II

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Llegó un miércoles por la tarde, cuando las sombras aún no reclamaban para sí el terreno. Llegó vestido con un desgastado pantalón de tela, una camisa blanca algo manchada, y zapatos totalmente empolvados. Llevaba por único equipaje una caja metálica de medio metro cuadrado; caja bastante oxidada y al parecer muy pesada. El niño la venía arrastrando creando tras de sí una estela de rocas dispersas y arbustos aplastados. Tenía agujeros en ambas extensiones del pantalón, por los cuales se podía distinguir sus raspadas y ensangrentadas rodillas. El cabello le llegaba hasta un poco debajo de las cejas, cayendo en finos hilos azabache; cortina negra que jugaba a ser modulada por el ritmo montañés del viento. Sólo una vez levantó los ojos; caminaba hundiendo la mirada en el agreste terreno y sumergiéndose a cada paso en las filudas piedras que conformaban el sendero hacia el pueblo. 

EL NIÑO QUE ARRASTRABA LA CAJAWhere stories live. Discover now