Capitulo 31: Un deseo

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En la oscuridad de la noche, permanecía ante la ventana de su habitación, esperando ver el resplandor de las velas del interior del castillo, apagarse. Cuando al fin lo vio, corrió hacia la puerta de su habitación y la abrió despacio. Miro al exterior y al cerciorarse de que no había nadie salió.


Sus pies descalzo se movieron con agilidad sobre la fría piedra, atravesando el castillo. Al girar en uno de los pasillos, vio luz al fondo y escucho la voz de algunos guardias, corrió a esconderse y entro en la primera habitación que encontró. Apoyo la frente en la puerta, respirando agitada.


-¿Lady Lancaster? -La Duquesa de Bedford la miraba sorprendida.


-¡¿EH?! -se giro rápidamente y se tapo la boca. En ese instante golpearon a la puerta, ambas se miraron.


-Apártese -La Duquesa camino hacia ella -Quédese aquí, tras la puerta -y abrió despacio -¿Si?


-Disculpe señora, hemos oído un grito -un guardia la miraba con el ceño fruncido.


-Si, es horrible, horrible -La Duquesa hizo un puchero y alzo su mano -¡Me he roto una uña! -y Eara tuvo que taparse la boca para evitar que sus carcajadas resonaran en la estancia.


-Oh -el guardia dio un paso atrás -Creo que seguiré con mi ronda, discúlpeme.


La Duquesa cerró la puerta y ambas se miraron y rieron tapando sus bocas.


-¿Como se os ha ocurrido? -Eara aparto la mano de su boca y sonrió.


-Nada ahuyenta mas a un hombre que una dama quejica -se encogió de hombros -Supongo que no veníais a verme a mí -abrió la puerta de nuevo y miro fuera, después la miro-Podéis salir. No hay nadie.


-Gracias, muchas gracias -y Eara la sorprendió abrazándola y salió corriendo de la habitación.


Sabia cual era su habitación. Lo había averiguado el mismo día que el llego. Se paro ante la puerta y suspirando, la abrió despacio y una vez dentro, la cerro. Camino despacio, acercándose a la cama, y alargo la mano para tocarle.


Y en un segundo, su muñeca fue apresada y la giraron, sentándola en la cama, sintió el brazo de el rodeando su cuello y vio el brillo de la hoja de un cuchillo, ante ella.


-Alexander -hablo en voz baja


-¿Eara? -y el aparto el cuchillo soltándolo en el suelo y la libero, aunque siguió sujetándola, sentada sobre el. -¿Estas bien? ¿Te hice daño?


-Estoy bien -ella le miro a los ojos, las lagrimas recorrieron sus ojos y se abalanzo sobre él, abrazándole -Estaba muy preocupada. ¿Estas bien?


El se quedo sorprendido unos segundos, finalmente sonrió y la abrazo, acariciando su espalda por encima de la tela de su camisola.

El CondeWhere stories live. Discover now