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Martes.

Después de la última clase, no pierdo ni un sólo minuto antes de ir al lugar de Keyra. Ayer por la noche llamé a Will para ofrecerle -o mejor dicho, pedirle- llevar a Keyra yo mismo a su sesión de quimioterapia. Él dijo que sería perfecto, porque estaba a punto de cancelar algunos trámites para no dejar sola a Keyra durante algunas horas de la tarde.

Suerte que finalmente no le devolví las llaves que me dió la semana pasada, de ese modo no tengo que desviarme para ir por ellas a su oficina de nuevo.

Durante el camino mantengo mi dedo pegado al botón del radio, cambiando la emisora todo el tiempo en busca de buena música. Encuentro un canal pasando una canción de los Backstreet boys y automáticamente pienso en mi novia.

¿Qué hay con los Backstreet boys últimamente? Ellos dejaron de sonar hace siglos, sin embargo, los he oído más de lo normal en el último tiempo. Seguro es porque Keyra no deja de escucharlos. Cada vez que hablamos por teléfono o voy a su casa, los BSB están sonando en el fondo. Su amor por ellos es una locura. Sobre todo porque son tan antiguos ya. Incluso si escuchara a los Jonas Brothers, tal vez sería más adecuado, pero ¿A los Backstreet boys? Ella está pegada en los viejos tiempos. ¿Qué edad tendría cuando estaban de moda? ¿cinco años? Y ahora, por alguna razón están mucho en la radio también.

Me descubro a mí mismo tarareando el final de la canción cuando aparco en la entrada de la casa. Meto mi mano en el bolsillo para asegurarme de haber traído las llaves conmigo y me apeo del auto.

La casa está sumida en un silencio absoluto. Me detengo junto a la puerta, tratando de oír algún mínimo ruido que evidencie a Keyra, pero no hay nada. ¿Tal vez está tomando una siesta de media tarde?

Camino con mucho sigilo por las escaleras y me acerco a paso lento hasta la puerta de su habitación. Pongo mi oreja sobre la madera fría. Ni un sólo sonido ahí dentro. Doy un par de toques y puedo oír su respiración profunda y el sonido del cobertor de su cama al moverse. Tal vez debería llamarla antes de entrar, ¿qué tal si está semi desnuda o algo? No es como si me molestase, pero aún así.

Marco su número de memoria en mi teléfono y escucho el suyo sonar dentro del cuarto. Vuelve a tomar una honda respiración y se queja de cansancio antes de responder.

—¿Hola? —dice. Su voz hace eco, sonando en mi oreja y al otro lado de la puerta a la vez.

—Hola, hermosa—sonrío al imaginarla despeinada y somnolienta y saber que estoy a punto de verla. —¿Qué tal si abres la puerta? Estoy afuera de tu habitación.

Corta el teléfono sin decir nada y no pasan más de dos segundos antes de escuchar sus pasos aproximarse a la puerta. Estoy nervioso, ¿por qué demonios estoy nervioso? ¡La vi ayer!

La puerta se abre y ella aparece tras ella. Despeinada, adormecida y aún en su pijama. Se ve hermosa y jodidamente adorable. La beso de una vez.

—Estás hermosa—sonrío.

—¡Qué mentiroso! —chilla riéndose. —¿Qué haces aquí un martes por la mañana?

—¿Por la mañana? —pregunto divertido. Ella definitivamente no estaba tomando una siesta. Ella aún no se despertaba desde la noche anterior. —Keyra, ¿sabes qué hora es?

—En realidad, no—dice.

—Te informo que son exactamente las... —Levanto mi muñeca derecha e intento descubrir qué hora indican las agujas de mi reloj. Es un viejo reloj que papá me regaló en mi cumpleaños anterior, pero no es nada fácil ver estas cosas, ¿eh? prefiero los números. Además, todo el mundo siempre pregunta por qué lo llevo en la muñeca derecha, como si ser zurdo fuese un pecado, bah. Cada uno con sus comodidades. Al fin descubro la hora y respondo. —Tres de la tarde con quince minutos.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora