Saint

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El niño con el que estaba ocupada, era demasiado lindo. Probablemente solo tenía cinco o seis años y la herida que tenía en la cabeza era bastante molesta, pero parecía estar tomándolo con calma.

La mamá era una ruina histérica, al igual que todas tienden a ser cuando sus bebés consiguen lastimarse, pero después de un par de puntos de sutura y consejos para que consiga algo de Tylenol y tenga al niño usando un casco cuando montaba su bicicleta, ya estaban en camino.

Por supuesto tuve que conseguir una paleta para darle al joven paciente. No podía soportar verlo irse sin alguna especie de sonrisa. Trabajar con niños pequeños era duro, pero siempre me hacía interiormente feliz cuando podía arreglarlo y enviarlos de vuelta con sus lágrimas secas.

Me saqué con un chasquido mis guantes quirúrgicos y asentí hacia el médico de la Sala de Emergencias a cargo mientras se trasladaba al paciente a la habitación de al lado. Era la temporada de la gripe, por lo que estábamos corriendo de un lado para otro constantemente, por no mencionar que la temperatura más fría tenía a la población sin hogar dentro y fuera tratando con una variedad de lesiones y síntomas relacionados con la temperatura.

Siempre tenía que estar alerta, sin saber lo que estaba alrededor de la esquina, lo que hacía que mis días se movieran rápidamente y mantuviera mi trabajo desafiante e interesante.

Sin embargo, cuando llegué a la esquina y vi una conocida figura alta y oscura apoyada en el mostrador de la entrada, tuve que hacer una pausa y decidir si quería dar la vuelta y correr para otro lado antes de que me viera. Harry no era un particular reto con que quisiera tratar hoy.

Estaba irritada con él por actuar de manera egoísta, mientras que alguien cercano a él estaba sufriendo, pero más que eso, estaba furiosa conmigo misma por ceder e involucrarme cuando lo conocía mejor.

Estaba tan molesta que a pesar de que me frotó de todas las manera incorrectas, el beso que forzó, me tuvo dando vueltas en la cama por la noche, y si me concentraba lo suficiente, todavía podía saborear la marca que tenía a la izquierda en mi boca. Ugh... ¿por qué tenía que ser tan memorable en todas las maneras posibles?

Entrecerré mis ojos y enderecé mis hombros mientras me dirigía hacia él. La enfermera detrás del escritorio estaba mirándolo con una mirada que solo podía describirse como asombrada. Probablemente era diez años mayor que yo, tenía cuatro hijos, y su marido era un policía, pero eso no impidió que cayera en la trampa carismática que Harry parecía tejer sin esfuerzo alrededor del sexo opuesto.

—¿Qué estás haciendo aquí abajo? Tu papá está en el piso de arriba. —Lo vi hacer una mueca de dolor cuando usé la palabra papá, pero me negué a sentirme mal por ello.

Tenía problemas tropezando con las palabras y diciendo lo que realmente quería decirle a la gente, pero por alguna razón no era un problema cuando hablaba con él.

Arrojé el papeleo que estaba sosteniendo a la enfermera de admisión y crucé mis brazos sobre mi pecho mientras giraba así estaba enfrentándome. La gorra de béisbol que llevaba, hacia sombra en la parte de arriba de su rostro, pero podía ver que tenía círculos oscuros debajo de cada ojo y que había finas líneas blancas de tensión curvadas a cada lado de su boca.

Con todo se veía mucho mejor que la última vez que lo había visto. Bueno, mejor, al menos con el hecho de que estaba completamente vestido, y aunque no quería, todavía podía imaginarlo medio desnudo con vividos detalles. Realmente quería saber qué era la parte de adelante de ese gran tatuaje que se unía en la parte trasera.

—¿Tienes un minuto? —Su voz era un poco brusca pero suavizó la pregunta con una media sonrisa que hizo a mi corazón tropezar.

—En realidad no. Estamos bastante ajetreados hoy. El tiempo hace que las personas se vuelvan locas, así que estamos extraordinariamente ocupados.

HardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora