Se miró las manos alarmado, ya no sabía si la sangre que las manchaba era la suya o la de otra pobre persona que se había cruzado en su camino. Un monstruo, un animal sin corazón; así se volvía cuando el alcohol se apoderaba de su ser. Por suerte esa noche llovía y la sangre resbalaba lentamente de sus manos y caía al suelo formando un terriblemente bello retrato de todos los crímenes que cargaba a sus espaldas
Hizo memoria, y entre sus recuerdos borrosos y alcoholizados vislumbró un rostro. Una mujer, un ser de extrema belleza que agonizaba entre sus brazos mientras su vida se le escapaba lentamente y sus lágrimas se confundían con la lluvia. La jodida lluvia. Caminó por las vacías calles de Barcelona, buscando algo que no quería encontrar y por desgracia, la encontró. Tirada en un callejón, muerta, la única mujer a la que había amado. Sus ojos, antaño brillantes y rebosantes de alegría, ahora se oscurecían como el crepúsculo oscurece el alba. Ahora la vida sin ella carecía completamente de sentido.
Se cobijó debajo de un árbol, sacó un cigarro, pensó. ..y sin vacile alguno lo decidió.Allí se debía quedar, allí debía permanecer, para siempre, bajo la lluvia.Rebusco en sus bolsillos, sacó una navaja y la deslizo alrededor de su cuello. Poco a poco la luz de sus ojos se apagaba y una sensación cálida recorría su cuerpo, y por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz.
Su cuerpo sangrante se quedó allí, muerto e inmóvil, para siempre sonriendo, bajo la lluvia.
