CAPÍTULO 14. Eres tan fácil como tu contraseña

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Maldición, maldición, maldición. ¡¿En qué estaba pensando?!

Acabo de abrir los ojos y lo primero en lo que pienso es en Mika y el beso que le di. Apenas pude dormir anoche. No sé qué es lo que más me molesta: el impulso de haberla besado, o el que no me arrepiento de haberlo hecho. Es una chica de 17 años, quizás si fuese mayor de edad, por lo menos no sería hasta prohibido. Pero tuve que besar a una chica dulce de 17 años cuando yo soy mayor de edad. No quiero herirla, pero no veo una salida para esto donde ella no salga lastimada. No sé en qué estaba pensando cuando la besé. Bueno, no estaba pensando, esa es la realidad.

¡Mierda!

Salté de la cama antes de que sonara la alarma. No tenía caso permanecer acostado cuando mis propios sentimientos no me dejaban descansar. Tomé mi bolso de deporte y metí la ropa que me pondría después de ejercitarme. Me puse unos pantalones deportivos con un suéter. Subí la capucha sobre mi cabeza y salí de la habitación.

Treinta minutos estuve corriendo como un demente en la cinta y aún sentía mi cuerpo vibrar con la adrenalina. Sequé mi sudor e ignoré de forma deliberada a unas mujeres que tenían rato insinuándome. Hoy no estaba de humor ni para ellas ni para nadie. Me dirigí a las pesas y saludé a Miguel –el asesor deportivo del gimnasio- con un pequeño asentimiento antes de comenzar una rutina de abdominales y después seguir con las pesas.

—Hombre, que si quieres un desgarro, se mejores formas de lograrlo—me dijo Miguel.

Levanté con su ayuda la última ronda de pesas y cuando la colocó en su pedestal, me senté a recuperar el aliento.

—Solo se puede estar así por una mujer—dijo sonriendo.

Rodé los ojos: —Y es una muy complicada.

—Ya veo, pero sin importar lo que corras o el peso que levantes, te cansarás solo el cuerpo, tu mente seguirá trabajando.

— ¿Y cómo canso a la mente para que me deje descansar?

—Eso es fácil: el que quiere besar busca la boca.

— ¿Qué?.

—Ve con ella. Si una mujer es capaz de quererte hacer huir de ella con la misma fuerza con la que quieres estar a su lado, entonces vale la pena que te quedes con ella.

Sus palabras calaron hondo en mí. Si, quería huir de Mika, de esa parte que era prohibida entre nosotros y que no debió haber pasado; pero la cruda verdad es que el beso me había gustado y una parte de mi quería repetirlo. Pero tuve que apartar esa idea de mi cabeza. Estar con ella podía traerme más problemas de los que podía asimilar, empezando por el hecho de que ella era una menor de edad, y que yo podría ir a la cárcel.

—No es nada sencillo. Las razones para huir son las más sensatas.

—En ese caso búscate a una con la que puedas ser todo lo insensato que puedas sin problemas.

Aún era temprano cuando salí del gimnasio, pero igual conduje a la residencia de Megan. Subí hasta su cuarto y sin despertarla entre en el baño para darme una ducha, por lo general lo hacía en el gimnasio, pero con el tiempo de sobra que tenía, podía tomar un baño más decente.

— ¿Eres un ladrón muy aseado?—peguntó mi hermana desde la puerta. Su comentario me hizo reír.

—Salgo en un momento. Llegué más temprano y no quise despertarte.

— ¿Y no crees que siendo una mujer viviendo sola, el ruido de la regadera me despertaría con un pequeño infarto?

—Lo lamento—reí con sinceridad.

Estúpido Nerd Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora