Capítulo 11

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Sin querer detenerme, seguí caminando a paso rápido. Cuando el castaño estuvo a punto de entrar a su coche, corrí hasta él. Al mismo tiempo en que Matt abrió la blanca puerta de metal, mis dedos se aferraron a la carne de su brazo.

—Espera, por favor— El nudo en mi garganta se hacía presente en mi voz, haciéndola temblar.

—¿Qué quieres, Natalia?— Su tono era pesado, estaba enojado, frustrado y hasta igual de triste que yo. Seguramente deseaba gritarme un montón de verdades, pero se contenía.

—No te vayas.

El ardor en mis escleróticas se estaba volviendo muy difícil de contener y él siquiera había volteado a verme.

—Te pedí que te alejaras de él. No eres idiota, sabes que Zac fue algo malo que me pasó e igual seguís hablándole. Sin embargo, soy capaz de entenderte, porque yo también vi ese algo en él, que ahora tú estás viendo. Pero lo que me duele es el saber que estabas dispuesta a besarlo, que querías hacerlo, que ibas a traicionarme— Un escalofrío se adueñó de mi espalda baja y ahora sí, sus orbes, inundados en lágrimas, me miraban —Si no se besaron fue porque Zac no quiso. Y eso fue una terrible puñalada a mi corazón de tu parte.

Lo escuché pasar saliva, relamió sus labios y alejándose de mi agarre, tapó su boca con el revés de su mano, reteniendo el llanto.

—Estabas dispuesta a besarlo— Su boca apenas se abrió para repetir esas palabras.

—Besó mi mejilla, Matt...

—No me tomes por imbécil, Natalia. Por favor— Sonrió sin humor y apoyó su codo sobre el techo de su coche.

—Mi amor, escúchame. Jamás deseé que algo pasara con Zac, tampoco quise que me besara ni nada de eso que tú piensas. Simplemente no me parece alguien malo y la verdad es que sí, quiero conocerlo. Todo esto es un mal entendido. No siento nada por él y no sé lo que pasó entre ustedes, pero esperaré hasta que estés listo para contármelo— Tomé su rostro entre mis manos y dejó que lo moviera hacia mí, para poder verlo a los ojos. Sus pestañas estaban empapas y lo verde de sus iris centellaba, víctima de las saladas secreciones —Confía en mí. Jamás haría nada para lastimarte, te quiero y mucho.

Se abalanzó y pegó sus labios con los míos. Lentamente, se alejó y acariciando mi rostro con sus pulgares, estudió mi cara. Peiné su cabello hacia atrás y le sonreí.

—Perdóname— Susurró —Yo...— Respiró profundo y relamió sus labios —Te sonará raro, pero jamás había querido tanto a alguien. La idea de perderte me vuelve loco.

—Es que soy especial— Respondí sacándole una sonrisa y por fin el peso en mi pecho, desapareció —Confía en mí.

—Lo haré, te lo prometo. Tú confía en que pronto te diré la verdad.

Matt volvió a besarme y llevándome con él, se recargó sobre la puerta trasera de su camioneta, pegándome a su pecho. Nuestros alientos se mezclaron y ambas respiraciones comenzaron a tomar velocidad. Mordió suavemente mi labio inferior y con su lengua exploró mi boca. Aprisionó mi nuca con una de sus manos, aumentando la temperatura. Enredé mis dedos en su despeinado pelo y no tardé en sentir que algo en él cambiaba, como cuando estábamos bailando.

—Me alegra que se hayan arreglado— Escuchar a mi amiga me obligó abrir los ojos. Cuando lo hice, vi que Matt ya los tenía abiertos y alternaba su vista, entre los míos y seguramente, los de Cata —Gracias por tus servicios, bombero. Pero creo que ya fueron suficientes primeros auxilios.

Mi novio me miró una vez más y sonriendo, se apartó de mí.

—Solo cumplo con mi deber— Contestó y girando sobre mis talones, me recargué sobre el pecho de mi chico. Enseguida sus brazos rodearon mi cintura y sus manos se entrelazaron sobre mi vientre —Soy un profesional.

Siempre has sido túWhere stories live. Discover now