¿Cuál es la voluntad de Dios?

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Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo el bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos.

1 Pedro 2:15 [RVR 1960]

Muchas veces nos hemos preguntado cuál es la voluntad de Dios para cada una de nuestras vidas, o que será lo que Dios tiene preparado para mí. Nos pasamos la vida pensando si llegaremos a ser grandes evangelistas, o Pastores, o Maestros o si al menos seremos reconocidos predicadores, o cantantes o algún otro sueño fuera del ámbito  de Iglesia que tengas en mente, como un deportista, un actor, un abogado, policía, etc. Y la verdad, es bueno preguntarse estas cosas y exponer estos deseos y sueños delante de Dios, pero ¿Qué es lo que realmente Dios espera de cada uno de nosotros? La respuesta a esta pregunta está en el versículo de arriba, el cuál Papá me entregó este Miércoles mientras le expresaba cierta desagradable situación que acababa de vivir, y la pregunta que más le repetía a Papá y la que más merodeaba mi mente es ¿Qué debo hacer? ¿Qué es lo que quieres que haga? Muchas veces en mi vida juré haber oído a Papá hablarme, no de forma audible, pero si a mi corazón y a mi espíritu, y fue en ese momento de desesperación cuando comencé a dudar si Papá realmente me hablaba, si realmente tenía una verdadera intimidad con él, y es cuando siento sacar un pan de vida en el cuál estaba escrito este versículo y de inmediato entendí lo que debía hacer.

La voluntad de Dios es que hagamos el bien, pero ¿Qué es hacer el bien? Para muchos su bien es el mal de otros, por ejemplo: En una competencia tu bien sería ganarla, pero ese bien tuyo sería un mal para el otro competidor. No es mi mejor ejemplo, pero por ahí va la idea. El bien que Dios pide que hagamos es un bien tanto para nosotros como para el resto, si leemos todo el sermón del monte nos daremos cuenta que Jesús nos da instrucciones como: Ama a tus enemigos, ora por los que te persiguen, bendice a quienes te maldicen, no juzgues a los demás, perdona a los que te hacen daño, etc. Pero la regla de oro, según las escrituras está en el versículo 12 del capítulo 7 de Mateo cuando Jesús dice: Haz a los demás, todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas.

Pablo, Pedro, Juan y Santiago, son los Apóstoles que nos dejaron las mayorías de las cartas para la Iglesia, y en cada una de ellas nos dicen y enseñan que cosas debemos hacer como Cristianos, de que nos debemos guardar y cuidar y como podemos ser agradables ante los ojos de Dios. Se tocan temas como el de resistir las tentaciones, el tema de tener fe, la santidad, la bondad, el ayudar a otros, obedecer a las autoridades, honrar a tus padres y que los padres también honren a sus hijos,  la integridad, la predicación del Evangelio, la humildad, etc. Cosas que debemos hacer de corazón y  con completa entrega a Dios y a los demás. No olvidemos que los dos mandamientos principales son amar a Dios y al prójimo, obedeciendo eso ya cumplimos con la voluntad de Dios, no olvidemos que Jesús dijo que si le amamos, obedeceremos sus mandamientos (Juan 14:15) y obedecerlos no debe ser una carga, porque si le amamos, el simple hecho de obedecer es una profunda muestra de gratitud y amor, y un deleite que nos satisface día a día, tanto al levantarnos como al acostarnos. Seamos personas de fe, que el mundo vea a Cristo en nosotros, que lo vean en nuestro hablar, nuestro caminar, nuestro pensar y mirar, que vean a Cristo en todo nuestro ser.

En la sección que no hace mucho abrí llamada: Buscando el corazón del Padre, tocaré este tema más a fondo, hablaré de todas las cosas que a Papá le agradan, haciendo lectura de las palabras mismas de Jesús, Pablo, Pedro, Juan y Santiago, de los que podemos rescatar muchas cosas que nos servirán día a día y que debemos aplicarlas en nuestra vida. No seamos Cristianos cómodos, leamos Palabra y pongamosla en práctica, no seamos como el hermano Gatica que predica y no practica, seamos diferentes, seamos radicales, demostremosle a Dios lo mucho que le amamos y cuanto deseamos verlo sonreír, si bien la salvación no es por obras, pero recuerden que una fe sin obras es una fe muerta, no que no seamos salvos, pero seríamos practicantes de una simple y muerta religión, cuando en verdad fuimos llamados a ser iguales a Cristo, a relacionarnos con él y a tener vida en él. 

Muchas bendiciones mis queridos lectores, sé que he estado un poco inactivo, pero es que son los últimos meses de clases y hay muchas cosas que quedan por hacer, además que me quedé sin Internet y ahora por milagro divino me prestaron un poco y decidí compartirles lo que Papá me habló esta semana. Y no nos quedemos siempre en esta jeje ustedes también díganme en los comentarios que temas les  gustaría que tratara, sería un placer ver de que cosas a ustedes les interesa hablar he informarse. Los amo mucho a todos, que tengan una linda semana, bendiciones.

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