Parte 8

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El cielo amaneció gris, triste, como si por ironías del destino quisiera acompañar a Eterna en su estado emocional. Después de lo de la noche anterior le había resultado imposible conciliar el sueño. Cada vez que pensaba que por su culpa Piccolo corría peligro, el terror la atenazaba. Y no solo eso... al desasosiego había que añadirle las distintas emociones que no le pertenecían y la intriga del flashback que Erik le había implantado. Y ahora sabía a ciencia cierta que la culpa la tenía él, había que averiguar como lo había hecho y de qué modo deshacerse de ello.

No soportó más la idea de quedarse en la cama, compadeciéndose de sí misma, y se levantó como un resorte, dispuesta a buscar a su mentor y explicarle, aunque omitiendo ciertos detalles, lo sucedido la noche anterior. Le debía una enorme disculpa por no haber sido lo suficientemente fuerte como para ocultar sus sentimientos ante Erik, aunque aún no sabía cómo afrontar tamaña situación.

Mientras reflexionaba acerca de dichos problemas e incógnitas apareció Gohan como si de un fantasma se tratase. El niño había aprendido a ser tan sigiloso como un espectro, y todo gracias a los entrenamientos que todavía seguía recibiendo de su compartido maestro. Con una enorme sonrisa en su rostro le cortó el camino, obligándola a prestarle toda su atención.

-Hola Gohan -saludó lo más alegre que pudo. -¿Qué tal estás? -hizo ademán de revolverle el pelo cariñosamente, como siempre lo hacía, pero se detuvo a tiempo.

-Muy bien, estaba ayudando a mi padre cazar y te he visto. Estás buscando a Piccolo, ¿verdad? -dijo con una mueca traviesa. -Ven, te llevaré hasta allí.

Sin darle tiempo a reaccionar, le cogió la mano y tiró de ella, provocando en Eterna otra vez la horrible sensación de saber sus emociones y pensamientos.

"-Lo sabía, los dos están enamorados..." -canturreaba Gohan en su mente. Lo que el chico no sabía era que ella lo había oído nítidamente.

-¿Cómo que estamos enamorados? ¿Ambos? -pensó ella, sintiendo las sacudidas de su corazón. Euforia era lo que ahora recorría su torrente sanguíneo. Repentinamente se soltó del agarre del modo más sutil posible para no alertar a Gohan.

Caminaban a la par, en un cómodo silencio mientras Eterna ardía interiormente, sin dejar de pensar en aquello que acababa de descubrir. ¿Sería cierto? Y de ser así, ¿ahora qué? ¿Cómo explicarse ante Piccolo? Ante las evidencias que anoche le había dado al enemigo sin pretenderlo, ahora le resultaba incluso más complicado de llevar a cabo. Lo que sí agradeció de buenas formas era que, a pesar de su nuevo estado "empático", gracias a ese adorable niño había conseguido despejar en parte el temor de su cuerpo. Había logrado centrar su atención en algo mucho menos funesto que la cruel realidad.

-Está ahí, meditando. Bueno, yo he de volver con mi padre, espero que nos veamos pronto y volvamos a entrenar -dijo mientras levantaba el vuelo en dirección opuesta.

Eterna, por su parte, se adentró hasta quedar a la altura de la cascada, observando a Piccolo meditar.

-Valor, Eterna... valor -se dijo para sus adentros.


Piccolo necesitaba con todo su ser relajarse, concentrarse, olvidarse del mundo momentáneamente. Todo cuanto escuchó la anterior noche le tenía terriblemente confundido y enrabietado. ¿Por qué? Las razones eran sencillas incluso para él, era fácil dividir en dos la conversación acontecida horas atrás... el enfado, la rabia, se concentraban únicamente en Erik y en sus maquiavélicos planes, de los cuales aún no sabía gran cosa. La confusión venía de la mano con Eterna, ella no había dicho las palabras exactas que le sacaran de dudas sin temor a malinterpretarlas, pero en ellas encontró alusiones a los sentimientos que tal vez albergara por él. 

Lunas de Recuerdos OlvidadosWhere stories live. Discover now