Capítulo 11. Lados de la historia.

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La princesa estaba muy extrañada, desde en la mañana no había visto al capitán, se encontraba preocupada.

Lo que sentía la princesa por el capitán era bastante extraño para ella, tenía sentimientos muy hermosos por él, ya que él se comportaba tan lindo siempre y no solo eso, le encantaba su forma de ser y el brillo que resplandecía en sus ojos, las veces que ha hablado con él fueron las mejores descargas emocionales que ha tenido, es muy fácil hablar con una persona con la que tienes confianza así, claro que no le decía todo, se guardaba sus preocupaciones, básicamente por que a ella nunca le gusto causarle molestias a nadie, ni que la vieran como alguien débil.

Debilidad... palabra interesante, contraria a fuerza, pero una persona puede ser fuerte en muchos sentidos. Así como puede ser débil en muchos de los mismos.

Ahora mismo ella se encontraba mirando la fuente que adornaba su jardín de flores. Miraba su reflejo en el agua, y aunque no lo parezca ella se despreciaba mucho a sí misma, se veía y pensaba que era asquerosa, miraba sus ojos, su cabello alborotado y todo para ella guardan un horror parecido al de un monstruo.

Sus lágrimas se resbalaban por sus mejillas, recordaba como su padre y su madre siempre remarcaban sus errores físicos, sus defectos y sus enfermedades, cuando era pequeña nunca salió más allá de las puertas de su castillo, siempre encerrada, normalmente en su habitación junto con una sirvienta la cual la cuidaba, madre de una persona que conocería mas en el futuro.

Quitando el pasado de lado, alguien se acercó de forma sombría a la princesa, sin notar que esta aun tenia lágrimas en sus mejillas, alguien quien también tenía el corazón roto.

Se miraron el uno al otro por un par de segundos, Veros solo tomo haciendo a su lado, sin decir nada, los dos entendieron que cada uno tenía sus problemas, y que a su vez no tenían la suficiente confianza para decirlos pero, necesitaban apoyo.

El silencio se mantenía de forma cómoda, al menos solo entre ellos ya que el corres de agua, el cantar de las aves y el viento sopla era algo que lo interrumpía. Era un lugar muy hermoso para pensar.

-Princesa, ¿en verdad otorga perdón?- el joven fuerte rompió el silencio.

-Siempre lo hare- hablo de forma sincera.

-Por favor...- hablo después de un momento –Perdóneme y acépteme en su pueblo- dijo con lágrimas caer por sus mejillas.

Para una persona normal en esa época, no era común, es más, era muy raro ver a un hombre llorar, al menos estando sobrio, pero para la princesa esto era un acto de valor y confianza, sin pensarlo dos veces abrazo al joven el cual no le correspondió pero sus lágrimas cayeron con más brusquedad, sus sollozos reprimidos rompían el silencio.

Cuando sales a la luz, primero te sientes asustado, y quieres volver a la oscuridad, era lo que el sentía, un gran miedo profundo y extrañamente combinado con un sentimiento de esperanza que no tenía igual.

Pero no muy a lo lejos, se encontraba el capitán, quien ya había salido de las celdas, y al ver tal espectáculo, con toda la rabia que aún mantenía, solo podía malinterpretar todo.

No pasó mucho para que tal suceso llegara a oídos de la atractiva chica entre las celdas, solo un día mas y seria libre, y junto con su libertad se acercaba mucho sufrimiento para la princesa, más del que se podría imaginar.

En otra parte del lugar se encontraba un chico, entre oscuridad y utensilios, solo, pensando... ¿Por qué?

Recordó ese día...

°∞°∞°

-Tenemos que hablar- Su plan de aquella joven era muy obvio, hace tiempo que su prometido no mostraba interés por ella, incluso contándole un millón de historias, algunas exageradas y otras inventadas sobre tanto sufrimiento que supuestamente paso. ¿Por qué lo hacía? Por el hecho de no solo llamar la atención, se aprovechaba de la infinita compasión de Antenor, así él no la dejaría, y ella tendría más estabilidad emocional a costa de mentiras.

-Está bien...- escucho que él dijo algo inseguro.

Entre palabras bacías y algunas con algo de sentimiento actuado, ella fue hablando sobre el pasado, su relación y que ya no sentía lo mismo, llegando a la conclusión de terminar la relación y olvidar el compromiso.

En su plan interno el paso que seguía era escuchar las suplicas del chico, de que esto no podía pasar, no solo porque la amaba, sino porque el moriría sin ella. Al menos eso en la mente de la chica.

Y aunque al principio Antenor dudo sobre eso, con todas las supuestas palabras bacía que escucho de la joven, la idea le pareció la más adecuada, ellos serían amigos y así no tendría problemas de adulterio al declarar su gusto y atracción por la princesa.

-Está bien- dijo sin más dejando a la joven sin palabras –Recuerda que estaré si necesitas concejos y ayuda- la chica se sentí a morir, no se supone que esto pasaría, él se supone que la ama, ¿no? Pero la respuesta era cada vez más clara.

Aquella chica sin decir nada más, debido a su orgullo, solo salió de la habitación del joven, y cuando la puerta se cerró dejándola en los oscuros pasillos sus lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas de forma silenciosa.

Pero esto Antenor no lo sabía, el solo vio un lado de la historia, uno en que todo no había terminado de la mejor manera pero termino y eso era lo importante.

°∞°∞°

Y en su mente no podía haber casi ninguna falla, lo mejor de todo era que esa misma noche vería a la princesa, y quizás, solo quizás. Podría tener una mínima oportunidad de estar con ella.

Se imaginaba como sería tenerla entre sus brazos, el cuerpo de Angora era tan delgado y lindo a su parecer, sentía que al probar sus brazos, nunca más, por nada del mundo, los soltaría de nuevo.

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Gracias por leer...

El aullido del océano IIWhere stories live. Discover now