que solía usar en las fiestas.

Salió corriendo de su cuarto y fue a comprobar si su hermano aún continuaba en casa, lo encontró saliendo del pequeño local donde mantenían viva la memoria de Héctor y que muchas personas venían a diario a ver la exhibición de las letras y las cartas que alguna vez le escribió a su bisabuela Coco.

Miguel ya llevaba puesto su traje rojo de mariachi que se ponía cada vez que organizaban una fiesta, así como la guitarra blanca que descolgaba del pequeño museo siempre que no estaba en exhibición.

-¡Miguel!

-Coco, ¿la abuela ya fue a gritarte para que se te quitara lo flojo?

Socorro lo golpeo en el brazo juguetonamente y para molestar más a su hermano le arrebato el sombrero rojo gigante que él tenía en la cabeza, ella jamás se atrevería a hacerle daño a la guitarra de Héctor, pero el resto de las cosas de su hermano valían mole de olla.

Salió corriendo alrededor de la casa, Miguel con enfado fingido pego carrera detrás de su hermana, fácilmente la hubiera alcanzado pero en esa ocasión llevaba la guitarra blanca en las manos, sin duda Soco había contado con ello.

Ella reía al ver que su hermano no podía darle alcance, llego hasta el patio trasero, tratando de encontrar un lugar para esconderse, pero el perro Dante se atravesó en su camino pensando seguramente que ya era hora de un nuevo juego.

Con esto como ventaja, Miguel la atrapo por detrás y después de quitarle el sombrero la cargo con una increíble facilidad y la subió sobre su hombro, comenzó a girar sobre sí mismo, sabiendo de sobra que ese era un juego que su hermana odiaba.

-¡Me voy a guacarear si no me bajas pronto!!- le grito la niña después de varias vueltas.

Miguel la bajo con cuidado, ambos se lanzaron miradas mortales, pero después empezaron a reírse entre ellos, así era casi todo el tiempo, podían darse el lujo de pelearse a muerte sin enojarse realmente al final.

Dante se acercó a ellos y ambos empezaron a acariciarlo.

-Espero que si hayas practicado el jarabe tapatío este año Coco, sabes que a ellos les encanta verte bailar-

Ella se encogió de hombros.

-¿Qué más da si no lo ensayé? Si algo me sale mal digo que tuve mucha tarea y no tuve tiempo de practicar.

Miguel sonrió y negó con la cabeza.

-¿Qué canción vas a tocar ahora en la fiesta, Miguel?

Su hermano lo pensó un momento.

-Poco loco-hizo una pausa y volteo a ver a su hermana-¿Qué opinas si ahora este año en lugar de bailar la cantas conmigo?

-Estas chiflado.

-¿Por qué? Si te sabes los acordes y la letra.

-Pero solo tenemos la guitarra de Papá Héctor-

Los ojos de Miguel se iluminaron por unos instantes y se levantó del suelo sacudiéndose el pasto que se le había pegado en el pantalón, le hizo una seña a Soco con su mano y comenzó a subir la escalera de madera que conducía al techo de la casa.

Coco 2: Recordando lo olvidadoWhere stories live. Discover now