Si me dijeras que sí, 

que esa mirada sí es para mí, 

que no es para reconocerme 

que es para dejarme entrar, 

que también es de admiración y de ensimismamiento y de serendipia...


Si me dijeras que el brillo de tus ojos 

tiene su motivo en mí, 

en un faro solitario en la costa 

que no alumbra el camino de nadie, 

podría sonreír 

-y no me importaría tener ajados mis labios-. 


Si me dijeras que no es condicional tu respuesta, 

-que es afirmación-

volcaría la tierra 

para besarte los ojos 

y saquearía los museos 

para adornarte el camino 

de regreso a casa. 


Si sólo estuviéramos los dos 

en ese autobús 

te dedicaría la tormenta 

que mi cielo siempre libra 

y te diría 

que mis dos manos

son un tesoro abierto

y que tú lo has encontrado 

sin necesidad de peregrinar. 


AYERWhere stories live. Discover now