Me siento en mi sillón y prendo la televisión, como de costumbre nunca hay nada para ver; los informativos siguen mostrando el lado más cruel de la humanidad y otra vez me duele en lo que nos estamos convirtiendo. Apago el televisor e intento leer algo pero no logro concentrarme, leo tres veces la misma línea sin poder avanzar. Me siento desconectado.Esa sensación se está volviendo habitual. Miro por una ventana y mi mente salta al vacío, se pierde en el horizonte. La nada misma. Alguna que otra vez intente retenerla pero el desconcierto es fuerte. ¿Cuándo comencé a sentirme así?Hace un par de días miraba la luz verde de un semáforo esperando que cambie para poder avanzar y ahí entendí todo. La luz verde y yo inmóvil. Tenía el camino libre, estaba todo pronto para cruzar pero mi mente estaba desconcertada y no logró captar las señales. Si me preguntan qué pensaba no sabría explicar. Nunca sé que es lo que pienso, supongo que en cosas de la facultad, en alguna charla que oí en el día, en el clima, en todo, en nada.La última conversación real que tuve fue hace un par de días, hablábamos de lo molesto que me pone que la gente no hable de sus problemas, no los resuelva. Yo, en cambio, resolví que no se puede construir sobre escombros.Es inevitable la sensación pero aprendo a sobrellevarla y a convivir con ella.
