Romper el hielo

902 128 81
                                    

Sin otra opción más que espulgar por completo el sándwich, terminé por separar los panes y con dos dedos ir quitando cada rebanada de queso manchego, cubiertos de una espesa sustancia blanca que se adhería a mis manos. Mayonesa.

Goku, quién aún permanecía sentado en su asiento. Por alguna razón no dejaba de mirar cada torpe acción que yo hacía al pelear con el sándwich. Por el rabillo del ojo podía notarlo dejar de masticar el trozo que tenía en su boca, llenando sus mejillas, y perdiéndose en mi guerra con la mayonesa.

Acabé con las manos completamente sucias y manchadas de blanco, exacto, mí falta de modales era increíble. Y cuando giré para dejarle el queso a Goku lo encontré con la cara completamente roja y con una actitud nerviosa.

—¿Qué me ves? —Pregunté con la paciencia hasta el límite.

No dijo nada. Extendió sus manos separando los panes de su sándwich de carne de pollo, indicándome que pusiera ahí los trozos de queso.
Cuando lo hice devolvió su vista al frente y siguió masticando.

Hice una mueca. ¿Qué dábura le pasaba a ese hombre? ¿Nunca había visto a una chica mancharse los dedos con mayonesa?

Con la misma actitud, y metiendo la mano izquierda al bolsillo de mi sudadera continúe comiendo.
Ni siquiera compró refrescos o algún jugo. Juro que estaba por atragantarme con lo seco que estaba ese desayuno.
Cuando acabé tenía la boca completamente sucia. A falta de servilletas acabé por limpiarme con la lengua al igual que mis manos cual si fuera un gato. Ni siquiera me importó que alguien me viera.

En ese instante Goku comenzó a toser ruidosamente. ¿Ven?
El desayuno estaba seco.

—Iré por algo de beber —Dijo para después salir y dirigirse a una máquina expendedora frente a la tienda de autoservicio.

Regresó con una soda de toronja gasificada. A mí no me compró nada.

°°°

—¡Entonces juguemos a adivinar la personalidad del otro! —Grité la novena vez que Goku me ignoró con mis comentarios.

Ya estaba harta del silencio sepulcral que nos rodeó las dos horas siguientes a dejar la gasolinera.

Bajó el cristal de su ventana y se apoyó en espacio que quedaba. El de la puerta.
Como si no me hubiese hecho caso.

El viento comenzó a colarse por el espacio abierto y papeles sobre el tablero junto con mi cabello comenzaron a revolverse, incluso su extraña cabellera negra se ondulaba hacia distintos lados. Era como si hubiese bajado el cristal con el único objetivo de callarme la boca con el sonido del aire.
Estaba conduciendo a 60 kilómetros por hora.

Sonreí.
Definitivamente eso no le funcionaría.

—¡Bien! Tomaré eso como un sí —Exclamé extendiendo los brazos— Yo comienzo.

De nuevo no hubo respuesta. Pero estaba segura de que podía oírme. Así que de una vez por todas tenía que buscar al menos cruzar dos palabras.

Lo observé por unos segundos de perfil, pues miraba directo a la carretera.
Su nariz perfilada y casi perfecta. Sus pestañas semilargas y no demasiado curvadas. Sus ojos negros, su cabello moverse al son del viento.
Reí, su apellido era Son. Tras pensarlo por un tiempo acabé por formar una propia conclusión de su carácter.

—Un mujeriego —Dije. Capté su atención, me miró de reojo— Sí, eso me pareces. Pero soltero pues no eres capaz de mantener una relación estable debido o a tu trabajo o a tu carácter. Conclusión. Un amargado de treinta años.

Solté. Suspiró.

—¿¡Me ves cara de mujeriego?! —Dijo casi en tono de ofendido. Apartó por un momento su vista del volante para observarme.

Reí. Repetí que sí.

—Bien —Dijo al fin— Voy yo —Hizo una larga pausa que estuvo a punto de convencerme de que ya no respondería— Adolescente problemática. Quiere crecer demasiado rápido. Ni siquiera tiene un perro que le ladre y es más virgen que el aceite extra virgen.

Me ofendí. ¿La razón? Habían dado justo en el clavo con una que otra cosa.

—¡A mi edad todos son vírgenes! —Me defendí, llevando una mano al pecho como si fuera de alta sociedad.

Rió a carcajadas.
Lo miré confundida, nunca lo había escuchado reír. Sin duda se oía increíble.

—Pues para que sepas, a tu edad todas las chicas del colegio rogaban por tenerme en su cama. Y no precisamente para que yo acomodara las almohadas —Soltó. Sonriendo.

Vi cómo su ego subía creciendo e incrementándose hasta atravesar el techo del tráiler y tocar el cielo. Me crucé de brazos un poco molesta.

¿Le creía?
Claro que sí.

—Pues sigo buscando a mi Romeo. No me acostaré con nadie por simple placer —Dije a la defensiva.

Rió.

—Pues sigue buscando, imitación de Julieta. Pues los hombres solo quieren una cosa.

Abrí la boca para decir algo. Pero justo en ese instante se escuchó como si algo hubiese estallado.
Rápidamente entré en pánico mientras él detenía el tráiler repitiendo insultos demasiado ofensivos como para narrarlos aquí.

Asomé por mi ventana hacia abajo, el neumático derecho, justo el de mi lado se había ponchado con algo.
Cuando me incorporé para verlo tenía una cara de energúmeno.

—¡Por tu culpa! —Dijo.

Me aguanté una sonora risa.

Enséñame El Mundo «Gochi» [Completa]Where stories live. Discover now