CAPITULO 8

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  —Ya déjame en paz Lisa

Jimin sale de la cafetería y siento que vuelvo a respirar de nuevo, todos comienzan a susurrar cosas estúpidas respecto a lo ocurrido y se crea un silencio incómodo entre los chicos y yo, cosa que nunca pasa.

Te hubiera matado si mencionas mi nombre Park.

Aún no sabía, ni siquiera tenía la menor idea de qué es Jimin para mí, pero esto no podía quedarse así, debía hablar con él, pero no ahora, todo era cuestión de tiempo.

(...)

Me dirijo a casa de Jimin en mi auto y al llegar sitúo mi automóvil en el porche de su casa. Al tocar la puerta una canosa señora abre y me sonríe súbitamente, por lo que yo hago lo mismo, ésta me invita a pasar y llego hasta la habitación de Jimin, al abrir la puerta lo encuentro en toalla de la cintura hasta las rodillas, dejando ver sus bíceps y su ejercitada espalda.

—¡Mierda! Lo siento -intento taparme los ojos-

Siento la sonrisa de Jimin, quien me invita a tomar asiento en su cama mientras se cambia en el tocador. Al hacerlo me dedico a inspeccionar cuidadosamente la habitación, a diferencia de, creo que todos los chicos del mundo, Jimin no tenía fotos de toda la familia en su habitación, sólo habían posters y un pequeño recuadro de una chica castaña un poco parecida a él, pero al no saber quién es, dirijo la mirada hacia otro lado, hasta que de repente aparece Jimin en el umbral de puerta, secando su mojado cabello con una toalla blanca. Llevaba puestos unos vaqueros negros con una camiseta blanca y los pies descalzos.

Dios, _____ contrólate, no has venido aquí a adularlo.

Trago saliva para empezar con la pesada conversación que estaba a punto de entablar y es cuando Jimin se sienta a mi lado, mirándome atentamente, esperando que diga algo.

—Me imagino que no has venido porque sí -opina con recelo-
—No yo...quiero hablarte sobre lo que ha pasado hoy

El intenso color rojo que han tomado sus labios debido a la reciente ducha que ha tomado me desconcentra y simplemente no puedo evitar dejar de mirar sus labios, sacudo la cabeza para de esa manera tratar de sacar de ella todos los pensamientos que tenía.

—Jimin, quiero que me digas con sinceridad, ¿qué soy yo para ti?, porque según lo que he visto hoy, sólo soy una mierda pegada a tu zapato

Su mirada se oscurece y me mira con algo de desconfianza.

—¿Qué quieres de mí ____? Simplemente no lo entiendo -se levanta- ni siquiera has querido dejarme hacerte todo lo que llevo meses planeando, y no creas que quiero aprovecharme de tí, pero es que tú ni siquiera me has dado un mínimo porcentaje de confianza en tí
—¿¡Cómo quieres que confíe en ti Jimin!? Eres la persona más impredecible que he conocido en mi vida, un día me tratas de lo mejor y al otro día simplemente no valgo nada para ti
—¿Qué no qué? Oh ____ -aprieta la mandíbula- te limitas a criticar a las personas antes de conocerlas
—¿¡Entonces por qué no le has dicho a Lisa que soy tu novia y ya!? -grite-

Me tapo la boca ante mis estúpidas palabras, no es lo que quise decir, ¡Dios!¿Cómo salen esas palabras de mi boca sin permiso alguno?

Y es ahí cuando pienso, quizás sí quiera que Jimin me presente como su novia cuando en realidad no lo soy, la cama está vacía y hay un enorme silencio en la habitación, la tensión se hace presente al instante.

—Porque no lo eres -responde cortante-

Sus palabras son como un puñal en mi corazón, que hace que las lágrimas salgan de mis mejillas, las limpio bruscamente con mi dedo pulgar y me decido a salir de la habitación, no sin antes decirle a Jimin

—Gracias Jimin-agradezco sarcásticamente- gracias por considerarme una gran mierda en tu vida, adiós -me doy la vuelta-
—No olvides cerrar la puerta cuando salgas-dice-

Ahora se encuentra recostado sobre su cama atendiendo a su teléfono, como si nada hubiera pasado, salgo de aquella infernal casa y conduzco lo más rápido que puedo en mi auto, las gotas de lluvia golpeaban contra el parabrisas y éstas me impedían tener una vista clara del camino, lo que menos deseaba ahora era llegar a casa, donde no podía llorar en paz, pero sin embargo a nadie le importa un carajo si lloro o no. Me dirijo hacia el parque más lejano de mi casa, sin salir de la ciudad, no quería siquiera estar cerca de allí, porque sabía que todo sería un maldito infierno en aquella casa.

Y ahí es cuando me doy cuenta de lo estúpida que había sido, al creer que tal vez yo podría haber hecho que Jimin cambiara, que fuera mejor persona, cuando en realidad no existe persona por encima de la faz de la tierra que lo haga cambiar, o al menos no lo parecía, es increíble que en un parque rodeado de gente desconocida me haga sentir más segura y protegida que en mi propia casa.

Y sentada allí en aquel parque, sin siquiera un alma caminando por allí, las gotas caían sobre el enorme lago como gotas de rocío, ya llevaba unos treinta minutos sentada allí y ya sentía el incómodo frío congelarme las manos y los pies, que eran los más expuestos. Llego hasta mi casa y estaciono el auto en el porche para luego entrar, esperando un milagro para que ese hombre al que temo no esté aquí, pero al entrar solo me encuentro aquella admiración que estuve esperando tanto tiempo, mi abuela.

—¡Abuela! -grito mientras lágrimas de felicidad corren por mis mejillas, pero ya que estaba empapada de agua, éstas no se veían claramente-

La canosa pero elegante mujer se dirije hacia mí y me abraza sin importarle que todo mi cuerpo esté mojado debido a la inmensa lluvia que azotaba la ciudad de Seúl.

—Oh...cariño, no llores -dice dulcemente mientras seca mis lágrimas- ¿cómo estás?¿por qué estás toda mojada? -pregunta sosteniendo mis brazos-
—Estoy...estoy bien abuela -río- pero me alegra mucho mucho que estés aquí

Ella sonríe.

—Cariño, estaré aquí un largo tiempo, pero ahora necesito que subas porque un chico muy apuesto me ha preguntado por tí y está arriba en tu habitación esperándote, y por favor, cuando se vaya cámbiate por una ropa seca y limpia, te enfermarás

Río ante el comentario de la abuela y me dirijo a mi habitación, pero mientras subo las escaleras reviso mi teléfono, el cual agradezco que haya sobrevivido al enorme ataque de agua que abunda en mi cuerpo, reviso los mensajes y veo uno de Jin.

"Iré a tu casa en una hora"

El mensaje había sido enviado exactamente una hora antes, así que sigo caminando sabiendo que es Jin quién está esperándome en mi habitación, pero me parece extraño que mi abuela no lo haya reconocido, teniendo claro que hace años que no lo ve, no me parecería extraño que lo haya olvidado. Abro la puerta y siento que mi quijada se descoloca de su lugar al ver directamente esos ojos color marron que al parecer han estado llorando.

—Jim...

No puedo terminar la frase cuando siento esos gruesos pero adictivos labios besar los míos, sosteniendo mi barbilla con sus manos, hundiendo en mí cada sentimiento relacionado al amor que viviera en él, explorando cada rincón de mi boca con su lengua, a pesar de estar empapada debido a la lluvia que acabo de enfrentar, siento sus lágrimas contra mis mejillas.

¿Jimin estaba llorando?

Si lo estaba haciendo o no, no quería separarme de él en este momento, no justo cuando siento que por primera vez me besa con sinceridad, con deseo.

¿Qué me está pasando?  

El que se enamore pierde •Park Jimin•Where stories live. Discover now