Día 1

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  7.03 am   

Caminaba a toda prisa por ese piso blanco que tanto odiaba.

Lo odiaba porque cada vez que lo veía significaba que me alejaba de papá.

Aunque ya no era un niño, él no me mandaba de campamento de verano al otro lado del mundo y yo no temía que todo este viaje terminara mal.

Me acerqué al mesón y la chica me indico que puerta debía seguir y cuando me senté a esperar mi turno, sentía la mirada de todos sobre mí.

¿Sería por mi ojo morado? ¿Por mi corte en la mejilla? ¿O simplemente porque estaba con un traje de más de tres mil dólares?

Trate de despejar mi mente revisando mi celular, pero apenas desbloquee la pantalla vi su foto.

Todo había sido tan rápido que no me había dado tiempo ni de cambiarla, ni menos de borrar todas en las que aparecía.

¿Debía hacerlo? Era como si diera por hecho que nuestra relación había acabado, me refiero, no es que tenga esperanzas de volver. Se lo que pasó fue el punto final, pero la fuerza de la costumbre y una relación de más de diez años hacia que mi cerebro se confundiera enormemente.

Al fin llegó nuestro turno y comenzamos a abordar el avión, sintiéndome más relajado al saber que no vendría nadie a mi lado.

¿Era un lugar casi desierto? Eso esperaba porque no quería ver a nadie en algún tiempo.

Después de una semana sentía que podía descansar, porque no tenía idea que serían casi diez horas de viaje. La verdad es que había elegido ese lugar porque pensaba irme a casa de mis abuelos apenas tuviera la oportunidad, pero debía hacer creer a todo el mundo que me encontraba de vacaciones primero.

Ni las turbulencias, ni el carrito de la auxiliar de vuelo, menos la risa del idiota que iba detrás de impidió que durmiera por unas horas. No podía seguir engañando a mi cerebro con Red Bull, café y pastillas antidepresivas.

Aún recuerdo la cara de mi papá cuando me encontró ese frasco entre mis cosas. Obviamente se lo negué, le dije que eran de alguien más, que se le habían quedado en mi apartamento en alguna fiesta que di, pero el frasco tenía mi nombre, así que le tuve que contar que estaba un poco estresado por el trabajo. No le comenté que prácticamente no dormía en las noches, tenía un temblor en el ojo izquierdo al pensar en el balance que debía entregar cada mes y día por medio lloraba en la ducha porque era el único momento que tenía solo para mí.

Además de esa explicación no me dijo nada más, de hecho recuerdo que dijo algo de no comentarlo a nadie, porque no me tomarían en serio, lo que me hizo dudar más aun de mí y caer más en esta maldita depresión, dudar de mis capacidades y tener una ansiedad tremenda. Llevándome a todo lo que había pasado.

Me volví a abrochar el cinturón sabiendo que sería la última vez y después de una pequeña escala en Londres, al fin había llegado.

Si todos me miraban raro en Nueva York, simplemente en este aeropuerto era un bicho raro.

¿Quién llega de vacaciones con un traje? Bueno, estaba un poco fuera de lugar, pero no es como si hubiera estado un año planeado este viaje. Mi papá prácticamente me pidió irme por unos días y fue el primer lugar que elegí.

Salí a la calle y el calor era para morirse, así que desabotoné un poco mi camisa y aflojé la corbata para pedir un taxi.

Como pude le dije la dirección del hotel y el asintió, esperando que mis clases del colegio no fueran tan malas y no terminara perdido.

Coleccionando Atardeceres {Larry Stylinson} [Terminada]Where stories live. Discover now