Capítulo 49 - EL DIARIO DE CAROLINA

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¡Penúltimo capítulo!

Ian

Último día en mi isla.

Todo hasta hoy ha marchado bien gracias a Dios y a Carol quien al decir su verdad (a medias) e incluír uno que otro detalle, nos salvó el pellejo a Oliver y a mi (aunque nos cueste admitirlo).

Después de ese día todo marchó muy bien ya que al resolverse todo, Mar se fue rompiendo su relación por millonésima vez con mi primo. Esos dos idiotas no se deciden.

Y hablando de idiotas, Oliver se ha mantenido muy alejado de Carolina, al parecer está molesto por sus rupturas. Sí, por "sus" rupturas, la de Carol y la de Mar.

Por mi parte me decidí a tratar a Carol como lo acordamos desde un principio, no vale la pena seguir mendigando amor. Ella, aunque lo niegue, es demasiado complicada. Sé que será extraño volver a la residencia mixta después de todo lo que ha sucedido en estos últimos dos meses pero así tendrá que ser.

Quizá deba conseguirme una nueva novia (una real), aunque sea para pasar el rato o mas bien pasar página.

- ¡Por Dios, no puede ser! - exclama Carol al borde de la desesperación mientras rebusca en cada rincón de la habitación.

- ¿Qué buscas? - cuestiono desde la cama sentado como un indio mientras ordeno la maleta.

- Eh...una libreta. - contesta dudosa.

- ¿Libreta? - frunso el ceño mirando en su dirección.

- Sí...bueno un diario...de caricaturas. - dice esto último en un susurro.

Río.

- ¿Cuántos años tienes? - me burlo.

La pelinegra me mira con cara de pocos amigos para luego volver a su árdua tarea; encontrar el dichoso diario.

¿Por qué está buscando ese diario con tanta urgencia? De seguro ahí tiene plasmada su doble vida como Cristina Pitt...

¡Por Dios Ian! Los dos meses con tu familia te tienen muy mal. ¿Desde cuando andas de novelero?

La puerta se abre de momento y dos pulgas se asoman por ella, mis sobrinos.

- Queríamos despedirnos de ustedes. - habla Keneth, el más travieso de los dos.

- Pero si todavía no nos vamos. - comenta Carolina.

- Es que nosotros tenemos cosas que hacer y no podemos despedirnos de ustedes en el aeropuerto. - responde Kenai.

- ¿Cosas? ¿Como cuales? - inquiero cruzándome de brazos. Estos niños a veces son un tanto mentirosos.

- Visitar a nuestra novia. - alzo ambas cejas. - Keneth y yo la compartimos.

Carol y yo no podemos evitar reír.

- Claro y ustedes tienen ¿cuánto? ¿siete años? - los miro con los ojos entrecerrados.

Conozco muy bien a mis sobrinos a pesar de todo, tanto así que sé que lo que hacen es montar una conversación para entretenernos y justo ahí ellos harán una de sus travesuras.

- ¿Nos dan un abrazo? - me ignora el mounstrillo número uno.

Lo miro desconfiado aún sin inmutarme.

- Ian - me llama Carol haciendo un gesto con su cabeza - ¿Qué esperas? - habla entre dientes.

Y a continuación cada uno es abrazado por una pulga diferente mientras que un huevo se estrella en nuestra espalda. Para ese entonces los dos hijos de su buena madre se han ido corriendo y riendo.

Carol suelta un pequeño grito de frustración y enojo.

- ¿No que les caía bien? - refunfuña.

- Corrección, a Keneth le caiste bien pero quien estrelló el huevo en tu espalda fue Kenai. - digo para luego quitarme la camisa frente a la chica. Me doy cuenta que su mirada está puesta en mi, pero la ignoro.

(...)

Es hora de decir adiós. Y a pesar de algunas personas las vacaciones en Puerto Rico la pasé muy bien, como siempre se pasa aquí. Hace tiempo no compartía con mi familia y de cierto modo eso me hizo valorarla un poco más.

Luego de despedirnos de mi familia y que nos pidieran volver las próximas vacaciones (lo cual veo muy difícil pues no sé si Carol esté dispuesta), subimos al avión mientras conversamos de cualquier tema trivial a pesar de lo que sucedió hace horas entre Carolina y yo en y despues de marcharnos del restaurante "Aviones" (un restaurante dentro de un avión real), ahora todo sigue como si nada. Eso fue algo así como nuestra despedida o cierre de contrato.

Carol lucía demasiado bien (por no decir otra cosa) con aquel traje casual un poco corto. Así que eso y un ambiente demasiaso bueno nos animó a besarnos por última vez en aquel lugar que le encantó tanto, en donde cenábamos a modo de despedida.

Pero ni ahora ni después hay tiempo para seguir recordando ese beso que se dió por pura casualidad pues estábamos solos y nadie nos obligó nada y cuando digo a nada es nada. No se durmió, el sol volvió a aparecer entre las espesas montañas y nos percatamos que ya había llegado el día de volver a la realidad y a la rutina.

Tal vez las cosas no hayan salido como quise ya que esperaba que Carol y yo pudiéramos unirnos mucho más en este viaje. Ahora mismo ni siquiera sé lo que logré pero la última noche (en especial) valió la pena.

Sin embargo, tan pronto baje del avión las cosas cambiarán aún más y todo lo sucedido entre los dos quedará como si nunca ubiese pasado o como mucho en un buen recuerdo.

Tal vez ahora termine por hacerle caso a la chica rubia de buen cuerpo que está en primer año. Aunque sea un poco menor para mi gusto pero, ¿eso ahora qué importa? Si ella resulta ser demasiado pequeña para mi entonces estará Greth, mi compañera de curso que por cierto, no está nada mal.

El avión aterriza y con el, todo el ajetreo de las maletas, conducir hasta la residencia (mi auto lo dejé en el estacionamiento del aeropuerto), llegar y desempacar.

(...)

Dejo la maleta en una esquina de mi habitación mientras dejo en la cama la mochila para tumbarme en la cómoda cama muerto del sueño. Recuerdo que debo cargar el celular que está en la mochila y la abro encontrándome con un diario que al parecer es de Carolina, el mismo que estaba buscando ayer con desesperación.

La curiosidad me invade y no puedo evitar plantearme la idea de echarle un vistazo a el diario.

¿Qué tendría de malo que leyera algo de lo que hay allí escrito?

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¿Qué les pareció el capítulo?

¿Ian se resistirá o leerá el diario?

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Miradas (COMPLETA)Where stories live. Discover now