1- Delirios.

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La helada mañana solo era un indicativo de la llegada del invierno, y con ello, la víspera de navidad.

-Buenos días, Elle.- Escucha apenas entra en el establecimiento.

-Muy helados, Juan.- Saluda de vuelta al hombre de cincuenta y tantos mientras, pasa por su lado dedicándole una sonrisa.

Trabajaba en una pequeña tienda de eléctricos a medio tiempo debido a que la universidad no le dejaba mucho tiempo para más, pero era una gran ayuda para su familia y para sí, pues aunque la paga no era mucha, era suficiente y con eso bastaba para ayudar a su padre y claro, ahorrar cada que podía.

Y ahora, que el fin del semestre marcaba el inicio de sus vacaciones. Y como la amiga de su padre, es decir, la dueña de la tienda, había accedido a aceptarla como trabajadora de tiempo completo solo por el mes de diciembre, o lo que quedaba de él, se sentía entusiasmada porque así podía ahorrar un poco más para la meta que tenía en mente.

Cuando hubo terminado de abotonarse la camisa, sale del baño de empleados y se dispone a hacer su trabajo, que consiste en mantener el lugar aseado, y en ocasiones de extrema necesidad, ayudar con los clientes, lo que es muy común en la víspera de navidad debido a que las personas, por alguna razón, deciden que esta es la mejor época para remodelar sus hogares.

-Te ha faltado allí.- escucha la voz de Juan a sus espaldas, y sin poder evitarlo, una risa se le escapa.

-Deja de molestar.- niega con la cabeza mientras continúa su trabajo.

El hombre bromeaba cada día con comentarios sobre su manera de limpiar, y ella, lo amenazaba con deportarlo a su país si no dejaba de molestarla, era una especie de broma entre ellos.

-Soy legal- Comenta cantarín luego de que la castaña lo amenazara, antes de atender al primer cliente del día.

-Y a mí no me viene el período.- Susurra para sí, la risa de su compañero se escucha segundos después, la había escuchado y fue inevitable no sonrojarse.

Así era ella, espontánea y a veces impulsiva cuando no se centraba en cerrarse con las personas.

Habían pasado diez minutos desde que la tienda había abierto y casi terminaba sus quehaceres matutinos.

-Siento la tardanza, amanecí con una resaca de película.- El sonido de la campanilla del lugar le avisó que alguien ingresaba, por lo que no se sorprendió al escuchar la voz de Margo canturrear por todo el lugar.

-¿No es así cada sábado?- La sorna con la que se burla solo provoca que se gane un pequeño golpe de la mujer pelirroja.- ¡Hey!

-Voy a despedirte.- Ríe mientras traza el mismo camino que ella hizo al ingresar minutos antes.

Margo era la hija de su jefa, una veintiséis añera de personalidad alocada, liberal y veraz, con una exótica belleza que sin duda, enganchaba a cualquier hombre que la mirase, incluso a algunas mujeres, o eso era lo que pensaba Elle, pues había desarrollado cierto cariño y admiración hacia ella.

-¿Alguna vez han mezclado tequila con vodka?- Habla en voz alta luego de salir del baño, mientras recoge su largo y rizado cabello rojizo en una alta cola de caballo.

Y a pesar no tener ni una gota de maquillaje sobre su rostro, y las comunes ojeras bajo sus ojos, parecía verse radiante, pues aunque justo ahora experimentaba un dolor de cabeza infernal, su actitud te haría creer que hoy era el mejor día de su vida.

-No se los recomiendo.- No deja que nadie respondiese y luego de amarrar su coleta, enfatiza su punto con los movimientos de sus manos.

-Tu hígado debe odiarte justo ahora.- Murmura la castaña concentrada en no caer de la escalera en la que está.

Mi razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora