3-Chris

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-Sígame por aquí, señor Royce-Me dijo una morena menudita, llevándome a través de un pasillo ambientado al estilo asiático.

Había una pequeña cascada de piedras porosas que sobresalía de la pared al final del pasillo y una mezcla de olores que te hacía sentir transportado, como si estuvieses flotando, a eso adiciónale la música instrumental que salía de unos altavoces del techo.

-Es aquí, señor-Dijo la chica cuando nos detuvimos ante una puerta cerrada.

Me di cuenta de que me estaba viendo con algo de temor, haciéndome sentir incómodo ante ese hecho.

Tal vez si le decía cuanto había en mi cuenta bancaria me vería con algo de interés y no con miedo a que me metiera alguno de sus adornos chinos en el bolsillo de mi bata ridículamente corta que me hacía sentir completamente expuesto.

-Tu no eres Helena-Dije esperanzado-¿Estás desocupada entonces? ¿Si pudo hacer el cambio?

La chica me miró confundida para luego sonreírme divertida.

-Soy Candace-Contestó aún sonriéndole-Y no hago masajes, solo soy pedicurista y manicurista, Helena está adentro esperándole, Señor. Yo solo le estoy enseñando el lugar.

-Si, ya veo-Gruñí sintiendo como las esperanzas me abandonaban.

-Disculpe mi curiosidad y el atrevimiento-Susurró hacía mí la chica-¿Es usted luchador profesional? Es que es la primera vez que veo a una persona tan alta...

Aquello me hizo reír de verdad.

-No-Dije cuando me calmé y pude hablar-Trabajo en el área de construcción, tal vez sea eso.

La mirada esperanzada de la chica cambió a una decepcionada.

-Oh-Suspiró sin ánimos-Supongo que te ganaste este viaje y lo estás aprovechando al máximo ¿No? Quien sabe cuando tendrás esta misma oportunidad.

Boquiabierto, miré a la chica comprendiendo lo que decía, su apreciación hacia mí cambio al pensar que era un simple asalariado suertudo y no un luchador famoso.

-Exactamente-Dije sarcástico, pero la mujer ni se inmutó, ya ella se había dado la vuelta y caminaba de regreso a la recepción.

No sé porqué, pero aquella actitud tan frívola y superficial me molestaba y decepcionaba al mismo nivel.

Con un suspiro de resignación, abrí la puerta y entré con un poco de temor sin saber lo que deparaba en aquel lugar.

La habitación se encontraba a oscuras, solo había una lámpara de mesa con una luz amarilla opaca que apuntaba hacia una pared.

-¿Señor Royce?

Me congelé en el lugar sin saber muy bien qué hacer o sin saber de donde diantres salía aquella voz.

-Si-Murmuré buscando donde estaba.

-Bien, estoy calentando el aceite, señor. Acuéstese boca abajo en la mesa y estaré ahí en un minuto, en la puerta hay un gancho donde puede dejar la bata.

Asentí como un idiota e hice lo que me pidió, dándome cuenta tarde de que ella no veía mi respuesta.

-Está bien-Dije acostándome con cuidado en la mesa, temiendo que con mi peso se viniera abajo.

Pero al ver que me aguantaba bien, me traté de relajar y coloqué la cabeza en el hueco y me quedé mirando nerviosamente el suelo, obligando a mi cuerpo a relajarse.

Escuché el sonido de una puerta plegable al abrirse y volver a cerrarse y entonces percibí la presencia de aquella mujer.

-Oh, vaya, creo que voy a necesitar más aceite-Dijo con sorpresa real en su voz.

CHRISTOPHEROù les histoires vivent. Découvrez maintenant